El hombre del año
Hugo L. del Río
Monterrey.- El Papa argentino conmueve al mundo. En los escasos nueve meses que cumple su reinado, “sacó al Papado del palacio y lo llevó a la calle”, escribe el semanario Time, que lo nombró El Hombre del Año.
En tanto obra humana, todas las Iglesias adolecen de imperfecciones y a menudo caen en los mismos pecados que condenan. La casa que fundó Pedro no podía ser la excepción y, durante siglos, Roma fue el villano predilecto del mundo occidental. Pero no podemos vivir en el pasado: tenemos que dar la vuelta a la página y escribir una nueva crónica.
Al sacudir las columnas de su templo, el Pontífice romano nos ha enseñado varias lecciones. Quizás la más importante es ésta: la verdad no se encierra en el castillo: su hogar es el corazón del hombre, sea príncipe o pordiosero. Los mexicanos no somos el único pueblo que, al dar la espalda a su origen, niega su identidad. Volvemos los ojos al Gran Arquitecto del Universo en busca de una respuesta. Lo más probable es que nunca la recibiremos, pero uno de los grandes méritos de don Jorge Bergoglio es precisamente el admitir que ni el Vaticano ni ningún otro credo tiene la clave divina para contestar a la duda angustiosa del hombre. Está matando al dogma.
Al salir a la calle y plantear los problemas del ser humano, el obispo de Roma sacude a su Iglesia. Caerán algunas ramas podridas, sin duda. Pero no es seguro el triunfo de la corriente humanista: la poderosa ala conservadora bien puede derrotar los esfuerzos de este jesuita con alma de gaucho por poner al día la mansión de mil millones de hijos de un Dios único, llámesele Mahoma, Jehová o cualquiera de los muchos otros nombres con que lo llamamos.
El Vicario de Cristo nos habla en un lenguaje que entendemos, y nos invita a debatir la reestructuración no sólo de su Iglesia, sino de nuestra responsabilidad social: el trato al homosexual y la lesbiana, así como el matrimonio entre personas del mismo sexo; el papel que debe jugar la mujer en el templo de Roma; la tragedia de los hombres supuestamente dedicados a servir a Dios que abusan de su poder espiritual y cultural para violar niños; el hambre, que flagela a cientos de millones de hombres en todos los continentes, y la injusticia, que reina, también en todas las latitudes.
La casa de Pedro ha sido siempre pantano de intrigas, y los trabajos del jesuita sudamericano para poner orden en las finanzas vaticanas invitan a los Judas de nuestro tiempo a afilar los cuchillos. Tal vez el Papa Francisco fracasará. Algunos de sus antecesores fueron asesinados por sus propios cortesanos. Pero hoy (vuelvo a Time) Francisco “Ha capturado la esperanza de millones de personas que habían abandonado toda esperanza en la Iglesia”.
Pie de página
No podemos llamarnos a engaño. Siempre hemos sabido que entre los legisladores (al igual que a la inmensa mayoría de los hombres públicos) no hay la mínima correspondencia entre el afán de lucro y la preocupación por los intereses de los mexicanos.
Los diputados aprobarán, sin duda, el documento de la venta de México y el Senado lo ratificará. Nos corresponde a los mexicanos de a pie desautorizar la entrega de México y arrojar a los congresistas al lugar que les corresponde: el cubo de la basura.
