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1723 3 Diciembre 2014

 

 

ANÁLISIS A FONDO
¿Desaparición forzada del municipio?
Francisco Gómez Maza

 

Ciudad de México.- En qué brete nos han metido –y han metido sus jovencitos asesores, proclives al centralismo franquista, facha–, al señor Peña Nieto.

Siempre, desde toda la vida, creí, estuve seguro, y conmigo muchos, millones, de mexicanos y políticos y gobernantes, de que desde ese ámbito de gobierno –nivel le llaman los burócratas– era posible propiciar más eficazmente la participación ciudadana, base para construir una democracia participativa más amplia y de mayor vigor.

Desde toda la vida, me dijeron que la posición municipalista es clave en el proyecto de la nación que nos endilgaron los gobiernos de la revolución.

En el Plan de San Luis, proclamado por Francisco I. Madero, se canoniza la soberanía –intocable, sagrada– de los estados federados y la libertad de los municipios: Estados libres y soberanos. Municipios libres.

En el congreso constituyente de 1917 se discutió ampliamente la necesidad de otorgar, en la Constitución, la autonomía económica a los municipios. En el mismo año, Venustiano Carranza promulgó la ley del municipio libre. Y desde entonces los constitucionalistas han alentado e impulsado el desarrollo de la descentralización, aunque en un proceso muy lento, al otorgarle organismos y funciones de gobierno al municipio.

En 1916 se reglamentó la autonomía de los municipios y se les otorgó participación para la solución de problemas de la vida común. Inclusive, los pueblos indígenas han ido reivindicando la autonomía municipal de algunas regiones del país –Oaxaca es un buen ejemplo– obteniendo un autogobierno.

El municipal es una forma de gobierno digamos que democrática, consagrada por la constitución vigente. Cada municipio ejerce su soberanía, dependiendo el ámbito donde se encuentre y la situación geográfica, y puede crear su propia economía

Largo ha sido el transcurso de la nación por consolidar un municipio libre, autónomo y plural, y que es el sustento institucional de República, para lograr una sociedad más participativa con plena democracia en la libertad y en la justicia.

No sé qué le pasó al señor Peña Nieto al anunciar reformas constitucionales que, so pretexto de combatir la delincuencia organizada, atentan contra el municipio libre. Pero era al revés, como lo advirtió, antier, si no me equivoco, mi tocayo Paco Rodríguez.

Sin embargo, en México nada se mueve sin la voluntad del dios tlatoani. Tenía razón aquel escritor que era peruano y que ahora es español. Este México de aquella dictadura perfecta que amenaza con resucitar de sus cenizas, o que tal vez nunca murió porque los dos sexenios panistas fueron más priístas que los sanduiches que reparten en los mítines tricolores.

Ayer advertía que la reforma constitucional propuesta va, en el fondo y en la forma, en ese sentido. En acabar con el municipio libre, aunque me dice Marco Antonio Bernal que me estoy adelantando, que los diputados aún no aprueban nada.

Sin embargo, la historia de esta legislatura, en la que no hay muchos marco antonios letrados, ha demostrado que la inmensa mayoría de chamacos legisladores aprueban todo lo que les llega de Los Pinos, nomás por disciplinarse al jefe Beltrones. Y ay de quien intente opinar lo contrario. Así de grueso.

Estas reflexiones, amigos, amigas, aparentemente son inoficiosas. Nadie, desde el poder, las tomará en cuenta. Ahí, a nadie le importa lo que piensen, escriban o digan los periodistas.

Por eso digo que, con magnas manifestaciones callejeras, y todo; con protestas en países del extranjero y todo; con cuestionamientos en programas de la televisión inteligente (Canal Once) y todo; con análisis escritos de periodistas, y todo, no pasará nada. La clase política en el poder está convencidísima que lo está haciendo todo muy bien, proteste quien proteste, grite quien grite, hable el Papa. El centralismo es parte fundamental del nuevo proyecto de nación.

Así que váyanse despidiendo, señores alcaldes, de sus cuerpos de policía, muchas veces más eficientes y menos corruptos que los cuerpos de policía estatales y que las corporaciones nacionales, como ha quedado de manifiesto en muchas ocasiones.

fgomezmaza@analisisafondo.com
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