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1828 29 Abril 2015

 

 

Voces de Universidad justa y humanista
Alfonso Reyes Martínez

Señoras y señores:

Agradezco profundamente a la Universidad Autónoma de Nuevo León la distinción que tiene hoy para mí, quien tan sólo ha sido un trabajador del espíritu que sueña con ver siempre la huella de Gutenberg ennoblecida con las diversas tipografías, alientos que surcan incansables el océano blanco del papel en sus naves misteriosas y ver su esplendente libertad ganada a pulso a lo largo de los siglos. Signos mágicos que construyen y transportan el pensamiento: ideas y voces de los hombres.
     
Hoy declaro frente a ustedes, de voz viva, erguida en la pasión, el inmenso cariño que siento por esta Universidad, por este hogar nutricio que viera crecer mis sueños de adolescente y acogiera mis impulsos juveniles en las horas de la revuelta y del amor entre aquellos muros venerables del Colegio Civil que guardarán para siempre las voces de los maestros que dieron rumbo hacia su destino. Hoy, en este transcurrir vertiginoso del tiempo, su luz y sus ideas están más vivas que nunca. Quiero evocar aquí a sus padres: fray Servando Teresa de Mier, defensor de la Patria naciente, impulsor de sus leyes y los nuevos avances libertarios, héroe de las mil fugas de las mazmorras inquisitoriales de la Nueva España y de Europa y propulsor incansable de instituciones educativas superiores; José Eleuterio González, médico, humanista, sabio que entendió sus días al lado del dolor y el sufrimiento y extendió su cátedra benéfica, excelsa, a las aulas de una Escuela de Medicina que crecería desde sus manos y su corazón; Pedro de Alba, maestro, escritor, diplomático, generoso gestor de los primeros alientos de esta Universidad; Héctor González, abogado, maestro, escritor de claras líneas y extensa sabiduría, su primer rector; Ángel Martínez Villarreal, a cuya sombra el Hospital Civil fundado por Gonzalitos acrecentara sus haberes sociales y pasara a manos universitarias para la cátedra y su organización; Enrique C. Livas, fundador de nuevas escuelas universitarias e iniciador de una amplia y nutricia labor cultural; Raúl Rangel Frías, rector de las tranformaciones definitivas de la Universidad, caudillo en la lucha indoblegable por el arte, la ciencia, la cultura y el humanismo, cuya cátedra luminosa sigue aún viva en sus alientos superiores; y a otros muchos maestros que al paso de sus días y sus años han dejado en el aula lo mejor de sus excelencias. Todos ellos con su inteligencia, su talento, su trabajo, han erigido este hermoso edificio espiritual de la Universidad Autónoma de Nuevo León, que hoy alza orgulloso su proverbial arquitectura a los vientos del mundo.
     
Me siento esta noche en que festejamos el Día Internacional del Libro aquí, frente a ustedes mis amigos, con el corazón colmado de alegría; y la humilde voz que me contiene en el vaso de mi poesía –breve e inmaculada­­–, estará presente mientras viva: los poetas siempre estarán al lado de la belleza, de la justicia y del amor.                
    
Rindo homenaje a mis compañeros que me enseñaron con su ejemplo, con el compromiso de sus ideas y su emoción en la lucha por otra Universidad: justa y humanista. Nada es para mí mejor ejemplo que sus voces. Junto a algunos de ellos compartí la mesa de formación en la imprenta, la espera ansiosa del periódico estudiantil, sindical, el volante, el poema impreso. Gracias a mis amigos por lo que fueron y son para mí: los mejores y más limpios de espíritu y de inteligencia. Frente a ellos hoy, finalmente, no resisto a traer a estas páginas un fragmento de aquel hermoso poema “Oda a la tipografía” de Pablo Neruda, que ha cabalgado por el mundo sobre el fino corcel de la verdad y de la belleza:

Tipografía,
soy
sólo un poeta
y eres
el florido
juego de la razón,
el movimiento
de los alfiles
de la inteligencia.
No descansas
de noche
ni de invierno,
circulas
en las venas
de nuestra
anatomía
y si duermes
volando
              durante
alguna noche o huelga
o fatiga o ruptura
de linotipia,
bajas de nuevo al libro
o al periódico
como nube
de pájaros al nido.
Regresas
al sistema,
al orden
inapelable
de la inteligencia.

Muchas gracias a todos por su presencia.

* Texto leído por el autor, al recibir el Premio al Mérito Editorial 2015, otorgado por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Casa Universitaria del Libro, Monterrey, 23 de abril de 2015.

 

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