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1887 21 Julio 2015

 

 

Entre nosotros
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- Los asesinos están entre nosotros. La Secretaría de la Defensa Nacional lo admitió: en días pasados, un destacamento de soldados allanó una casa en Calera, Zacatecas, y secuestró a siete personas.

Poco después aparecieron los cadáveres, torturados, de tres hombres y una mujer. Ya fueron identificados por los deudos. Ahora encontraron los despojos mortales de otros tres seres humanos. Estos cuerpos no han sido mostrados a los familiares, pero cuatro más tres suman siete. Los parientes de los civiles abatidos reconocieron como jefe del destacamento de carniceros al coronel Mario Pérez Reséndiz, del 97 batallón de Infantería. La matanza ya había sido denunciada en todo el país y el extranjero.

Supongo que la SeDeNa no tuvo más remedio que reconocer el involucramiento de los troperos. No es, desde luego, la primera y, mucho me temo, tampoco será la última carnicería perpetrada por el personal castrense. Sólo por lo que toca a Nuevo León, la lista de víctimas es muy grave. Y, aparte de asesinar a gente inocente, los fusileros les plantan armas y droga y alegan que dispararon en legítima defensa contra sicarios que los habían agredido.

Ante la complaciente mirada del gobierno de Peña Nieto, las fuerzas armadas se constituyen en agentes de aprehensión, fiscales, jueces y verdugos: todo en uno. En los “enfrentamientos” nunca hay heridos y, raramente, muy de vez en cuando, se toman prisioneros. La orden es abatir –supongo que al sospechoso— de noche. Los sayones por lo general matan en la oscuridad. Aunque tampoco los inhibe la luz del día.

En Aquila, Michoacán, los militares mataron a un niño de doce años. Y sigue la aberración antinatura. Luego del sacrificio de los siete zacatecanos, habitantes de Jerez hicieron una manifestación… en apoyo al Ejército. ¿Tendrá razón Pepe Revueltas? ¿Estaremos hechos de materia vil? ¿Merecemos hundirnos en el lago de sangre? ¿Seremos tan cobardes, tan insolidarios, tan embrutecidos por la corrupción, la falta de futuro, el cinismo, la ignorancia? ¿No amamos a México, preferimos ser gringos de cuarta categoría antes que mexicanos de primera?

No tengo respuesta para estas y otras preguntas que prefiero no plantear. Pero sí sé una cosa: a los hombres y mujeres que nos matan les compramos las armas, los uniformes camuflados, les pagamos un sueldo y cuando salen a la calle casi siempre los aplaudimos. Sí: los asesinos están entre nosotros.

hugo1857@outlook.com

 

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