Suscribete

 
1887 21 Julio 2015

 

 

Algo de teoría neoinstitucional
Luis A. González Tule

 

Cuernavaca.- La más reciente fuga de El Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, no sólo exhibe la red de complicidades que ha tejido el crimen organizado con las autoridades de los tres niveles...

... y la ineptitud del gobierno de Peña Nieto para enfrentar situaciones de crisis, sino que desnuda un problema aún mayor sobre el funcionamiento de las instituciones en México.

Tras la llegada de Vicente Fox a la presidencia de la República se pensó que los grandes temas que preocupaban a la población serían resueltos por antonomasia. Para el entusiasta candidato guanajuatense, el cambio estaba garantizado: bastarían 15 minutos para dar respuesta a las demandas de los zapatistas, se limpiaría al gobierno de la corrupción, las “tepocatas” del PRI serían encarceladas para que no continuaran robando, la economía crecería, los empleos serían mejor pagados, habría educación de calidad y con valores y viviríamos un periodo de paz.

Han pasado 15 años desde que se alcanzó la alternancia a nivel federal y la situación del país no ha cobrado las dimensiones que nos prometieron con tanto brío. Cabría preguntarse, ¿por qué? Una de las principales explicaciones está en la teoría neoinstitucional, tanto en su perspectiva racional como en la histórica.

Citando a Guy Peters, en el nuevo institucionalismo de elección racional los comportamientos se dan en función de las reglas e intereses más que de los valores. Dicho en otras palabras, desde esta perspectiva la corrupción no es cultural, como afirmó Peña Nieto, sino que está inmersa en un sistema que es propicio para su desarrollo porque así conviene a sus actores.

En tanto que desde el institucionalismo histórico se establece que las decisiones y los compromisos que emanan de las organizaciones determinarán las decisiones posteriores. Es decir, si los gobiernos priistas pactaron con los narcotraficantes durante décadas, ese patrón generó una dependencia en la que se reprodujeron las pautas adaptándose a los complacientes gobiernos del PAN, que no hicieron nada para revertir la tendencia.

Mismo desde la teoría neoinstitucional se desprende el análisis de instituciones informales. En América Latina, como señaló el politólogo argentino Guillermo O´Donnell, conviven tres que son sumamente dañinas: patrimonialismo, clientelismo y corrupción. En su conjunto, como evidencia el caso mexicano, limitan el estado de derecho y la rendición de cuentas.

Una de las características de esas instituciones informales es su gran capacidad de adaptación y permanencia en la política. Para los políticos, independientemente del partido al cual pertenecen, la política informal es una válvula de escape para alcanzar acuerdos, construir alianzas coyunturales, negociar prebendas e intercambiar favores. Negociaciones que incluyen al crimen organizado por supuesto. En suma, sirven a políticos, delincuentes y empresarios para repartirse el pastel y protegerse los unos a los otros.

En la medida que las negociaciones en lo oscurito se utilizan para ocultar y encubrir la corrupción, menos efectivos son los mecanismos de rendición de cuentas y, por ende, mayor la impunidad. Sólo así es posible entender que personajes como Carlos Romero Deschamps continúen burlándose de las instituciones formales desde una curul en la Cámara de Senadores. Y sólo así es posible entender que los reos gocen de privilegios en las cárceles o que se escape uno de los criminales más peligrosos del penal de máxima seguridad del país.

La “coyuntura crítica” –del institucionalismo histórico– que pudo presentarse con Fox para romper la inercia de los gobiernos priistas corruptos, se quedó en el discurso dando origen a un pacto de complicidades entre las dos principales fuerzas políticas (PRI y PAN). Pacto al que se sumaría más tarde el PRD.

Es evidente que la clase política gobernante no da señales de cambio. Basta recordar la comitiva que llevó el presidente a Inglaterra y a Francia, o el shopping de Angélica Rivera e hijos en Beverly Hills, para comprobar el despilfarro de dinero y el desprecio que tienen hacia la población. También es importante decir que no es suficiente con reformar las leyes si los encargados de aprobarlas son los primeros en incumplirlas.

Todo parece indicar que los cambios vendrán desde abajo con la participación activa de la sociedad civil organizada, de los medios de comunicación independientes y, probablemente, de las candidaturas independientes porque, una vez más, el presidente Peña Nieto, al igual que Fox, “no entiende que no entiende”.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com