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1887 21 Julio 2015

 

 

En la máquina de Europa
Joaquín Hurtado

 

Alemania.- Son tres cosas las que piden los niños y niñas de un Grundschule (el equivalente al nivel elemental) en Herberhausen, vecindario aledaño a Göttingen. Los tres deseos escritos de puño y letra por los alumnos de tercer grado son: 1) más futbol, 2) menos tareas en casa, y 3) ayudar a la gente pobre con comida y medicinas.

–Cositas hermosas y tiernas! – exclama mi mujer, que recorre las aulas encantada con las instalaciones. Ella ama su profesión docente y va tomando nota de las distintas evidencias del trabajo escolar, patente en las paredes y en los deliciosos jardines. Hoy no hay alumnado, es temporada de vacaciones en Alemania.

No necesariamente las tres solicitudes del Grundschule están expresadas en ese órden ni con estas mis parcas palabras con las que trato de resumir los diversos textos fijos en un pizarrón de corcho, pero los veinte alumnos las reiteran una y otra vez en sus valiosos ensayos.

Creo que las peticiones de las criaturas reflejan el espíritu que flota entre la gente de esta región, en medio de las turbulencias macroeconómicas que sacuden al mundo actuamente, en particular a los países de la zona Euro, cuyo futuro pende de un hilo.

Andamos en esta hermosa ciudad porque aquí viven nuestros hijos Hanna y Joaco. En  un centro comunitario contiguo al colegio celebramos la fiesta nupcial.

El paisaje es impresionante, el verdor agobia mis ojos. La urbanización es ordenada y muy  limpia. Casas de clase media salpican las colinas del Göttinger Wald, cerros bajos con bosque casi virgen. Muchos bosques en Europa ya son de vegetación secundaria, como me informa el biólogo Gibrán. Un bosque secundario es un ecosistema regenerado por sistema de reforestación racional después de que el humano arrasara irracionalmente la vida original.

“Las guerras necesitan inmensas cantidades de recursos naturales”, me explica Gibrán, egresado del Tec y que vino desde Noruega para la fiesta de sus amigos los novios. Si no fuera por ese comentario yo no detectaría en lo abosoluto ninguna huella de los traumáticos eventos del pasado.

Pero la niñez alemana está perfectamente formada en la paz y el cuidado del medio ambiente. Esta escuela refleja el cariño de docentes  y educandos pero sobre todo de la comunidad que la rodea. No hay feos muros exteriores que la separen del vecindario. Me llama la atención un hotel de insectos instalado en el jardín, es un proyecto escolar donde los infantes estudian y protegen  las formas de vida más delicadas. Avispas, abejas, hormigas, gusanos y mariposas tienen su residencia temporal en su propio hotel (Gasthaus), con amenidades y mucha privacidad, que ya quisieramos los viajeros de pocos recursos.

Educación, deporte, tiempo libre y salud son las divisas que mantienen a Alemania en la punta del ferrocarril económico de un continente muy emproblemado, amenazado por el liberalismo salvaje de la economía mundial.

Los chiquillos no mienten, sus deseos empujan a la locomotora de Europa.     

 

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