Cuadrado perfecto
Hugo L. del Río
Monterrey.- Supongo que quien defenestró a piojo Herrera es Televisa. Desde luego, los aztecos no tienen tanto músculo. Peor se las cuento: la megacorporación de Azcárraga Jean es más poderosa que TV Azteca.
Y, todas juntas, las directivas que están representadas en la Federación Mexicana de Futbol, FeMexFut.
Decio de María habló como si tuviera, en realidad, autoridad. Roberto Hernández Jr. le agregó sal y pimienta al astracán al acusar de alta traición a sus compañeros de Multimedios. Según él, lo sabotearon y la competencia ganó la nota por un minuto o algo así. Vamos, si es cierto, habrá que entenderlo como muestra de solidaridad entre compañeros.
En Monterrey no se aburre uno. Cuando no le roban armas a la policía surgen escándalos como el que protagonizaron el piojo y su hija Michelle en el aeropuerto de Filadelfia. Fue toda una función: mentadas de madre al mayoreo, uno que otro puñetazo y hasta la bofetada que Michelle le asestó a Luis García. Me resulta raro que no hayan intervenido los agentes de Seguridad de la terminal aérea. Ya sabemos que los norteamericanos son muy delicados en esas cosas. Más todavía, si el incidente se presenta en un puerto aéreo.
En todo caso, los dos locutores de Azteca, el ya mencionado García y Christian Martinoli, fueron agredidos física y verbalmente por el dueto Herrera quien, desde luego, mereció la reprobación no sólo de la fanaticada sino incluso de batos a quienes, como este tecleador, nos deja indiferentes el que fue deporte del hombre.
Pero, en fin, uno tiene que descalificar a tíos como piojo: es posible que Martinoli abuse de su oficio para dirigir ataques personales contra el ahora ex DT de la Selección. Sin embargo, eso no justifica la explosión de ira de Herrera. Los hombres que, por angas o mangas, tienen presencia pública, están sujetos a la crítica e incluso a agresiones de malquerientes aunque éstos no tengan un perfil auténticamente profesional.
Piojo ya les había llenado los zapatos de piedritas a los caciques de la Federación. ¿A qué horas hacía su chamba como DT si todo el tiempo lo dedicaba a hacer promociones comerciales? Se ve mal. Está mal. Muchos hinchas son gente de poco cacumen (recuerdo a un chavo a quien entrevistaron en vísperas de un partido. El chaval dijo al micrófono que levaba 24 horas haciendo cola: “ya perdí el trabajo, pero no importa, porque veré el juego”, dijo este magnífico ejemplar del enorme ejército de descerebrados) y se creen, como si fuera dogma, lo que dicen sus ídolos.
Por cierto, Roberto Hernández cojea de la misma patita. En su programa promueve agua mineral, baterías para autos, pinturas, y no sé si ya le quitaron el contrato, pero en su tiempo difundía las delicias de carnitas y chicharrón de un conocido establecimiento. Y luego nos preguntamos por qué el futbol mexicano está en el subsuelo.
Amo ese deporte. Lo jugué, mucho, en mi adolescencia. No soy, nunca seré un experto, pero me emociona ver un enfrentamiento de a de veras entre escuadras de buen nivel. Pero, de qué estoy hablando si los tatamandones de la FIFA se libraron de la prisión por un pelo de ratón.
No diré que la corrupción en el fut es universal, porque ignoro si la depravación contaminó ya a los clubes de Venus o Saturno. Pero en este, nuestro agobiado, contaminado planeta, los grandes intereses convirtieron a la pelota de cuero en un cuadrado perfecto.
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