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1893 29 Julio 2015

 

 

DISPARATES
Piojicidio
Armando Hugo Ortiz

 

Monterrey.- Consummatum est, a Miguel Ernesto Herrera Aguirre le extrajeron el corazón palpitante en la piedra de sacrificios, buscando calmar la ira divina.

Se lo aplastaron con las uñas de los pulgares.

Sabido es que el sobrenombre se debe a su estatura corta, tronco robusto y extremidades pequeñas, semejando al parásito del hombre.   

Su trayectoria como jugador y entrenador se ubica en la medianía. Televisa lo llevó a la selección nacional en un momento crítico, cuando iban a perder millonadas de dólares por no calificar. México pasó al mundial de 2014 de panzazo, con ayuda de la FIFA. Su participación fue con la misma pobreza, pero se le maquilló como un héroe, San Piojo Salvador. 

Este año comenzó su declive, lo que antes fueron gracias corporales se trocaron en ridiculeces inaceptables. Su lío con un locutor, igual de payaso que él, terminó a trompadas. Le mostraron tarjeta roja, pese a ganar de forma, por lo menos extraña, la Copa de Oro.

La inmolación no fue porque la “afición merece respeto y figuras íntegras”, como argumentan los directivos de la Femexfut, sino como distractor, para evitar que a ellos los metan al bote, igual que sus socios de la Concacaf, ya tras las rejas.

Este Piojo no hizo tanto daño, los verdaderos chupasangre son los dueños de los equipos, que transformaron un sano deporte espectáculo en mero negocio.

El futbol mexicano está empiojado: oscuros en la cabeza, blancos en el tronco, amarillentos en las regiones pudendas. Todos, sin llenadera. Acabar  con tanta alimaña requiere de un enérgico fregado hasta las regiones más íntimas, con jabón del perro agradecido.

Pero sería mejor un peine, el llamado chinito piojero o caporal; juntarlos en manada y echarlos a una sartén bajo fuego, para que truenen como semillas de calabaza. 

a_hugo16@hotmail.com

 

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