La televisión: baluarte de la sociedad cerrada
Eloy Garza González
San Pedro Garza García.- ¿Que seríamos capaces de hacer con nuestro cerebro si restáramos tiempo a ver televisión?
Tan solo en EUA los televidentes han consumido 250 mil millones de horas desde que se inventó ese aparato. Es increíble imaginar lo que hubiéramos llegado a hacer como género humano con tantas horas bien invertidas, es decir, con tanto excedente cognitivo.
Desde luego, no es criticable que la gente vea televisión. Si acaso, desaprobaría a los adictos televisivos por consumir tanto tiempo ocioso sin ventajas tangibles. Sería mejor, por ejemplo, que los televidentes fueran más bien usuarios que participan colectivamente en una plataforma virtual de beneficio colectivo.
Sin embargo, esta preferencia no la comparten los gobiernos de ningún país. ¿Por qué? La administración Obama, por ejemplo, no se cansa de exigir a Twitter y Facebook que le entregue los datos de sus usuarios mediante requisitorias judiciales. Si el gobierno iraní intentara obtener por la fuerza este tipo de información, los grupos defensores de derechos humanos de todo el mundo ya hubieran puesto el grito en el cielo. Pero como se trata del gobierno de EUA, nadie dice nada. Lo mismo pasa con el gobierno mexicano, que ya quiere legislar para restringirnos Internet.
¿Por qué la mayoría de las ONG´s callan ante tamaña arbitrariedad? Porque muchas no son más que caretas del poder estadounidense para meter su pata en Oriente, Europa del Este y América Latina, con argumentos democráticos y liberales que los estadounidenses no se aplican a sí mismos.
Es la misma postura represiva de aquel senador Joseph McCarthy, aquel policía J. Edgar Hoover, cuando iniciaron una cacería de brujas con un empecinamiento visceral que envidiarían las dictaduras más cerradas del mundo.
El gobierno de EUA sigue manteniendo los mismos traumas no resueltos de paranoia conspirativa de la administración Nixon, cuando se pretendió expulsar de ese país a artistas como John Lennon, por el “grave delito” de haber cantado proclamas entre 1964 y 1975 contra la guerra de Vietnam. Desde entonces, los gobiernos prefieren ver a su población viendo televisión muchas horas al día, en vez de asumirlos como ciudadanos de sociedades abiertas, críticas y participativas.
