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1898 5 Agosto 2015

 

 

Quiero tanto a Julio
Eligio Coronado

 

Monterrey.- En este volumen homónimo, de Silvia Favaretto (Venecia, Italia, 1977), cuatro cuentos constituyen un delicioso homenaje para el célebre autor de Rayuela (1963).

Cortázar aparece en los títulos de los cuatro capítulos, en los primeros dos epígrafes, y en el segundo cuento (“Porque así de ciego es este río”), cuando la joven protagonista piensa en él antes de pedir un libro suyo (“estoy buscando Historia (sic) de cronopios y de famas, de Cortázar”, p. 14) y después cuando corrige al dependiente (“No: Julio Cortázar”, p. 15).

Además, el título del cuentario remite de inmediato al clásico cortazariano Queremos tanto a Glenda (1980). También los nombres de tres de los cuentos están tomados de poemas del autor de Último round (1969) y el otro (“Hard Cora”) nos recuerda a “La señorita Cora”, otro clásico del belga, de su cuentario Todos los fuegos el fuego (1966). Mención aparte merece la portada antológica del artista y editor Rafael Cárdenas Aldrete.

Por su parte los cuentos se desplazan por atmósferas cortazarianas. En “El placer es ese esclavo innoble” un voyerista (que observa a una pareja hacer el amor, deseando ser el galán) resulta ser una salamanquesa (salamandra): “¿Y eso? ¿Qué es ese bicho en la esquina de la pared? No pensaba que existieran aquí también las salamanquesas… bueno, por lo menos te come los mosquitos…“ (p. 11).

Más cortazariano resulta el ya citado “Porque así de ciego es este río”, donde al parecer ha nacido un inmenso amor, de ésos legendarios que son para siempre y traspasan las barreras del tiempo para instalarse en la tienda de la historia como ejemplo a seguir, loar y envidiar, cuando de pronto la chica súperenamorada descubre que el objeto de su afecto es una bolsa de defectos, entre los que contamos: distraído, sordo, ignorante (¡no sabe quién es Julio Cortázar y escribe “Kordassa”!), pelo pintado de rubio, con granos purulentos en el lado derecho de su nariz, pelitos negros en la nariz, ojeras negras y le faltan dos dientes delanteros: “por eso es que no abría casi la boca al hablar” me dije a mí misma, como consolándome, como olvidándome para siempre de (…) criaturas hermosas imaginarias afines” (p. 17).

No menos encantador resulta “Hard Cora”, historia contada alternadamente a cinco voces: por la autora, por la protagonista (una chica que se va a poner un tatuaje), por la madre y el padre de ella y por el tatuador. La chica quiere tatuarse una frase del Che Guevara (“Hasta la victoria, siempre”) en idioma chino sobre el trasero. Pero el tatuador, sólo porque ella le cae mal, le pone esta frase: “Entrada libre” (p. 25).

El más curioso de los cuentos cierra este homenaje: “Sin que tanta cosa irrenunciable hubiera sucedido”, donde una persona descubre que puede combatir sus jaquecas escribiendo cualquier cosa: “recetas, anagramas, aforismos, poemas” (p. 27-28). Pero luego el dolor le pide cuentos y después que éstos sean biográficos. Finalmente, el protagonista opta por el suicidio.

* Silvia Favaretto. Quiero tanto a Julio. Monterrey, N.L.: Edit. Poetazos, 2015. 30 pp. (serie: Perseguidor de Cronopios).  (Libro de bolsillo: 10.5 x 7 cms.)

 

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