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1898 5 Agosto 2015

 

 

Cumbia y ruptura
Joaquín Hurtado

 

Por Rubén Espinosa y todos los periodistas caídos

Alemania.- Con perdón de G.C. Lichtenberg diré una obvia babosada: la juventud siempre busca y construye sus propios espacios de expresión, denuncia, riesgo, diversión, encuentro sexual, comunicación, seguridad, aprendizaje.

Si los rucos no les abren la cancha los jugadores emergentes igual la arrebatan. El proceso de toma y daca no siempre es terso, la Luna se pinta de sangre, las tribunas arden de rabia. Todo depende del humor y las luces del patriarca instalado en el poder.

Con la atingencia y legendaria sabiduría que lo caracterizan, el presidente Peña Nieto dijo hoy que “hay países peores que México”. Tiene razón su goleadora majestad. El no soportaría estar ni un instante en Alemania, particularmente en sitios como el Stilbrvch (rigurosamente traducido: Ruptura Estilística).

Es un club estudiantil en el sótano de la biblioteca de la facultad de Leyes, dentro del majestuoso campus universitario de Gotinga. Al entrar hay un cartel en alemán que reza: “¡Alemania, eres un pedazo de mierda!” Otro más allá: “Fuck music, make noise”. Y así, los estudiantes políglotas han pintarrajeado los muros con el caos que estremece al planeta. Qué asco de prole europea.

Acepté venir a hablar de aquello que ignoro y a callar lo poquito que sé, por mi naturaleza alcahueta y curiosa. Me fascina meterme en aventuras chipotudas por prurito metodológico, he atesorado mi parco bagaje intelectual en un constante proceso autodidacta. Lo que la Salamanca no me dio yo lo busco en las piqueras. Los chavos de este ejido quieren saber mi opinión sobre la cumbia como movimiento social en Monterrey.

¿Movimiento social? Los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, los familiares de decenas de miles de desaparecidos o detenidos extrajudicialmente, los ambientalistas que luchan por una urbe más sustentable, los que pugnan por prender la alerta de género, los que luchan por una economía más humana, los de la diversidad sexual vituperada, los estudiantes excluidos de la educación superior, los profes culpados del fracaso educativo…

Esos son, hijos míos y de la lívida madre Alemania, los actuales, legítimos y urgentes movimientos de una sociedad mexicana harta, despierta, globalizada.
Sin embargo la candela nerviosa, las llagas indígenas, la atávica miseria, la musculatura aporreada de millones de excluidos, la garra sensual y estilizada de la cumbia producida en Monterrey, es tan seductora temáticamente que acepté el título sugerido por los organizadores.

Y aquí estoy, tirando verbo no sólo en clave de denuncia, sino como un admirador más de los poemas de los hijos del Pocabuy, como Andrés Landero y tantos artistas del abanico esplendoroso que por pereza o pericia llamamos simplemente cumbia colombiana.

Por mi parte espero que se recauden muchos euros solidarios para los activistas de La Comunitaria, en regiolandia y Rebajado Mx. Yo me entrego sin reservas a los tiernos movimientos de ruptura cultural y resistencia política de las nuevas generaciones. Por eso nadie me quiere.

No sé si vaya a satisfacer lo que esperan de mí los integrantes de Qué se siente records, FVGA, KulturKollektiv Göttingen, Litlog- Göttinger eMagazin für Literatur, Kultur und Wissenschaft. Todos amigos míos, tesoneros colectivos anfitriones.

Quizás les diré simplemente: a ver morros, ya toquen los bits cumbiamberos, ya pongan en las tornamesas mi  Reina de la Cumbia,  Mar Azul, Sal y Agua, Por ahí es que va la cosa y todas esas melancólicas rolitas de los años del guayabo. Aquí estoy para aprender de los Djs No Semos, BomBomBum y Hot Town.

Juro que me quedaré quietecito con mi cheve bávara, y muy atento porque quiero ser igual de chingón y listo que Peña Nieto.

 

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