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1898 5 Agosto 2015

 

 

MALDITOS HIPSTERS
Los animales y el estadio
Luis Valdez

 

Monterrey.- Una cosa es que se les ocurra hacer un estadio cerca de un
zoológico y otra, más extrema, es la idea egoísta de festejar con
pirotecnia a sabiendas de que el ruido extremo estresa a los animales.

Simplemente los perros se retuercen de dolor, imaginen las especies
menos domésticas.

Hacemos escándalo de nota periodística cuando animales salvajes como
osos y jabalíes bajan del cerro y se meten a casas y terrenos en
construcción en Chipinque o en las faldas del mismo cerro. ¡Como si
estos animales fueran los invasores! ¿De quién es la propiedad, según
la lógica de la naturaleza o las leyes del hombre? ¿Quién invade a
quién?

En su afán ególatra, la inauguración de un estadio (y además que el
equipo se llama como la ciudad del área metropolitana) a la mayoría le
parece una fiesta digna de pirotecnia. Lo que conlleva a su
estruendoso ruido, su contaminación y su impacto en el suelo y el
aire. Hay especies animales que mueren de un infarto por menos que
esto.

Quien esto escribe, no está a favor ni en contra de los movimientos
animalistas, veganos o bicicleteros. Lo que propiamente me indigna y
avergüenza es el constante afán (urbano, sobre todo) de mantener
nuestras circunstancias egoístas si se supone que estamos dentro de
una sociedad.

Si somos egoístas con nuestros semejantes, cuanto más
con los animales de un zoológico. ¿Es que ahora que hay un estadio
nuevo, se nos olvidó que tenemos cerca un área de protección a
especies animales? ¿Nos ha dejado de importar el patrimonio que
representa un zoológico, ante el jolgorio de un estadio nuevo? ¿Cómo
va nuestra escala de valores ante los demás seres vivos?

Porque si de respeto y tolerancia hablamos, los veganos (con sus
radicalismos de insultar a quienes comen carne), los antitaurinos (al
borde del terrorismo) y los bicicleteros (que se atraviesan en las
avenidas más peligrosas poniéndose en riesgo y poniendo en riesgo a
los automovilistas y pasajeros de transporte público) tampoco son
blancas palomitas.

¿Pero qué se quiere demostrar? ¿Que nuestro derecho
a una identidad personal solapa nuestros egoísmos?

 

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