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1908 19 Agosto 2015

 

 

A Yuri le robaron la trompeta
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- A Yuri, el trompetista cubano, le robaron su trompeta. Monterrey es una ciudad fría para el músico que migra de otras tierras.

Vemos el color de piel, el acento ajeno y las costumbres que no son nuestras, como  cosas exóticas, curiosas si las vislumbramos de lejos; incómodas si tenemos que convivir diariamente con ellas.

A Yuri le robaron la trompeta y al ladrón le importa un bledo los aprietos de un músico sin instrumento. Este pobre ladrón robó algo más que una trompeta. Hurtó un medio de subsistencia, y arrastró en su marea de ofensa el motivo por el cual Yuri le da sentido a su existencia.

Antier se reunió la comunidad cubana en el Mandela, no para lamentar la mala fortuna de Yuri. Me paré en el escenario y aventuré la sospecha de que el ladrón de la trompeta era Arturo Sandoval, quien por cierto, es el más grande trompetista que ha dado Cuba al mundo y vive en Miami desde hace más de 30 años. Yuri me replica que Arturo Sandoval debe de tener más de cien trompetas. Y yo le respondo que seguramente sí, pero ninguna como la trompeta  de Yuri.

¿Y qué tiene de especial la trompeta de Yuri? Para empezar, que es suya, y nuestro instrumento de trabajo es lo que más valoramos más en esta vida. Con él subsistimos y mantenemos a nuestra familia. Otro cubano, naturalizado en México, Abel Castillo, le prestó a Yuri una trompeta. Así volvió a tocar con su orquesta las canciones de salsa y merengue para el público regiomontano.

A Yuri, el trompetista cubano, le robaron la trompeta. Y la comunidad cubana se reunió antier por la noche a enderezarle su supuesta mala suerte. Entre todos juntamos dinero para que Yuri compre una trompeta similar a la robada; una trompeta reluciente y sonora, para cantar la esperanza de la vida en común.

Si la gente de Monterrey replicara el gesto de la comunidad cubana avecindada aquí, en las faldas del Cerro de la Silla, otro gallo nos cantaría. Si los nuevoleoneses fuéramos solidarios como los cubanos que viven aquí, no ocuparíamos de gobiernos ladrones, de políticos chapuceros, de broncos o iluminados, para salir adelante y recuperar las cosas hurtadas, los valores descuidados, la solidaridad perdida.

A Yuri, el trompetista cubano, le robaron la trompeta. Pero esta maldad es apenas mera anécdota, porque antier recibió el apoyo de su gente, de su pueblo, y de los mexicanos que, más que ver a los migrantes como seres ajenos, los recibimos como hermanos.

 

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