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1923 9 Septiembre 2015

 

 

¿El final?
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Rodrigo Medina ha sido el mandatario estatal más criticado por la opinión pública de los últimos sexenios. Una frase le queda como anillo al dedo: sobre la burla el escarnio.

El imaginario colectivo lo ha juzgado ya. Y el veredicto rebasa cualquier acción legal: el escarnio ha corrido como reguero de pólvora, a veces con mayor intensidad, a veces como un secreto a voces.

Una buena cantidad de asuntos del gobierno estatal han impactado en la sociedad nuevoleonesa: supuesto enriquecimiento ilícito suyo y de su familia, compra ilegal de terrenos en Mina, operaciones inmobiliarias sospechosas en el Valle de Texas, adquisición y construcción de bienes inmuebles en San Pedro, cobros de comisión a los proveedores del gobierno estatal.

Por otro lado se habla de cuentas públicas truqueadas, gasto de tres millones de pesos diarios en promoción de imagen personal contabilizadas por El Norte, dispendio en frivolidades como el concierto VIP del cantante Luis Miguel y finalmente, pero quizá el asunto más grave, el intento (frustrado hasta ahora) de emprender el proyecto faraónico Monterrey VI. 

Sin embargo, el lastre que más ha afectado al actual gobierno estatal es la deuda pública: más de 60 mil millones de pesos, sin contar otras estimaciones como las publicadas por el Congreso Nacional Ciudadano con cifras documentadas por más de 80 mil millones de pesos, lo que convierte esa deuda per cápita en la más alta de todas las entidades federativas. 

La caída libre de la imagen de Medina pareció frenarse con el arribo a la Presidencia de Enrique Peña Nieto (con todo y que en Nuevo León, Peña perdió las elecciones). Como pocos gobernadores cercanos al Presidente, Medina se hizo (o lo hicieron) responsable del manejo de recursos y estrategia electoral para el triunfo de la candidata a gobernadora del PRI, Ivonne Álvarez. 

Eso sin contar con que (ventaja añadida) Medina tuvo mano ancha para nombrar a la mayoría de los candidatos a diputados federales y locales de su partido, así como a los candidatos a alcaldes del Área Metropolitana de Monterrey, menospreciando a otros grupos priistas de la entidad. 

Como ahora se dice en el argot político, Medina pidió y le dieron la “enchilada completa” en la elección del pasado 7 de junio. La de Medina pudo haber sido una elección de Estado. No lo fue porque se trató de una elección de Estado fallida. En ellos, la intención fue evidente. Para ellos, los resultados fueron funestos.

 

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