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1943 7 Octubre 2015

 

 

De la fama y el olvido
Eligio Coronado

 

Monterrey.- Caóticamente, los recuerdos se van acumulando en el baúl de la existencia: sin orden cronológico, temático, preferencial o de importancia.

Seleccionarlos para darles cuerpo autobiográfico requiere organizarlos para enfatizar el valor que cada uno tuvo en su momento y, en algunos casos, todavía.

Sin embargo, Ventura Cantú (Ciudad Madero, Tamps., 1932-Ciudad de México, 2010) prefirió compartirlos al vuelo, a veces sin fecha, saltando libremente en el tiempo, según fueron invocados por las circunstancias, el oficio de los personajes citados, el parentesco, el origen, el lugar de trabajo, causa de muerte, etcétera.

Ventura Cantú, cuya carrera en el espectáculo inició en 1947, fue locutor, mago, ventrílocuo, conductor de televisión, actor, promotor, cirquero, payaso, periodista y empresario, entre otras actividades. En De la fama y el olvido* nos lleva al Monterrey del siglo pasado donde el arte popular y los espectáculos regían la vida cotidiana desde las carpas, los teatros, los circos, las plazas de toros, las arenas de box y lucha libre, los cines, las terrazas y los cabarets.

Enorme es la cantidad de personajes que habitan estas páginas: actores, albureros, boxeadores, cantantes, cirqueros, cómicos, compositores, conductores de televisión, empresarios, gobernadores, imitadores, locutores, luchadores, magos, mecenas, payasos, periodistas, políticos, presidentes, promotores, sacerdotes, titiriteros, toreros, vedettes y ventrílocuos, por citar sólo algunos de los muchos famosos que devoró el olvido.

Abundan las revelaciones de todo tipo: “la cantante Tocha Treviño (…) fue la compositora de la canción Sin ti, pieza que se adjudicó sin ningún recato ni vergüenza Pepe Guízar” (p. 167), “todos (los cosmonautas) dicen que (cuando están en el espacio) se escucha una leve música que los alegra. (…) Carl Sagan (…) se dio a la tarea de identificarla. ¿Saben lo que encontró?... El huapango El cascabel, del tampiqueño Lorenzo Barcelata” (p. 230), “Thomas Alva Edison, el inventor de la luz eléctrica, nació en Zacatecas, en una modesta casa del centro de la ciudad. En este lugar está colocada un placa metálica que así lo señala” (p. 109).

Anécdotas, accidentes, incidentes, crímenes, suicidios, pleitos, aventuras, envidias, romances, traiciones, descubrimientos, y otros aspectos del Monterrey de ayer complementan este volumen: el crimen de la calle Aramberri (p. 246), el derrumbe del teleférico del Cerro de la Silla (p. 257), el desplome de la iglesia de Cristo Rey (p. 246), el avionazo donde murió el político Carlos Madrazo (allí también falleció el tenista Rafael “Pelón” Osuna, p. 251), el primer edificio alto de nuestra ciudad (p. 319), el primer vendedor de carne asada en la urbe regia (p. 30), la primera galletera regiomontana (p. 115), Fidel Castro y su estancia en la Sultana del Norte (p. 97), el primer cine en la localidad (p. 76), el inventor de las frituras “Encanto” (p. 112-113), el    túnel del Obispado (p. 116) y la primera tortilladora en nuestra patria chica (p. 117), entre toda una avalancha informativa. 

* Ventura Cantú. De la fama y el olvido. Vers. correg. y aum. Monterrey, N.L.; Edit. UANL, 2014. 359 pp., Fot. (Serie: Ancla de Tiempo.)

 

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