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1943 7 Octubre 2015

 

 

Taxonomía de un político
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- En el político se magnifican los sesgos mentales que tiene cualquier persona normal. Este problema no sólo pasa en Nuevo León, sino que abarca México entero.

Lo estudia la ciencia cognitiva y se reproduce indistintamente en el territorio nacional. Por afán de síntesis reduzco estas distorsiones cognitivas, en siete principios.

1.- Los políticos, mientras más incompetentes sean en su función, son menos conscientes de ello. A eso, la ciencia cognitiva lo denomina Ley de Dunning-Kruger: son los políticos mediocres, con menos destrezas y talentos, quienes tienen más amor propio, más autoestima y se sienten más seguros de lo que hacen y ordenan en su esfera pública. Léase Rodrigo Medina.

2.- Los políticos no saben imaginar el futuro y tienden a no querer demorar sus recompensas, posponiendo cualquier sacrificio personal para más adelante. Prefieren mejorar su patrimonio aquí y ahora (corrupción), que cultivar una reputación bien asentada que los honre al final de su sexenio. Léase Rodrigo Medina.

3.- Los políticos suponen, más de la cuenta, que la mayoría de la gente piensa igual que ellos y que la empatía popular se produce sin mayores complicaciones. Este autoengaño se conoce en psicología como el “falso consenso”: creer que los demás están de acuerdo o simpatizan con uno más allá de lo real. Léase Rodrigo Medina.

4.- Los políticos temen las críticas de la prensa y la evaluación severa de su desempeño por parte de la opinión pública. Esta disonancia se debe a que el ser humano sobreestima el grado en que los demás perciben sus debilidades, taras y flaquezas. De ahí que los políticos padezcan frecuentemente ese sentimiento de miedo llamado ansiedad. Léase Rodrigo Medina.

5.- Los políticos tienden a rodearse de gente afín, que se les parezca. A eso se le llama hemofilia: crean su círculo cercano a su imagen y semejanza. Por autoafirmación, les gusta dar la última palabra y tener la razón siempre. Cuando alguien les contradice, lo ignoran o lo apartan de su entorno. Prefieren incubar en su mente aquello que encaja en su patrón de ideas preestablecidas (si las tienen) que convivir con lo que no embona en su marco de ideas y creencias. Léase Rodrigo Medina.

6.- Los actores políticos tienen que justificar cada acción tomada por ellos, especialmente si es controvertida, aunque se compruebe que es un evidente error o un fiasco. El motor de esta justificación se conoce en ciencia cognitiva como “la necesidad de la consistencia mental”. De manera inconsciente, los políticos buscan esa consistencia mental en cada uno de sus actos de gobierno, aunque a todas luces delaten las sombras del fracaso. Léase Rodrigo Medina.

7.- Los políticos suelen desear (por más que hablen en sus discursos del cambio), que las cosas se queden como están: infra-valoran lo novedoso y no les provoca emoción lo nuevo. Y es que, derivado de la llamada Ley de Yerkes Dodson, mientras más complejas sean sus responsabilidades y funciones, más bajo será el nivel de emoción que pueda tolerar un político, antes de que disminuya su nivel de rendimiento. Léase Rodrigo Medina.

 

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