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1943 7 Octubre 2015

 

 

Ruta del poder militar
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- La mentira y el cinismo –me escribió un lector mal pensado–, nacieron en México. Son nuestras más importantes aportaciones a la cultura, agrega. No, no es cierto. Pero en la vida real, como si lo fuera.

La Sinfónica ejecuta el Canto a la Alegría del jefe Beethoven al tiempo que Enrique Peña Nieto canta el libreto cuya letra condena el autoritarismo y ensalza las bondades de la transparencia que caracteriza al gobierno del de Atlacomulco. Esto, al tiempo que el general-secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, fulmina, desde el templo de Marte, a los civiles que se atreven a solicitar el visto bueno para entrar al cuartel de Iguala e interrogar a la tropa de 27 Batallón.

Los militares, nos da a entender el de las cuatro estrellas, están por encima de las leyes. Estas fueron hechas para el personal civil, no para el estamento castrense.

El Poder Judicial avala el empoderamiento de Cienfuegos: Cuatro de los siete soldados acusados por la matanza de Tlatlaya fueron puestos en libertad y los tres que todavía están en prisión pronto saldrán para, supongo, reincorporarse a su destacamento. En Tlatlaya, dice la historia oficial, no hubo asesinato colectivo: cayeron 22 malosos que se atrevieron a disparar contra el Ejército.

Lo que ocurre, según la alta burocracia, es que hay un compló universal contra México: El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; los forenses argentinos; la propia OEA, la ONU, el nuevo presidente del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, los periódicos, la radio y la TV de los cinco continentes y la madre de los caballos. Todos están en contra de México y es que nos envidian. Je je.

Los informes de los técnicos e investigadores no se corresponden con la realidad de un Estado de Derecho que aplica con rigor la ley, lo mismo para los débiles que para los poderosos. Casto Patriarca Señor San José: ¿Cómo es posible que México pueda sobrevivir si los hombres que nos gobiernan, encerrados en su torre de marfil, se entercan en darle la espalda a la realidad?

Ni siquiera sabemos cuántos mexicanos han sido abatidos en los ocho años que dura esta guerra limitada a tiroteos con sicarios y ejecuciones extrajudiciales de inocentes. Tampoco tenemos idea del número de personas desaparecidas.

A partir de la tragedia de Ayotzinapa, los vecinos se dedicaron a buscar narcofosas y en un año han encontrado los despojos de 400 seres humanos. Sí, los militares matan y apresan narcopistoleros al por mayor. ¿Y qué? Hay docenas en lista de espera para ocupar el lugar de los caídos. A este paso, entraremos al Cuarto Milenio con fusileros y, quizás también tanques en las ciudades y el campo.

Los capos de capos no son esos matones analfabetos: los dueños de las redes del narcotráfico son, todos lo sabemos, políticos y empresarios de alto nivel.

Para ser efectiva, la represión se tendría que manifestar en esa terra incognita que es el lavado de dinero. Es evidente que ni a EPN no lo anima la voluntad política de erradicar esa lacra.

También es obvio que la casta militar adquiere cada día más poder. ¿Hacia dónde nos quieren llevar?

Pie de página
El baile empezó bien. Los padres conscriptos le dieron el visto bueno a Fernando Elizondo como Coordinador Ejecutivo del broncogabinete. Y otra: El nuevo gobierno le quitó la Notaría Pública al exgobernador Humberto Medina Ainslie. En realidad, el campesino de Mina había perdido el fiat desde 2012, pero el poder se creó para usar y abusar de él. Palo dado ni quien lo quita. Rodríguez Calderón disparó el primer balazo de una guerra que los Medina no pueden ganar.

hugo1857@outlook.com

 

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