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1951 19 Octubre 2015

 

 

Un gobernador transformacional
Mentor Tijerina Martínez

 

Monterrey.- Agradezco a la UANL por haberme invitado a presentar este libro de Benjamín Palacios: “Páginas sobre Arturo B. de la Garza, Un Gobernador Progresista en el corazón del conservadurismo (1943-1949)”.

Felicito a mi tío Lucas de la Garza por haber concebido y perseverado contra viento y marea en la idea de rescatar la memoria de su padre Arturo B. de la Garza.

Y, sobre todo, felicito al autor, a Benjamín Palacios, por haber escrito este bello libro tan bien hecho, tan equilibrado y tan puntual.

Tengo que confesar que el libro me conmovió mucho, estamos en presencia de un libro muy riguroso, escrito de una forma muy objetiva y basada en los hechos y fuentes históricas de primera mano.

Benjamín Palacios nos dice que no se trata de una biografía en el sentido convencional del término, pues el grueso del libro se enfoca en las acciones como gobernante de Arturo  B. de la Garza, que abarcan el periodo de 1943 a 1949.

El libro tiene el formato de una tesis de investigación doctoral, tiene un plan de exposición bien equilibrado, dividido en tres partes: la primera que habla de los orígenes, la llegada a gobernador, y las grandes acciones de política pública. La segunda parte pone la lupa en tres casos de gobierno que le tocó enfrentar a Arturo B. de la Garza: el nacimiento de la Universidad de Nuevo León, la nacionalización de Agua y Drenaje y la incautación de Cristalería. La tercera parte nos habla de los últimos años de la vida de Arturo B. de la Garza, quien muere muy joven, a los 47 años de edad, a poco más de dos años de haber terminado su gestión como gobernador.
 
El libro tiene como objetivo importante reivindicar la figura y la labor de Arturo B. de la Garza como Gobernador de Nuevo León. Por múltiples razones, la labor de Arturo B. de la Garza ha sido injustamente olvidada en la historia de la sociedad nuevoleonesa.

El acierto de Benjamín Palacios consiste en presentar la historia de un personaje que fue vital para el desarrollo del Nuevo León que hoy conocemos.

Arturo B. de la Garza fue gobernador a los 38 años de edad. Fue el primer gobernador civil y el primer gobierno sexenal  de la Revolución Mexicana.

El autor nos dice que, sin embargo, el valor de Arturo B. de la Garza no consiste en que haya sido el primer gobernador civil y sexenal de la Revolución Mexicana en Nuevo León, sino en su profunda política social.

Para Benjamín Palacios se trata de un gobierno “extemporáneo”, de un gobierno que puede ser considerado casi como una anomalía histórica. A Arturo B. de la Garza le toca ser gobernador en la transición entre el gobierno del General Cárdenas y el gobierno de Miguel Alemán, transición que marca justamente el cambio de rumbo de la Revolución Mexicana. A pesar de haber coexistido tres años con el gobierno de Manuel Ávila Camacho y tres años con el gobierno de Miguel Alemán, el gobierno de Arturo B. de la Garza no dejó de ser de profunda transformación social.

A nivel global, en 1943, cuando toma posesión como Gobernador, el mundo se encontraba en plena guerra mundial. Era un periodo de liderazgos fuertes: en el lado de los aliados se encontraban Winston Churchill, Franklin Roosevelt y Joseph Stalin; por el lado de las potencias del eje: Adolf Hitler y Benito Mussolini. El mundo se debatía entre democracia liberal y regímenes totalitarios, como fueron el nazismo, el fascismo y el comunismo.

¿Pero antes de analizar los años como gobernador preguntémonos quién fue Arturo B. de la Garza como ser humano, cuáles son sus orígenes, cómo salió adelante, cómo se hizo de ese liderazgo que lo llevaría a ser Gobernador de Nuevo León, cuáles son los valores que lo impulsan, y qué fue lo que lo motivó a hacer un gobierno de profundo compromiso social?
 
Entender y descifrar al personaje fue la parte que más trabajo me costó. A lo largo del libro aparece un personaje con un carácter valiente, franco, muy directo, que  llama a las cosas como son. No lograba descifrar al personaje hasta que leí el discurso que pronunció en General Bravo, su pueblo natal, en un gira que realizó como Gobernador en 1949.

En el origen está General Bravo
La clave para explicar al personaje es General Bravo, su pueblo natal. Y no es que yo crea en el determinismo de aquellos que piensan que “origen es destino”, pues gran parte de las acciones de los grandes hombres está determinada por el contexto que les tocó vivir. Lo que es cierto es que los hombres reaccionan a ese contexto en base a la personalidad y al liderazgo que desarrollaron durante su infancia y adolescencia.

José Arturo Bonifacio de la Garza y Garza, a quien posteriormente se le conocería simplemente como Arturo B. de la Garza, nació en General Bravo, Nuevo León, el 14 de mayo de 1905. Sus padres fueron Lucas de Jesús de la Garza Polanco y María de Dolores Garza Cantú.

Arturo B. de la Garza comienza su discurso de General Bravo diciendo: “…con muchos de ustedes (…) vivimos los sinsabores de esta tierra dura y de este cielo negro en que muy pocas veces llueve. De esta tierra y este cielo negro que nos ha vomitado, que nos ha arrojado (como arroja la marea del mar las cosas que trae y a veces son muy ricas) a otros horizontes y a otros rumbos en busca de vida mejor; pero que no obstante, si esa vida ha sido mejor o más amarga, no ha quitado un ápice de cariño, a ese gran cariño que sentimos por esta tierra que nos vio nacer”.

General Bravo, en palabras de Arturo B. de la Garza, “es esta tierra dura y este cielo negro que nos ha vomitado y arrojado a otros horizontes y a otros rumbos en busca de vida mejor”.

En el discurso de la gira a General Bravo, Arturo B. de la Garza habla de sus ancestros, refiriéndose con mucho orgullo a sus tíos abuelos: Urbano Cantú Chapa y Darío Garza Cantú.

Del primero de sus tíos abuelos dice: “Urbano Cantú defensor de Monterrey en la guerra contra los americanos, a quienes hizo morder el polvo de su ira en el Cañón del Huajuco y que después de su muerte fue honrado en Monterrey designando con su nombre la avenida que hoy se conoce como Calzada Madero”.

De Darío Garza Cantú recuerda: “Nosotros queremos decirles que sí es cierto que General Bravo ha usado las armas; pero con un Darío Garza Cantú que fue un segundo o tercer Jefe con Mariano Escobedo en Santa Isabel y Santa Gertrudis. Con Darío Garza Cantú que fue segundo en Querétaro, cuando se le dio muerte a Maximiliano y trajo a México una nueva época: la época de la Reforma”.

Y precisamente fue el Teniente Coronel, Darío Garza Cantú, quien en 1868, presionando inclusive con el uso de la fuerza de las armas, lograría que el Rancho El Toro, perteneciente a la jurisdicción de China, se erigiera en el municipio de General Bravo. Debemos a Darío Garza Cantú la rivalidad ya centenaria entre China y Bravo.

Hay otro personaje de General Bravo que será clave en la trayectoria de Arturo B. de la Garza: Bonifacio Salinas Leal, quien era cinco años mayor que Arturo y quien sería arrojado de General Bravo a los 13 años para unirse a las filas de la Revolución Mexicana.

Más adelante en este mismo discurso de General Bravo, refiriéndose a la Revolución Mexicana, Arturo B. de la Garza dice: “Nosotros tenemos que decirles que en el segundo alumbramiento (y no hay alumbramiento sin sangre derramada) General Bravo mandó muchas gentes, muchas gentes grandes y aquí están de testigos todos los que fueron a ese movimiento de nuestro México. Todo el que tuvo en Bravo más de quince años, tengan la seguridad que tomó las armas y es casi seguro porque estaba muy dura la vida y era también una manera de conquistar una vida mejor al tomar las armas”.

El apoyo de General Bravo a la Revolución Mexicana fue indiscutible; al respecto, Arturo B. de la Garza comenta lo siguiente: “Aseguramos a ustedes que no fue un diez ni un treinta ni un cuarenta por ciento, sino que fue más del cincuenta por ciento de las gentes del Bravo quienes abrazaron las armas para darnos un México mejor”.

General Bravo es un pueblo excepcional, es una especie de Macondo mexicano que lucha contra la soledad y el olvido, y aún así fue semillero de guerreros y patriotas que pelearon contra la intervención estadounidense, que lucharon al lado de Benito Juárez y de Mariano Escobedo contra el intento de  los conservadores por imponer a un Emperador en México, y finalmente un pueblo que se volcó de cuerpo entero a apoyar la Revolución en su lucha por un México más justo.

Hay en este discurso de Arturo B. de la Garza una cosmovisión épica que caracteriza a los habitantes de General Bravo. Hombres armados de valentía y coraje que son vomitados y arrojados a otros horizontes en busca de una vida mejor.

La visión guerrera, espartana, de la vida de los bravenses explica la esencia del carácter de Arturo B. de la Garza: uno viene a la vida para transformar al mundo y para hacer de esta tierra un mejor lugar para vivir. Y como guerrero hay que forjar el carácter, la valentía y el coraje.

El guerrero, el héroe, tiene una misión en la vida muy diferente a la del comerciante o la del capitalista. La guerra y la política son actividades superiores al comercio y a la persecución del lucro; por eso a lo largo de sus discursos hay un desdén de Arturo B. de la Garza hacia los comerciantes abusivos y una posición de tú a tú frente a los empresarios.

Guardando todas las proporciones, podríamos decir que General Bravo era una especie de Esparta, donde sus habitantes son guerreros, con un sentido heroico y transformacional del mundo, mientras que Monterrey era una especie de Fenicia, donde sus habitantes se dedican al comercio y a recorrer el mundo no para transformarlo en el sentido heroico espartano, sino para hacer negocios.

El credo bravense incluye, además de la visión épica y heroica de la vida, los ideales de dos hechos históricos en la vida política de México: la Reforma y la Revolución Mexicana.

De la Reforma están los siguientes valores: el Estado laico, la separación de al Iglesia y el Estado, la separación del poder político del poder económico, el apoyo a la educación como medio para el ascenso social, y de la Revolución Mexicana la de usar el poder del Estado para beneficio del pueblo.

Con este bagaje a cuestas Arturo B. de la Garza se traslada a Monterrey a los 14 años, para ingresar al Colegio Civil, donde fue un estudiante muy brillante y un excelente deportista.

A los 19 años presidió la Sociedad de Alumnos de Colegio Civil.

En 1933, a los 28 años, se recibe como Licenciado en Derecho. Arturo B. de la Garza solía decir: “Soy abogado por vocación y revolucionario por convicción”.

Participa activamente en la política: a los 22 años (de 1927 a 1928) ocupó un puesto menor con el Alcalde de Monterrey, Jesús María Salinas.

Tiene un papel relevante en la campaña para Gobernador de Plutarco Elías Calles hijo, y en la campaña para Gobernador de Anacleto Guerrero.

Como mencionamos líneas atrás, un personaje decisivo para su carrera política fue el General Bonifacio Salinas Leal. Con Bonifacio Salinas lo une una relación de amistad desde la época de General Bravo: nacieron el mismo día, un 14 de mayo, pero con 5 años de diferencia. Uno saldría de Bravo a los 13 años de edad para convertirse en General de la Revolución Mexicana y el otro saldría a los 14 años, para hacerse abogado.

Muchos años después, estos personajes, a quienes une el terruño, se reencontrarían en Monterrey.

De los 34 a los 38 años fue Secretario General de Gobierno con Bonifacio Salinas (1939 a 1943), y de ahí es postulado como candidato al gobierno de Nuevo León por el Partido de la Revolución Mexicana (PRM).

Y de los 38 a los 44, de 1943 a 1949, fue Gobernador de Nuevo León

La tarea como Gobernador
En su primer informe Arturo B. de la Garza expone su visión de lo que significa gobernar: “Me he preocupado cada día, cada hora y cada minuto de este primer año de mi mandato porque mi gobierno sea lo que yo creo que debe ser el Gobierno: el instrumento más honrado, más capaz, más ágil para la convivencia de todos, absolutamente de todos los habitantes; la antena sensible que perciba hasta las más leves y las más lejanas vibraciones del pueblo; el guardián de sus tradiciones y de su decoro; el animador de su vida ciudadana y el monitor de su progreso integral y armónico”.

Lo que caracteriza a la acción de Arturo B. de la Garza como Gobernador es que enfrenta los grandes desafíos de Nuevo León con acciones que atacan los problemas desde la raíz.

Cuatro son las acciones transformacionales de Arturo B. de la Garza como gobernador cuyos consecuencias aún perduran hasta nuestros días:

1. Apoyo decidido a la educación pública con recursos propios del gobierno del Estado, lo que daría nacimiento al modelo educativo de Nuevo León a nivel nacional.
2. Creación de la Universidad de Nuevo León, la que, sin lugar a dudas, es de su autoría.
3. La nacionalización de la empresa Agua y Drenaje, que sería fundamental para la urbanización acelerada de Monterrey y su zona metropolitana en las siguientes décadas.
4. Haber sentado las bases para el ejercicio de un gobierno autónomo, independiente, no supeditado al grupo empresarial Monterrey ni a los grupos de interés comercial.

Nacimiento del modelo educativo de Nuevo León
Durante el gobierno de Arturo B. de la Garza se da un apoyo a la educación con recursos propios del Estado, que se inició con la dignificación del magisterio al que aumentó el salario, otorgó pensiones de jubilación, y dotó, por primera vez en México, de un servicio médico.

En esta época se crearon los desayunos y las comidas escolares, como parte del sistema educativo para apoyar a los estudiante de escasos recursos. 16 escuelas con niños pobres, dándoles de desayunar y de comer a 2 mil 600 niños.

Creación de la Universidad de Nuevo León
Otro pilar del modelo de educación pública en nuestro estado fue la creación de la Universidad de Nuevo León, sin la cual no se podría concebir el modelo del crecimiento económico e industrialización que ha tenido Nuevo León.

Hubo varios intentos fallidos de crear una Universidad de Nuevo León. El primero fue en 1933. El segundo fue la Universidad Socialista de Nuevo León, que se creó en pleno cardenismo y que tuvo una vida muy breve, de 1934 a 1935. Luego se creó el Consejo de Cultura Superior, que tuvo una vida de 1935 a 1943.

La actual Universidad de Nuevo León fue creada mediante una Ley Orgánica publicada mediante Decreto en el Periódico Oficial del Estado, el 29 de septiembre de 1943. Esta fecha corresponde al periodo de Bonifacio Salinas y cinco días antes de la toma de posesión de Arturo B. de la Garza como Gobernador.

Benjamín Palacios nos dice que “…la paternidad de esta ley y los empeños que desembocaron en su promulgación, difícilmente podrían atribuirse a una persona con la formación de Salinas Leal”. [p. 118.]

El modelo educativo, con una fuerte participación con recursos propios del Estado, además de lo que invertía la federación, nace en las épocas de Arturo B de la Garza.

En 1949, el presupuesto para la educación fue de 8 millones 917 mil 60 pesos, frente a un presupuesto global de 24 millones 850 mil 357 pesos. Cerca del 40% del total del presupuesto del gobierno de NL iba a la educación, incluyendo la educación primaria, media y la universitaria.

Hoy en día, el porcentaje del gasto educativo en Nuevo León asciende al 50% del total del presupuesto estatal.

Algo digno de mencionarse en esta profunda tarea educativa fue la cesión del Hospital Civil a la Facultad de Medicina de la Universidad de Nuevo León. El Hospital dejó de pertenecer a la beneficencia pública y se convirtió en Hospital Escuela, lo que a la postre daría nacimiento a toda una generación de brillantes médicos y sobre todo de una atención de primer nivel para la población no derechohabiente.

Nacionalización de Agua y Drenaje
En 1944, entre el 50% y el 75% de los habitantes de Monterrey carecían del servicio de agua y drenaje. La nacionalización de la empresa de Agua y Drenaje de Monterrey, en poder de los canadienses, fue un cambio profundo que permitió resolver este grave problema de salud pública y de urbanización de una ciudad en vertiginoso crecimiento.

Al final del gobierno de Arturo B. de la Garza, el 65% de la población de Monterrey contaba con los servicios de agua y drenaje. En cuatro años de gestión se hizo más que en los 40 años anteriores de control de la empresa por los canadienses.

Llama la atención que cuando nacionalizó la empresa Agua y Drenaje no utilice argumentos ideológicos, sino fundamentalmente de servicio público y con una visión muy clara en el tema económico.

La compañía Agua y Drenaje, de capital canadiense, obtuvo la concesión de Bernardo Reyes en 1904, con un duración de 40 años, mediante un contrato sumamente ventajoso para los concesionarios.

Sus resultados no fueron del todo óptimos, pues no le daba servicio a las colonias pobres y prefería llevar el agua a terrenos inhabitados para que subieran de valor y así poder fraccionarlos.

La compañía había incumplido con los términos del contrato que estipulaba que después de deducir el 10% de la inversión había que repartir las utilidades 50% para el gobierno del estado y 50% para la empresa. Como los ingresos eran de 2 millones de pesos, y el costo de la empresa era de 8 millones, había que rebajar 800 mil pesos a los 2 millones de utilidades y repartir el 1 millón 200 mil pesos restante en partes iguales, es decir, 600 mil para el gobierno y 600 mil para la empresa. Acuerdo que la empresa jamás cumplió.

En su segundo informe de gobierno Arturo B. de la Garza destacó: “Desde un punto de vista estrictamente comercial la operación hecha por el Gobierno fue magnífica, pero el verdadero propósito, que hasta ahora se ha ido logrando, es el de dar servicio al público sin prestarse como antes sucedía, a ser instrumento para perseguir miras puramente mercantilistas. Como ejemplo debo citar que en muchas ocasiones se dio el caso de que llevaron los servicios de agua y drenaje a terrenos deshabitados, estos terrenos subían de valor en forma extraordinaria y luego eran colonizados.
De este modo se prestaba el negocio fácil y expedito contrastando con el espectáculo bochornoso que presentaban las enormes barriadas y colonias de trabajadores que tienen muchos años de fundadas y carecen de agua y drenaje”.

Las bases para la autonomía del Estado: la requisa de Cristalería
Uno de los actos más sorprendentes del gobierno de Arturo B. de la Garza fue cuando decidió defender los derechos de los obreros frente a los empresarios en la huelga que había estallado en Cristalería. El 10 de junio de 1946 declara la incautación de la empresa​​. Esto provocó que la empresa estuviera requisada y administrada por el gobierno durante cinco meses.

Arturo B. De la Garza fijó la autonomía del Estado frente al poder económico y al llamado, desde entonces, Grupo Monterrey. 

Esto le valió la animadversión de los empresarios, de la Cámara Nacional de Comercio de Monterrey, así como de los medios de comunicación de aquella época. Pero se sientan las bases para fijar la autonomía del poder político frente al poder económico.

Los motivos de la requisa no fueron ideológicos, sino fundamentalmente evitar una huelga general en todo Nuevo León, por solidaridad a los obreros de Cristalería, que estaba convocada por la CTM de aquella época, y defender las prestaciones de los obreros que la empresa se negaba a cumplir.

Arturo B. de la Garza dejó de ser gobernador a los 44 años de edad. Menos de tres años después, el 26 de junio de 1952, moriría apenas cumplidos los 47. Fue Gobernador de los 38 a los 44 años.

Interpretaciones
Muchas han sido las interpretaciones del gobierno de Arturo B. de la Garza. ¿Estamos frente a un gobierno extemporáneo, frente a una casi anomalía histórica, o de cara a un gobierno sui generis, como sugiere el autor Benjamín Palacios?

¿Se trata de un gobierno de transición entre el cardenismo y el alemanismo?

¿Se trata de un Gobernador con un liderazgo excepcional?

Yo quisiera alejarme de estas interpretaciones sobre la figura y la labor de Arturo B. de la Garza, pues me parecen muy coyunturales. En el libro de Benjamín emerge la figura de un hombre de su época, que supo enfrentar los grandes desafíos de Nuevo León con una visión progresista y transformacional.

En las escuelas de gobierno de los Estados Unidos se suele discutir sobre las aportaciones de los Presidentes que ha tenido la Unión Americana. Ahí se distingue entre los Presidentes transformacionales y los Presidentes transaccionales.

Los primeros son los que generan cambios que transcienden a sus gobierno y que cambian para bien las conductas y las reglas del juego de la sociedad. Los transaccionales son los que no generan cambios trascendentales, se dedican a administrar el gobierno y se limitan a contemporizar con el status quo y con los grupos de interés.

 

De todos los Presidentes de los EU muy pocos merecen el calificativo de transformacionales: el primero es George Washington, quien fuera el primer Presidente de los EU y que fijó las reglas de comportamiento republicano y una absoluta austeridad y honestidad en el manejo del gasto público.
 
Le sigue Abraham Lincoln, quien abolió la esclavitud y mantuvo la unidad después de la guerra civil.

Luego está Franklin D Roosevelt, el único Presidente electo en tres ocasiones y a quien tocó enfrentar la gran depresión con el intervencionismo estatal y enfrentó la segunda guerra mundial.

Luego está Lyndon B. Johnson, porque a pesar de la guerra de Vietnam, fue capaz de negociar con el Congreso la aprobación de los Civil Rights, que le daban derecho a las minorías africo-americanas.

Si tomamos como criterio el aspecto transformacional de los Jefes de Estado, no cabe duda que Arturo B. De la Garza fue un Gobernador transformacional y progresista.

Transformacional y progresista porque enfrentó los desafíos del Nuevo León con soluciones de raíz y visión de largo plazo, transformacional porque efectuó cambios sin importarle el costo de enfrentarse con algunos sectores de la sociedad.

Creo que los principales cambios transformacionales quedan por demás claros en el libro de Benjamín Palacios. Yo enumeraría los siguientes:

1. Haber creado un modelo de educación pública con apoyo decidido de recursos propios del gobierno del Estado; esto marcó, y sigue marcando, una diferencia entre Nuevo León y los demás estados del país.

2. Haber creado y apoyado la Universidad de Nuevo León como parte de este modelo educativo, que no es otra cosa que el modelo meritocrático que ha permitido la movilidad y el ascenso social en Nuevo León.

3. Haber hecho de la empresa Agua y Drenaje una empresa pública, pues esto permitió no solamente llevar los servicios de agua y drenaje a la mayoría de la población que carecía de ellos, sino también sentar las bases para la urbanización vertiginosa de Monterrey y su área metropolitana que hoy alberga a 4 millones de habitantes.
 
4. Haber creado un modelo de ejercicio del poder público con autonomía del poder económico, el Estado como garante del interés general y no al servicio de intereses particulares y de grupos de presión.

Quisiera terminar con un frase de Arturo B. de la Garza al término de la Segunda Guerra Mundial y que ilustra muy bien su visión como gobernante: “Por cada niño, por cada mujer, por cada hombre explotados, desamparados en su orfandad, en su ignorancia o en su invalidez; perseguidos, en su libertad o menoscabados en sus oportunidades de progreso, clama la sangre generosamente derramada; y si no queremos ser indignos de tanto sacrificio, de tanta muerte y de tanta destrucción, si no queremos que la gran tragedia se repita a la vuelta de una o de varias generaciones, debemos empezar por nuestra casa a construir un mundo más libre, más luminoso y más humano”.

* Versión editada del texto leído en la presentación del libro de Benjamín Palacios Hernández, Páginas sobre Arturo B. de la Garza
Un Gobernador Progresista en un Ambiente Conservador
(1943-1949). UANL, 2015, 322 p. / Aula Magna, Colegio Civil, Uanl, 15 de octubre de 2015.

 

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