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1956 26 Octubre 2015

 

 

Mar azul de corrupción
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- La tarea más urgente de Adrián de la Garza y, sin duda, la más importante de su trienio será ganar la confianza de los regiomontanos. Nuestra ciudad ha sufrido, en los últimos nueve años, una mar azul de corrupción.

Cierto: a Nuevo León le fue peor con la docena trágica y México no ve la suya desde hace muchos años. Pero, hablamos de Monterrey. De la Garza llega al palacio chico con malas credenciales. El hombre no es político: es policía y no se puede decir que hizo una buena labor en la Procuraduría, con la excepción de la unidad antisecuestros, que funciona bien en gran medida gracias a la Hermana Consuelo Morales.

Adrián es militante del PRI, la manzana que nació tan podrida que contaminó al PAN y al PRD. Y, para ponerle crema a las enchiladas, no está de más recordar que es un producto del medinato: tiene compromisos con la familia campesina.

De la Garza hereda una metrópoli devastada por una mujer: Margarita Arellanes; un hombre: Fernando Larrazabal, y…bueno, Madedito. Los tres, conspicuos panistas. De alguna manera tendrá que entenderse con un gobernador ajeno a los partidos y deberá capotear las tormentas que le van a provocar las televisoras, porque Margarita no le dejó dinero para comprar espacio en los noticiarios. Los obstáculos son serios, pero no insuperables.

Al terminar la II Guerra Mundial, los europeos aprovecharon los escombros para reconstruir las ciudades. Y, la política a veces acerca a los opuestos, vimos y sufrimos la larga luna de miel entre el panista Felipe Calderón y el tricolor Rodrigo, hijo del exgobernador Humberto Medina Ainslie.

De la Garza no va a erradicar la corrupción –tampoco el Bronco– pero puede hacer mucho para ofrecer a la sociedad una administración menos impresentable. La policía y los tránsitos son nuestros más inmediatos enemigos. Y la mejor arma para neutralizarlos es exponerlos a la opinión pública que, débil y todo, aún conserva algo de músculo.

A choferes y automovilistas les sugiero que usen sus aparatitos esos para retratar a los mordelones viales y grabar el, digamos, diálogo entre víctima y victimario. Todo con mucho cuidado, para identificar debidamente al inspector vial –je je– con número de placa y nombre. O, en su defecto, invítenlo a que les ponga la multa. Lo más probable es que no lo hará. Para qué va a perder tiempo y energía en una operación que no le deja dinero.

Con los azules la cosa es más complicada porque en cuanto vean el celular se lo robarán sin darle al usuario tiempo ni para decir pío pío. Aquí, aventuro, lo que podría proceder es el nombramiento honorario como supervisores ciudadanos de doscientas o trescientas personas más allá de toda sospecha que tomen nota de los delitos que perpetran los “guardias” y, si pueden hacerlo sin arriesgar la vida o el patrimonio, tomarles a la disimulada una foto. Hay que anotar hora, lugar, circunstancias y todo eso.

Nos impactó tanto el triunfo de Rodríguez Calderón –no es independiente, qué va, sólo es apartidista, que no es lo mismo– y nos llaman tanto la atención sus travesuras que olvidamos a esta ciudad capital que en un tiempo fue orgullo de la República.

Ignoro si De la Garza será un buen alcalde. No sé si quiere serlo, no sé si podrá serlo. El palmarés está en su contra, pero, sin olvidar que aquí está el dinosaurio, tenemos que esperar a ver cómo pinta el verde.

Pie de página
Un hombre del Ejército será el próximo jefe de Protección Civil del estado. Avanza, a todo lo que da, el proceso de militarizar a México.

hugo1857@outlook.com

 

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