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1956 26 Octubre 2015

 

 

¿Qué será de la Manzanilla?
Joaquín Hurtado

 

Monterrey.- La Manzanilla sufre y se marchita. Fulgencio Vaca, auxiliar de finanzas, la reprendió durísimo. Lo peor fue que lo hizo delante de dos proveedores de Bonafont, ajenos al Departamento.

La causa: su vestuario. Vaca la barrió: “¿Qué no te da vergüenza, Manzanas, si vienes a trabajar cual vulgar prostituta?” La Manzanilla soportó apenas lo de prostituta. Lo de vulgar la encendió. Ella que apenas cumplió veinticinco años en un mundo de carcamanes.

Le decimos La Manzanilla porque es su olor natural. Es deliciosa. Me consta que no usa ninguna fragancia ni shampú especial, su cuerpo siempre huele a yerba fresca. Excepto Fulgencio, que finge confundirse con el nombre le dice Manzanas, en doble sentido, en chacota machista.

Lo más terrible sucedió cuando la muchacha oyó las risas burlonas de los tipos que surtían el agua purificada. La Manzanilla agachó la cabeza y se fue a llorar a su escritorio. Fulgencio se regodeó con los repartidores, les hablaba de “raza”, alentaba sus risotadas.

Todos teníamos a Fulgencio por gazmoño y santurrón. Parasitaba inofensivo entre estampitas de vírgenes, cristos sangrantes y expedientes de Excel. Su área contable parecía retablo de iglesia en miniatura. Nunca iba más allá de convocar a mítines misericordioso en la plaza de armas. Reenviaba compasivo los mensajes idiotas del gobernador en su cuenta de Feis.

Enviudó muy joven, tres hijos, jamás volvió a casar. Se entregó con enérgica devoción a las actividades comunitarias de su parroquia junto a un curita cuya debilidad son los infantes. Les hemos donado ropa de medio uso, juguetes y víveres cada vez que organizan colectas. Vaca cambió mucho después de que llegó la circular donde el gobernador nos exige decencia. 

La sierpe se desperezó, activó su ponzoña, su primera víctima fue la Manzanilla. Ella que es tan eficiente y atenta en sus funciones. Creo que hasta se sobrepasa cada vez que atiende una petición. Es una buenaza natural que raya en la inocencia. La embromo por invertir dinero de su exiguo salario para solucionar algunos problemas del público. El gobierno está en ruinas.

Qué cruel es Fulgencio. Fósil con nulo poder, invisible, de pronto se erigió en jerarca moral de toda la plantilla. Selectivamente, rigurosamente, descarta a los más leales amigos, recorta compensaciones salariales y bonos por puntualidad. Su bondadosa sonrisa, su discreción de piedra, se transformó  con gesto sádico.

Atónitos quedamos durante un cumpleaños. Fulgencio gritó: “¡Manzanas, compórtate, se te ven las anginas por el culo”. La aludida, inclinada en 45 grados, jugosa como su apelativo, coqueta, fragante, apagaba su velita.

La humana dignidad de la Manzanilla había sido brutalmente lastimada. Cansada del acoso salvaje, la muchacha giró la cabeza de rubio teñida y respondió como resorte:  “Las anginas las tengo en la garganta y el culo lo dejé con mi garrote”.

Esto fue el colmo. La Manzanilla fue degradada al área de archivo muerto en el fondo del sótano. Un lugar de pulgas por tanta rata. El recurso laboral, desde Administración hasta Intendencia,  está cada vez más enconado. Ni una sola de las damas quiere estar junto al auxiliar contable, han pedido cambio. Detestan a Fulgencio Vaca. Este camina orondo hablándonos de “raza”.

La Manzanilla  no sale del sótano ratonil. La tristeza y el desánimo se han generalizado a través de todo el edificio, las paredes parecen infectadas de rabia. Nuestro servicio público ha sufrido deterioro en calidad y calidez. Los valores están por los suelos: Fulgencio Vaca ha sido ascendido a secretario especial adjunto. Yo me pregunto qué será de la Manzanilla.  

 

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