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1973 18 Noviembre 2015

 

 

MUROS Y PUENTES
Sin duda
Raúl Caballero García

 

Dallas.- Ante la masacre sucedida en París, en las redes sociales todos nos convertimos en opinadores y críticos, condenamos la masacre parisina y enarbolamos banderas.

Se tomó partido, se asumió la nacionalidad francesa, emergieron los contrastes, de la muchedumbre masacrada en París a los miles y miles de muertos (y desaparecidos) en México.

Entre reclamos y luto atestiguamos y participamos de un nuevo capítulo del apocalipsis que se viene narrando en el mundo contemporáneo: de los terroristas a los narcos, de los delincuentes de cuello blanco que ordenan o pagan por matar o desaparecer personas incómodas a los sicarios de poca monta, y desde los Estados Unidos y México hasta París, Francia, donde tuvo lugar la nueva escena de horror.

Los periódicos del mundo occidental primero recogen las narraciones de las páginas de Le Monde, los despachos iniciales de las agencias de noticias, se propalan los primeros videos en las cadenas televisivas de noticias, luego recopilan y narran y entrevistan y exponen la pesadilla. Las noticias en torno al “peor ataque terrorista en la historia de Francia” recorren Occidente: De pronto las balas silenciaron el rock del Bataclan. En el interior de ese sitio –activo desde el siglo diecinueve– se repiten varias veces las ráfagas de balazos detonadas por yihadistas. Los cuerpos caen, muertos y heridos, el caos, la sangre, la locura del fanatismo. Quince minutos de pánico y muerte. Las explosiones postreras de los fervientes suicidas.

Leemos que los jóvenes corrían de un lado a otro en pos de una salida, por sobre un reguero de cuerpos. Miedo y desconcierto. “Me arrojé al piso, a mi lado una chava muerta”. “Sobreviví porque me hice la muerta”. “Una estampida pasó sobre mí”. Son las voces de algunos que resucitaron. De entre todos sobresale una mujer que enmedio de la desesperación, buscando esconderse, quedó colgada de una ventana en el segundo piso durante muchos minutos, seguramente usted vio el video. Ahí estaba agotando sus fuerzas en tanto que los disparos continuaban. “Estoy embarazada”, gritaba, pedía que abajo la recibieran pero nadie la oía, abajo en la calle también era un caos, pero vivió para contarlo: “Ella está bien y su bebé también”, reportó en su momento el HuffPost Francia.

Días después fue a través de las redes que ella se reencontró con su salvador, un joven de nombre Sébastien que la ayudó a volver al piso del Bataclan cuando ya casi desfallecía. Él mismo contó su hazaña a la publicación digital La Provence. “Escuché que había una puerta de emergencia detrás del escenario. Me arrastré sobre muertos y heridos para llegar hasta ella. Mi ropa estaba llena de sangre”. Sébastien no puede orientarse para buscar la salida, pero aprovecha para correr cuando el más cercano de los terroristas recarga su fusil de asalto, en lugar de la puerta de emergencia llega al inicio de una escalera y no tiene alternativa, sube al segundo piso, entra a una sala con dos ventanas que dan a la calle, de una de ellas colgaba la mujer embarazada. Sébastien se pasa a la cornisa por la otra ventana, luego de unos minutos aferrado a una tubería decide ayudar a la mujer, entra de nuevo y la coge estirándola por los brazos.

Le salva la vida pero quedan a merced de los yihadistas, como rehenes, junto con decenas de otros jóvenes: “Nos dijeron: Estamos aquí para hacerles sentir lo mismo que sufren los inocentes en Siria”. Son los minutos “más largos de mi vida”, relata Sébastien. Vive los minutos más largos de su vida mientras un terrorista le apuntaba con un fusil Kalashnikov. Durante esos largos minutos dice que pasó “por todos los sentimientos, de la esperanza a la aceptación de la muerte”. Fue cuando los agentes entraron al salón y lanzaron dos granadas de aturdimiento, una cayó junto a él, “entonces pensé en escapar pero me caí”, luego un tropel de rehenes pasó sobre de él, “pero fue el dolor más feliz de mi vida, ‘estoy protegido’, pensé”.

Lo demás sigue su curso: Francia bombardea Siria una y otra y otra vez sobre el territorio del Estado Islámico. Rusia confirma que el avión que explotó en Egipto fue por un bombazo y Putin clama venganza. Obama suelta la frase del momento: “Es un ataque contra la humanidad”, y al siguiente día se publica que EU aprobó la venta de bombas a Arabia Saudí valoradas en 1,290 millones de dólares, para reponer los suministros en la guerra contra los insurgentes. Hoy Rusia, EU y Francia planean el aniquilamiento de los miembros del Estado Islámico.

A la mañana siguiente el mundo amanecía a la expectativa del siguiente ataque yihadista. Sin duda, sin duda. Los franceses buscan salir del espanto, quieren calmar la cólera, mientras los mexicanos tristemente verán (sin duda), que seguirán sin pausa los homicidios soterrados y las desapariciones forzadas. La contextualización de cada masacre en el mundo, de cada tumba colectiva en México, de la desaparición de sus 43 normalistas, y de los muertos recientes en París, ubica nuestro dolor y nuestro luto, si bien en las redes se dispara la mezcla, la confusión y los juicios someros y superficiales levantan polvareda o tienen el efecto de una granada de aturdimiento, la ventilación de los hechos concientiza y termina por situar cada luto en su lugar, cada cólera en su dolor. Sin duda.

* Escritor y periodista regiomontano, es director editorial de La Estrella en Casa y La Estrella Digital en Dallas/Fort Worth Texas. Para comentarios: Twitter: @laestrelladfw o E-Mail: rcaballero@diariolaestrella.com.

 

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