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1973 18 Noviembre 2015

 

 

Infeliz Cercano Oriente
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- La niebla esconde el verdadero rostro de la guerra, escribió Clausewitz hará cosa de 200 años. Personas respetables condenan al gobierno de Francia por los bombardeos de represalia contra el Estado Islámico, EI. La violencia, dicen, sólo engendra más violencia.

¿Esperaban, tal vez, que los franceses se cruzaran de brazos para limitarse a llorar por sus muertos? El EI, lo asentamos en nuestra entrega anterior, difícilmente será vencido. Sus formaciones militares serán destruidas, desde luego, pero ¿cómo combatir el mensaje de odio, que la corriente violenta del Islam interpreta como un mandato de Alá?

Hablamos de sociedades muy primitivas que interactúan en un contexto en el que el fanatismo religioso apoyado en una amañada interpretación del Corán adquiere la autoridad de ley suprema. No sería correcto decir que los atentados del viernes trece abrieron la caja de Pandora. Desde hace rato ya estaban dadas las condiciones para crear esta serie de crisis. En todo caso, la matanza en París agranda el nudo de contradicciones.

Rusia, la Rusia de Putin, se coordina con la Francia de Voltaire para bombardear la ciudad de Raqa, real o supuesto bastión del EI. Putin procura una justificación: el EI puso una bomba en el avión ruso que explotó sobre el Sinaí en octubre. El saldo: 224 muertos. Es probable que el sátrapa moscovita hable con la verdad. Desde un principio, los servicios secretos de Estados Unidos y Gran Bretaña habían apuntado en esa dirección. El gobierno egipcio lo niega, pero circula la versión de que ya fueron arrestados dos empleados del aeropuerto cairota de Sharm el-Sheikh quienes, supuestamente, colocaron la carga explosiva con control de relojería en la aeronave.

Es cosa bien sabida que hay mucha corrupción en esa terminal aérea: los agentes de Seguridad cobran en dólares o euros a los viajeros impacientes quienes no quieren pasar por la molestia de la revisión del equipaje.

Por lo pronto, ya está asentada la base de una curiosa coalición contraria al EI. Las 28 naciones asociadas a la Unión Europea anunciaron que respetarán los acuerdos de defensa mutua y participarán en las operaciones militares.

Las democracias occidentales se coaligan con Arabia Saudita, oficialmente enemiga del EI; en la vida real, su fuente de financiamiento. La monarquía saudita profesa la versión wahabita del Corán, que es, a grandes rasgos, la misma que sigue el EI. En los textos escolares de Primaria de Saudi Arabia se expresa que la muerte del infiel es grata a Alá y Mahoma, su Profeta. En ese país la ley castiga a la esposa sospechosa de adulterio con la muerte por lapidación.

La Rusia gobernada por el expolicía tampoco es una democracia ejemplar. La política, sentenciaron los ingleses hace varios siglos, obliga a compartir el lecho a parejas que nada tienen en común. China, otra de las grandes potencias, se ha mantenido en un espacio de prudencia. Al igual que Putin, Beijing apoya al dictador sirio Bashir el-Assad, a quien Washington está empeñado en defenestrar.

La política que sigue aquí Estados Unidos no parece ser muy inteligente. El Departamento de Estado considera viable un entendimiento con Putin y todas las facciones armadas opuestas a El-Assad para, primero, aniquilar al EI y posteriormente “negociar” la salida de El-Assad a lo que, naturalmente, se opone el hombre fuerte de Damasco.

Lo positivo es que todavía se buscan soluciones diplomáticas, aunque por desgracia nadie se atreve a plantear acuerdos de paz aceptables para las partes en pugna. “Dios”, escribió Henry Kissinger, “no creó el Cercano Oriente para hacer felices a los hombres”.

hugo1857@outlook.com

 

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