Perfiles, retos y fracasos
Claudio Tapia
Monterrey.- Salvo contadas excepciones, lo que ha caracterizado a nuestros gobernantes es que han estado por debajo de los retos políticos y sociales que en su momento han tenido que enfrentar. Las responsabilidades les quedaron grandes, pues.
Cuando el perfil del designado para un puesto público rebela falta de vocación e incomprensión de los problemas inherentes al cargo, cuando el que lo nombra exhibe una mentalidad ajena a la que se requiere para seleccionarlo, el fracaso está garantizado.
Eso es lo que ha ocurrido en el nombramiento de algunos de los integrantes del actual gabinete del gobierno en Nuevo León. Los errores le fueron señalados al gobernador del Estado por Sanjuana Martínez, en la entrevista publicada el 3 de noviembre en Sinembargo.mx. En ella, la periodista nos da cuenta de las “buenas” razones que tuvo el ingeniero Jaime Rodríguez para designarlos. Veamos uno de los casos.
Le dijo Sanjuana al entrevistado. Pero hay miembros de su gobierno, seriamente cuestionados, por ejemplo, Roberto Russildi Montellano, a quien nombró como Secretario de Desarrollo Sustentable, pero también es vicepresidente de una de las principales empresas constructoras de vivienda del país, Servicios Corporativos Javer.
El ingeniero Rodriguez le contestó: “Con Roberto Russildi dicen que hay conflicto de interés, pero es uno de los mejores en su ramo en el país, levantóó la empresa Javer de cero y la hizo la más grande del país. Necesitamos de su experiencia… el Estado no desarrolla vivienda”.
A insistencia de la incisiva entrevistadora, el ejecutivo reviró: “Roberto nunca ha trabajado en el gobierno […] él quiere desarrollarse en el servicio público porque quiere darle orgullo a su hijo. Está emocionado por resolver problemas de movilidad urbana, del metro, de Simeprode […] y tiene experiencia que yo voy a aprovechar y es un hombre serio y honesto.”
Ahí quedan los motivos del señor gobernador: el éxito empresarial en un giro insuficientemente regulado para ser sustentable; el querer, la emoción, de un empresario ante el reto que representan los problemas ambientales que en buena medida generó; y la honestidad. Esas son, a juicio del gobernador, razones suficientes para que no haya conflicto de intereses.
La tarea que le espera al secretario no es sencilla. La agenda pública para enfrentar la amenaza que se cierne sobre la humanidad, debe partir de la conciencia de que el ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podemos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental (encíclica, Laudato Si).
Frente a ese reto, el responsable del desarrollo sustentable, está obligado a reconocer que un verdadero planteo ecológico (ingrediente central de la sustentabilidad) se convierte siempre en un planteo social que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres (el Papa, dixit). Pero el perfil no le da.
El problema global, en palabras del pontífice, es que los poderes económicos controlan el sistema mundial donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorara todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente.
Pero en el ámbito local el problema es aún mayor porque el designado para evitar los males, representa esos poderes económicos. Servicios Corporativos Javer, SAPI de CV, es un buen ejemplo de ese destructivo poder.
Vistos los orígenes del Secretario Roberto Russildi, resulta imposible esperar que en la mente del exitoso empresario tenga cabida un pensamiento humanista como el que se requiere para responsabilizarse del desarrollo sustentable de Nuevo León.
Su perfil no sólo no da para el tamaño del reto, garantiza el fracaso y anticipa la inviabilidad de un desarrollo sostenible que el titular del Ejecutivo del Estado tampoco vislumbra ni entiende, a juzgar por la designación.
