Peregrinos cubanos
Eloy Garza González
Monterrey.- La comunidad cubana de Nuevo León esta indignada. Me comenta el músico cubano-mexicano Abel Castillo que más de 4 mil paisanos suyos están varados, a la buena de Dios, en la frontera de Costa Rica con Nicaragua.
Un mal día a estas miles de almas en pena se les ocurrió saltar de su isla caribeña a Ecuador y luego peregrinar a pie o pidiendo aventón hasta el Río Bravo con el propósito suicida de vivir una vida mejor en Estados Unidos, aprovechando la aún activa Ley de ajuste.
Ahora están en calidad de migrantes sin visado, que es como decir nómadas inmóviles, en un territorio que no es el suyo, en la franja fronteriza de Peñas Blancas y Paso Canoas, bajo un sol que les quema hasta los huesos, picoteados por los bichos del monte y muriéndose de hambre o de nostalgia, sensación muy parecida por el mismo vacío que se abre entre las tripas.
El gobierno de Nicaragua los considera invasores, criminales que se asoman a su soberanía territorial, y por eso los ha mantenido a raya a punta de cañones de agua y gas lacrimógeno. Un arsenal represivo en contra de mujeres y hombres cubanos indefensos, cuyo delito confeso es buscar un empleo digno para comer tres veces al día y acaso cantar en las horas muertas sus sones montunos, con timbales, trompetas y bongos que hoy no tienen, porque debieron empeñarlos para pagarse el tortuoso viaje.
Una caterva de obispos ha montado 12 albergues a fin de guarecer a los 4 mil cubanos en el país tico, pero las provisiones comienza a escasear, crece la insalubridad y las esperanzas menguan, asfixiadas bajo la bota de los intereses geopolíticos, las ideologías y los enredos de los diplomáticos, más preocupados en cuidar los protocolos antes que atender a los pobres cubanos, zarandeados por eso que ya se denomina crisis humanitaria centroamericana y que puede acabar en la inanición y el desahucio general si no hacemos algo pronto.
En el centro cultural Mandela, en San Pedro Garza García, la comunidad cubana se está organizando para pedir a la Cancillería del gobierno mexicano que interceda por esas 4 mil almas en pena, y ayude a desbrozar de cardos y ortigas el camino de estos peregrinos. Que salgan de una buena vez de esa trampa fronteriza y cumplan el destino individual que ellos mismos quieran labrarse, no el que les impongan esas abstracciones abominables denominadas Estados, monstruos burocráticos y corruptos creados deliberadamente para cancelar la búsqueda de la felicidad humana.
