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1983 2 Diciembre 2015

 

 

MALDITOS HÍPSTERS
Victimizarse vende
Luis Valdez

 

Monterrey.- Papeles clásicos que salvan reputaciones hechas al vapor: poetas rebeldes con el papel de un Rimbaud pirata, o el editor ecológico que tinta de exotismo, juega a ser crítico pero ruega que alguna fundación lo arrope.

Podemos jugar a que el arte nos hará famosos y millonarios, aunque puede que no logremos ninguna de las dos cosas. A lo mucho aparecer en un comercial de cartuchos para impresora. Vaya, un comercial en Sesame Street o anunciando la lucha libre hubiera tenido más presencia.

Hablando de lucha, aferrarse a la creación artística muchas veces es luchar contra el absurdo. Sobre todo en una ciudad como Monterrey, donde la cultura principal es la cultura del trabajo, y no sé cómo carajos pretenden sobrevivir aquellos que no tienen estudios profesionales ni un oficio, ni tan siquiera un puesto de tacos. Es decir, ¿qué le aportan a la sociedad?

¡Libros de cartón!

Algo que ni siquiera es ecológico. Es reciclable porque, claro, el cartón se puede conseguir en la basura. Pero, ¿fotocopias pegadas con pegamento blanco en un fajo de dos cartones? Puede convencerme la idea de que es un libro arte. Sobre todo si quien lo diseña es una artista o egresada de arte. Pero… ¿cómo pretenden convencer de que un libro hecho de fotocopias pegadas (y muchas veces mal pegadas) es un libro hecho y derecho?

¿Y cómo es que desvían una crítica a sus ediciones como una crítica personal? Nadie ha hablado de familias ni hábitos alimenticios o dogmas o relaciones con sus vecinos? Porque a final de cuentas lo que se defiende es la obra, o lo que se aporta socialmente.

Es peligroso comportarse como el negro del chiste que cada vez que es cuestionado en su proceder, se pone serio y grita… “¡Ah! ¿Es porque soy negro, verdad?”.

¿Quién es el racista en cuestión?

Victimizarse vende. Ser un joven poeta que quiere gritar en facebook y establecer su poesía como algo provocador, debe ser un provocador de pies a cabeza. No un punk pop de fotos producidas donde se esmeran en peinarse para verse despeinados.

Rimbaud se metió a la onda gay, sedujo a un gran poeta como lo fue Verlaine. Claro que recibiendo un balazo en la mano. ¿Los jóvenes poetas de hoy en día, están dispuestos a recibir un disparo en la mano y luego largarse a África para traficar esclavos y armas? ¿O sólo se irán a Chiapas para probar suerte si hay alguna fundación que no se pudo acercar a los necesitados y por suerte (o mala suerte) se pueden encontrar a un poeta desempleado en la calle?

Es más fácil correr a donde hay bolillos baratos y sopas Maruchan en oferta. Sobre todo si eso nos ayuda a victimizarnos, porque en Monterrey el arte es como la contracultura: “rebeldes”, entre comillas. Y Rebelarse vende.

 

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