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2018 20 Enero 2016

 

 

Kate, ¿la enemiga?
Samuel Schmidt

 

Ciudad Juárez.- Están surgiendo chistes muy buenos sobre el trío –que no menage a trois–, entre El Chapo, Sean Penn y Kate del Castillo. La PGR descubrió que El Chapo y Kate pusieron una distribuidora de Coca Cola, él puso la coca y ella la cola.

Adivinanza. Agua pasa por mi casa, Kate de mi corazón. ¿Qué es?

Mientras el ingenio popular se solaza, la actitud del gobierno raya en la perversión e inclusive, como indica Penn, en una provocación que puede llegar a poner en peligro sus vidas. Se supone que el gobierno debe hacer exactamente lo contrario.

Es preocupante que frente a la acción deficitaria para investigar sobre las redes de complicidad que facilitaron la fuga del penal, solamente un funcionario pagó tal pifia con el costo de su renuncia, y esto parece insuficiente porque el mismo gobierno ha elevado a condición de estado el manejo del criminal.

Ahora el gobierno quiere irse con todo contra una actriz que públicamente le hizo un llamado al narcotraficante para que vendiera amor en lugar de drogas; se quejan que se haya alegrado de la fuga, como lo hicieron millones de personas que están furiosas con un gobierno incompetente que no puede dar buenas cuentas después de tres años de desgobierno. Los argumentos jocosos sobre la fuga no lo hacen a uno ni criminal ni apoyador de ningún cártel, son la muestra de quejas sociales muy sentidas.

Peor aún, ahora se le quiere presentar como el prototipo del mal por haber sido puente para una entrevista, hasta de lavado de dinero la acusan. No hicieron lo mismo con Scherer cuando entrevistó a un narco. Entrevistar a un criminal no se puede considerar un crimen. En la entrevista hay pistas sobre quién le lavó dinero al cártel, ¿por qué no se dirigen en esa dirección?

Es tan poco lo que tiene el gobierno para mejorar su imagen que se lanzan con sus mastines mediáticos a revisar los negocios de Kate en Estados Unidos. Ignoran que en ese país es legal registrar negocios en estados con menos exigencias fiscales, aunque un periódico distorsiona esa información como si ella fuera la evasora que está por descarrilar la política fiscal de Obama. Lo peor es que ni siquiera saben si es la dueña del negocio.

El gobierno trata de disminuir su enorme déficit de credibilidad, atacando a dos actores que pudieron entrevistar al criminal en sus mismas narices, debe ser muy complicado y doloroso reconocer que Penn dice la verdad cuando menciona que los militares le franquearon el paso al hijo de El Chapo. En cambio, creen que tratar de embarrar a los otros, logra tirar tierra sobre las muchas y malas explicaciones gubernamentales, algunas contradictorias, como la invención de un operativo después de detenido el criminal o la narración sobre la detención. Complica el cuadro que el suceso facilitó que saliera a la superficie la competencia intergubernamental, que demuestra poco liderazgo.

El gran damnificado de este suceso es el ejército, este no puede limpiar su imagen como gran violador de derechos humanos y ahora fue desplazado en la lucha contra el crimen. Lo rezagó la Marina y eso causa roces entre los altos rangos. Cualquiera es más eficiente en esta tarea y pocos tienen tantas demandas por la violación de derechos fundamentales. No pueden entregar buenas cuentas en ningún tema, mientras se enredan al ocultar su conducta negativa. Se niegan a abrir las puertas a los expertos que investigan sobre Ayotzinapa y cada vez queda más claro que siempre supieron lo que estaba sucediendo en Iguala.

Una vez más el gobierno confunde al enemigo y al hacerlo se dispara en el pie. Kate no es enemiga del gobierno y en todo caso, tiene el derecho democrático a simpatizar con alguien más.

Ni Kate ni Penn tienen la culpa de la fuga de El Chapo. Como tampoco la tienen de su detención.

Si al gobierno le preocupa en verdad el manejo financiero de la droga, debe empezar por cuestionar:

La entrada de divisas disfrazada de remesas.

La asociación de empresas con algo de los 120 mil millones de dólares anuales que entran por el narco.

La fortuna de policías y militares que han estado en contacto con el narco.

Las acusaciones contra políticos cercanos al narco, por ejemplo, la diputada que al parecer estuvo con el criminal en diciembre.

Las finanzas de los médicos y todos los negocios que venden autos y tecnología a los criminales.

Si escarban por ahí encontrarán mucho más que someter a escarnio a una actriz.

 

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