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2018 20 Enero 2016

 

 

TV UNAM de las estrellas
Alfonso Teja-Cunningham

 

Monterrey.- La polémica originada por la designación de Nicolás Alvarado como director de TV UNAM no es asunto de simpatías personales, ni se limita a una institución ordinaria. Tampoco es un asunto menor.

La estación televisora de la Universidad Nacional Autónoma de México, es –o debe ser– por definición, un modelo de producción audiovisual altamente representativo del nivel creativo, artístico y educativo finalmente, del que es capaz de realizar nuestra, así llamada, “máxima casa de estudios”.

Nicolás Alvarado mantuvo al aire como conductor, en el informativo Primero Noticias de Televisa, la sección Primero Cultura; y también conducía un programa en Foro TV de la misma empresa. Igualmente, son más o menos conocidas sus intervenciones en La Dichosa Palabra, de Canal 22. También ha publicado por ahí dos libros y se le puede acreditar que, como conductor en la tele, no lo hacía tan mal, si bien a muchos desagrada su esnobismo achilangado, acentuado con su imagen estilo hípster post-burgués.

¡Pérenme tantito!
Pero, como ya se dijo, el asunto no es personal. Se trata de explicar por qué necesitamos cambiar nuestra manera de ver la televisión. Hablo por las masas televidentes. Ya es frase común repetir que la televisión es el nuevo opio del pueblo. No existe espíritu crítico. El público mira adormecido. Volvamos al ejemplo.

El nuevo funcionario cultural de la UNAM da a conocer su nombramiento durante su participación regular en el show informativo de Televisa. Todo se ve normal, y hasta parece políticamente correcto que el caballero envíe sus besitos a la Rectoría “por haber pensado en mí para esto”.

Así, en red nacional, y con la intensidad histriónica digna del momento, el nuevo funcionario de la televisión universitaria dice que pondrá sus conocimientos al servicio de la UNAM (faltaba más) y afirma que “su propuesta mantendrá el espíritu de sus intervenciones en Televisa”, donde difundía actividades culturales y hablaba de personajes destacados.  

Todo suena normal, ¿verdad?... Tal vez demasiado normal. ¿Y qué tal, para variar, un poco de formalidad? Para empezar, la noticia tendría que haberse dado a conocer primero por parte de la UNAM, como correspondería hacerlo una vez que el nombramiento se hace oficial.

Pero en México la formalidad como sabemos sirve para dos cosas, y una información importante, generada en hechos netamente universitarios, con enorme trascendencia para la comunidad universitaria (y también para el país), no se da a conocer por la oficina del Rector.

El privilegio del anuncio es para el interés de un particular –el titular del nombramiento–, y no para la comunidad. Es así como, con la excusa de la primicia informativa, se trastoca el orden natural. Y algunos dirán que esto no tiene importancia alguna, pero en esencia lo que se hace es manchar la dignidad de la Universidad. Mancharla en cuanto a símbolo augusto del conocimiento, del respeto a los valores de la cultura y la grandeza del espíritu humano.

Esta conclusión no es exagerada. De inicio debe asentarse que la información sobre lo que sucede en la Universidad Nacional es de interés para todo el país y no puede haber preferencia y mucho menos exclusividad para algunos medios, en especial para Televisa, que –hay que reconocerlo– no deja de acumular manchas en lo que queda de su piel de tigre.

Y es aquí en donde hace falta un cambio de óptica, un cambio de visión. Estamos muy acostumbrados a nuestra tradición del “¿qué tanto es tantito?”… Como que ser un poco corrupto no es tan grave como ser totalmente corrupto. Para decirlo claramente y en pocas palabras, es común escuchar la frase: “Está bien que roben, pero que dejen obra”. La misma idea subyace también detrás de la más escatológica expresión: “Está bien que chinguen, pero a su mamacita que la respeten”.

La investigadora especialista en medios públicos, Carmen Patricia Ortega Ramírez, publicó en su página de FB a propósito de Nicolás Alvarado: “Su nombramiento representa las malas prácticas que tanto daño han hecho a los medios públicos. Una de ellas es la improvisación para dirigir la televisora de la principal universidad de este país. El señor Alvarado ha tenido ciertas incursiones como comentarista y conductor en programas culturales del Canal 22; eso no lo hace conocedor de las problemática y retos que en la actualidad enfrentan los medios públicos”.

Personaje privado de la televisión pública
Junto con el cuestionamiento a la falta de experiencia en la gestión de medios públicos de Nicolás Alvarado, la doctora Ortega Ramírez esboza puntualmente la ruta a seguir: “Hoy la televisión universitaria tiene el reto de constituirse en un espacio real para el ejercicio de la libertad de expresión, la creatividad, la experimentación y la extensión y difusión del conocimiento. TV UNAM no debe adoptar una visión estrecha de la cultura ni mucho menos caer en la espectacularización y contemplación de las prácticas culturales.

“Frente a una sociedad cada vez más compleja política y culturalmente, la televisión universitaria tiene el reto de trabajar con una visión amplia de la cultura y abrir espacios para la reflexión y discusión de los asuntos más variados y heterogéneos de la vida pública, no solo en lo político sino además sobre asuntos como la medicina, la ética, el derecho, los problemas urbanos, del medio ambiente, de la nutrición, la pobreza y la violencia entre muchos más. La diversidad, la libertad creativa y de pensamiento deben ser pilares del ejercicio televisivo universitario”.

Otro punto destacable de la publicación de Ortega Ramírez es la mención del artículo 86 de la nueva Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión que establece la obligación para los medios públicos de precisar mecanismos para asegurar la independencia editorial, autonomía de gestión financiera, garantías de participación ciudadana, así como reglas claras para la transparencia y rendición de cuentas, entre otras obligaciones.

De esta manera, el rector Enrique Graue deberá integrar un consejo ciudadano plural que funcione con independencia para garantizar el cumplimiento de los objetivos mencionados tanto en lo relacionado con la independencia editorial como en materia de diversidades temáticas, trasparencia y participación ciudadana.

El caso del nombramiento del hijo de Tere Vale como director de TV UNAM no es un caso aislado. Apenas a principios de diciembre pasado trascendió desde Guadalajara que el Sistema Jalisciense de Radio y Televisión (C7) dio cabida en sus frecuencias a varios noticiarios de Grupo Fórmula del empresario Rogerio Azcárraga.

Tres estaciones propiedad del sistema radiofónico estatal de Jalisco retransmiten ahora los programas de Joaquín López Dóriga, Carlos Loret de Mola y José Cárdenas, además de “Contraataque deportivo”, que conducen Antonio Rosique, Luis García y Christian Martinolli, entre otros. 

Gabriel Sosa Plata, especialista en medios y radiodifusión, publicó en su blog que “algunos responsables de sistemas estatales de radio y televisión socavan los esfuerzos para que México tenga un modelo robusto de medios públicos.” Sosa Plata atribuye los desaciertos a desinterés, ignorancia, razones políticas, y a una visión poco clara de su función social.

No hay justificación alguna para que un sistema que opera con recursos públicos se convierta en una extensión gratuita de la radio comercial, y menos aún de conductores que ya de por sí tienen una presencia nacional a través de la televisión, de la misma radio y medios digitales e impresos. La falta de presupuesto para la propia producción de contenidos no puede ser excusa para que los medios públicos sean usados como simples bocinas de espacios informativos con líneas editoriales e intereses comerciales y empresariales frecuentemente alejados del interés general.

Gabriel Sosa Plata es una voz más en el concierto de expertos como Raúl Trejo Delarbre y Fátima Fernández Christlieb, que públicamente han manifestado que ven con desconfianza el nombramiento de Nicolás Alvarado en TV UNAM. Ellos, y muchas voces más, han advertido reiteradamente sobre las erráticas y poco eficaces políticas culturales del Estado, y en particular el entreguismo con que han sido manejados –como concesión privada– los medios electrónicos de comunicación desde un principio.

Conclusión dudosa
Así, mientras en Jalisco los espacios informativos de la radio pública son entregados a los intereses privados, y en TV UNAM la silla del director, que tenía meses sin ocupante, es regalo para otro junior del sistema, unos reclaman el beneficio de la duda ante los cambios.

Es muy pronto para saber si puede o no puede, argumentan. Se le debe dar una oportunidad, se insiste.

El problema se llama experiencia. Una es que ya sabemos que “si parece un perro y ladra como perro, mueve la cola y tiene cuatro patas, entonces es un perro”. 

Y también recordamos al escorpión que le pidió al buey que le ayudara a cruzar el río, y el buey le dice que no, porque le va a picar, y el escorpión lo convence… y el resto de la historia, hasta que a mitad del río, el escorpión cumple con su naturaleza y le pica al buey marcando el destino de ambos. “Está en mi naturaleza”, es todo lo que puede decir el escorpión, mientras ambos se ahogan en el cuento.

Y la pregunta es ésa, si está en nuestra naturaleza ver las cosas como son, entender que todas las señales indican lo que son, que si aprendemos a ver las apariencias no engañan.

La salud es mucho más que la simple ausencia de enfermedad, y de igual manera la televisión pública es algo más que la simple televisión privada, pero sin anuncios comerciales. Necesitamos aprender a ver. A ver y oír. Los nuevos medios audiovisuales digitales ofrecen universos de creatividad, o años luz de “aburrimiento” (sic).

De ahí la importancia de que los medios públicos puedan ejercer presupuestos sanos y hacerlo sanamente. Este es otro capítulo que requiere comprensión y participación ciudadana. De no hacerlo estamos advertidos del riesgo, y de cualquier manera tropezamos infinitamente con la misma piedra. A ver hasta cuándo…

El dispendio de recursos es imperdonable… y el tiempo perdido, ni don Marcel Proust lo podrá recuperar.

 

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