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2086 25 Abril 2016

 

 

Partidos, elecciones y cambio social, III
Daniel Salazar

 

Monterrey.- En el artículo anterior se hizo alusión a dos grandes modelos organizativos: Los partidos “Club Electoral” -cuya pretensión es la de “administrar” el sistema de dominación existente- y los de “Combate” -cuyo objetivo es organizar la lucha de clases rumbo a la toma del poder político-.

Una tarea difícil para estos últimos dado el carácter específico de la revolución socialista que se plantean. Y es que --a diferencia de las anteriores revoluciones campesinas, burguesas o levantamientos de esclavos en que la nobleza feudal y la burguesía ya tenían en sus manos el poder económico-- la revolución socialista solo puede llevarse a cabo por la clase social más baja: Por la clase obrera y sus aliados.

Esta lucha requiere de un plan consciente y preconcebido donde los trabajadores necesitan ser educados previamente en la idea del socialismo; su interés está en el derrocamiento de la sociedad existente y, a diferencia de “esas otras revoluciones” –pacíficas o no-, esta NO busca restaurar las condiciones previas (como las del Estado benefactor por ejemplo, en el caso de la vida política mexicana). Todas las revoluciones anteriores a la socialista, nos dice Mandel, se dieron siempre en un marco nacional por lo que sus victorias, como se ha podido ver, han sido y serán siempre provisionales, hasta en tanto no se derrote el capital. La revolución proletaria que se planteó Lenin y cuya idea se intenta recoger en esta exposición, es por naturaleza internacional y solo podrá alcanzar su conclusión a través de la construcción internacional de la sociedad sin clases.

La revolución proletaria, es un proceso de revolución mundial; no es lineal ni uniforme y pasará lista de presentes solo a condición de la presencia de factores tanto objetivos (crisis) como subjetivos (madurez de la conciencia de clase del proletariado y de su dirección). “Si ambos factores no están presentes o lo están de manera insuficiente, su derrota frente al capital será inminente”. 

Bueno, cómo negar que esta difícil ruta ha sido olvidada o traicionada por una izquierda institucional que renegó de esta herencia al preferir tomar el camino más cómodo y de menor riesgo que hoy se apega más a sus intereses como burocracia partidaria. Siendo la Reforma “permanente” del Estado su objetivo último, los procesos electorales representan para ellos la oportunidad de mantener la esencia del Estado, su estatus de partido y, por ende, sus privilegios.

Por eso es que decimos que la teoría leninista de la organización ofrece innumerables puntos de referencia para entender y diferenciar a los proyectos revolucionarios de los reformistas y de cómo ganar a las masas para el derrocamiento de sistema. Frente a la ideología dominante de la clase dominante (dueña de los medios de producción y de los medios de difusión) solo la lucha de clases y la movilización de los trabajadores –nos dice-- puede poner en duda la estabilidad de la sociedad existente y con ella la clase oprimida comenzar a liberarse del control de las ideas.

El control ideológico sobre la clase social que encabezará la futura revolución socialista, se lleva a cabo (además de los medios de producción ideológicos) a través del mecanismo diario de la economía. La fatiga, el embrutecimiento de los productores, el trabajo enajenado y la falta de tiempo libre refuerzan ese control. Por eso la lucha, la movilización o la huelga, ayudan a liberarse gracias a que en estas acciones las masas se alejan de los confines del trabajo enajenado. Partiendo de sus demandas concretas o inmediatas, solo la lucha de los trabajadores les permite caminar hacia la conciencia de sus tareas históricas. No está por demás mencionar que solo durante la revolución misma, la mayoría de los oprimidos podrá liberarse de la ideología de la clase dominante.

Hace tiempo que las condiciones objetivas para una revolución de esta naturaleza están dadas (crisis capitalista, miseria, desempleo, crisis ecológica, civilizatoria..), es solo que el factor subjetivo sigue siendo el gran ausente (madurez de la conciencia de clase del proletariado y de su dirección). Existe una masa de obreros –-la “clase en sí”— determinada por su posición objetiva en el proceso productivo que no ha alcanzado muchas de la veces, siquiera una conciencia elemental de clase, es decir, la conciencia de que los problemas sociales pueden ser resuelto solo a través de la organización y de acciones colectivas.

Por eso las condiciones subjetivas para un cambio social de esta naturaleza tienen que prepararse. Los “radicales”, los grupos guerrilleros, los movimientos sociales “espontáneos” o la autoproclamada “vanguardia”, tarde o temprano deberán llegar a esa conclusión. “Toda actividad revolucionaria –dice Lenin- que no esté relacionada con la lucha de clases y las masas, conduce, en el mejor de los casos, hacia la formación de un núcleo revolucionario (sectario), más no a un partido capaz de enfrentar las fuerzas del capital…”.
[Continuará...]


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