863 15 Agosto 2011 |
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LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO Monterrey.- Las protestas públicas de los jóvenes chilenos podrían equipararse con la insurgencia de los jóvenes de los países árabes y de los indignados españoles. Los jóvenes salen a manifestar de forma pacífica a la calle porque no hay un diálogo posible con los gobiernos. El vandalismo de los jóvenes ingleses es otro tipo de expresión de insatisfacción. En los países árabes el propósito principal ha sido terminar con regímenes políticos sustentados en dictaduras con gobernantes que llevan décadas como jefes de gobierno. La misma persona en funciones de presidente, por veinte y treinta años. Las protestas de los indignados españoles demandan el fin de una política económica fallida; fallida no sólo en España. La falta de oportunidades de empleo, la crisis económica que golpea a los sectores más desprotegidos y la ausencia de respuestas desde el gobierno para resolver problemas sociales que empeoran con el tiempo, son causas de la indignación. Desde hace más de dos meses, los estudiantes chilenos están planteando reclamos en materia de educación, demandan que la educación vuelva a ser un servicio público, gratuito y de calidad. Las demandas no son por razones ideológicas o políticas, los chilenos sufren también los estragos de los bajos ingresos familiares y la desigualdad social. Se trata de una de las herencias de la dictadura de Pinochet, desde los años setenta del siglo pasado, quien desmanteló el sistema de educación pública, disolvió los sindicatos de docentes, municipalizó la gestión de la educación e impulsó a las instituciones privadas. Los jóvenes chilenos y sus familias reclaman también el fin al lucro en el sector educativo, menores costos de transporte, reducción de desigualdades en los institutos públicos y rebaja de las abultadas deudas con las que quedan los universitarios al culminar sus carreras. Los niveles tan altos de las matrículas y los gastos corrientes de las carreras universitarias, deja desamparada nuevamente a la clase trabajadora y hace elitista el sistema educacional de esa nación. Las demandas juveniles en el país suramericano insisten además en la inyección de mayores recursos y la entrega de ayudas a los estudiantes, entre otras. Aquí en México no hay protestas de ese tipo, pero se vive un problema similar. En los hechos, desde hace por lo menos veinte años, la educación de los niños y jóvenes mexicanos dejó de ser un propósito público. Las escuelas públicas operan sin recursos de mantenimiento, los donativos y cuotas al inicio del ciclo escolar son cada vez más significativos para los padres de familia. En las prepas y en las universidades las cuotas y aportaciones se mantienen a la alza. Por otro lado los elevados índices de deserción y reprobación, no sólo reflejan una pedagogía y una didáctica fallida sino también la falta de ingresos en los hogares para sostener la educación de los hijos. Se informó hace unos días que 30 mil adolescentes nuevoleoneses abandonaron los estudios a nivel medio superior en el último ciclo escolar y que se estaban investigando las causas. Lo que se puede decir es que no es un fenómeno nuevo ni limitado a Nuevo León, este fenómeno de elevada deserción en la educación media superior ya es añejo y es un problema nacional. Como también es cierto que las universidades no logran absorber una demanda que rebasa con mucho sus capacidades. Los jóvenes mexicanos, como los chilenos, sufren los estragos de los bajos ingresos familiares y la desigualdad social. La respuesta del presidente chileno fue la de promulgar una ley que establece estándares elevados de rendimiento escolar, con lo que no resuelve el fondo de las protestas. En México aún no se sabe qué hacer con los ninis, se dan respuestas aisladas, como la de ofrecer oportunidades de estudio y empleo a partir de lo que hay en el mercado. Se trata de soluciones tipo remedio. En el Distrito Federal se ha estado ampliando la oferta de espacios educativos en el nivel medio superior y superior y se está instrumentando un programa de ayuda económica directa a los estudiantes: “todos los jóvenes por el sólo hecho de estar en educación media superior tienen derecho a un apoyo económico de entre 500 y 800 pesos al mes”. Para el próximo ciclo escolar se prevé que el beneficio cubra hasta 200 mil jóvenes. Al respecto, declaró el Jefe de Gobierno: “si apoyamos a los jóvenes todo va a ser mejor en la ciudad, ahora lo estamos diciendo a nivel nacional”. Según Ebrard Casaubon, hay muchas estrategias que tienen que ver con el tema de seguridad, pero “lo que yo siempre digo es: ¿cuántos jóvenes no están en la escuela?, ¿cuántos no tienen el apoyo que deberían tener para seguir sus estudios, para tener oportunidades, para divertirse y para vivir su vida, incluso?”. Por tanto, llamó a que a nivel nacional “también se haga lo que estamos haciendo aquí, que todos los jóvenes tengan derecho a ser respaldados, escuchados, apoyados por las instituciones educativas y por su gobierno y, en general, por toda la sociedad”.
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