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1044 25 Abril 2012

 

FRONTERA CRÓNICA
El sol de la Macroplaza
J. R. M. Ávila

Monterrey.- No es el de la revolución democrática, ni el quinto de los aztecas, ni el de la nostalgia de Alfonso Reyes, sino el verdadero sol de Monterrey que aparenta ser el de las cuatro de la tarde pero es en realidad el de las tres en la Macroplaza, convertida a esta hora en macrohorno.

Es el escenario en el que este domingo 22 de abril de 2012, se presentará Andrés Manuel López Obrador. La Explanada de los Héroes se puebla apenas a la mitad de su capacidad. Las banderas partidarias, los carteles con leyendas y las esporádicas sombrillas ocultan apenas el sol inmisericorde. Quienes no cuentan con esas protecciones, se refugian en las sombras raquíticas de los alrededores.

Un viento aliviador se deja sentir, pero a cambio deforma las sombrillas o las deja inservibles. Un conjunto regional canta con entusiasmo sobre un tablado. Algunos oradores preparan el ambiente para recibir a la figura central del evento y cosechan aplausos esporádicos y vivas apenas audibles.

Deambulan granaderas a baja velocidad por las calles aledañas. Nadie las toma en cuenta, nadie las provoca, todos las ven pasar como agua que no es buena para beber. En el aire vuelan cometas y un helicóptero que curiosea el contingente que crece para escuchar al Peje.

Ya viene, dicen los oradores, ya viene, pero no llega y la algarabía aumenta. El candidato de la izquierda no llega, el sol no afloja, pero nadie se raja. Ya viene, ya viene, insiste un orador pero nadie le cree y es entonces cuando por fin tenemos enfrente a AMLO, sin darnos cuenta de por dónde ha llegado.

Nos acercamos para ver y escuchar mejor. Al principio, las banderas no cesan de agitarse y sólo dejan ver a lapsos que el candidato saluda de mano al grupo que se encuentra en el estrado; cuando López Obrador toma la palabra, las banderas descienden.

El discurso va creciendo poco a poco. Promete lo que desde hace mucho tiempo esperamos: combatir la corrupción, terminar con los privilegios de los altos funcionarios, hacer pagar más impuestos a quien más ingresos tiene.

Pronuncia una frase que parece lápida para el régimen político que padecemos: “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”. Se respalda en una frase de Benito Juárez: “Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada”.

De repente se detiene y dice: “Tengo muchas ganas de hablar, pero hay sol”. Y, ante la posibilidad de que acorte su discurso, la audiencia lo anima a continuar exponiendo todas y cada una de sus propuestas.

Volteo a ver la explanada que hasta una hora antes estaba apenas a la mitad de gente y veo que hay no menos de diez mil simpatizantes. Las encuestas mienten, pienso, mientras vuelvo a atender las palabras de López Obrador. El sol ha pasado a segundo término, ya nadie se protege de él.

Pienso en quienes encuestan. Pienso en quienes informan. ¿Manejo de la información? Se me ocurre que lo han mal entendido y sólo se han ocupado de la manipulación y el manoseo de la información. En fin, tal vez mientan las encuestas y quienes informan, pero a la larga, la realidad obliga.

Cuando termina el discurso, todo es euforia. La gente se acerca para la foto o el saludo de mano, pero sólo algunos alcanzan a llegar, a pesar de que el contingente de campaña tarda más de media hora en retirarse de la explanada.

La gente se ve contenta: El Peje le ha hecho el domingo.

 

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pq94

La Quincena N?92


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