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1044 25 Abril 2012

 

CRÓNICAS PERDIDAS
La incubadora
Gerson Gómez

Monterrey.- Apareció en medio de la noche. Sobre mi cabeza. Brillante. Es orión, pensé. Entrando por la ventana. No. Soy una idea, contestó telepáticamente.

Iluminó la habitación. Toda la casa. La manzana completa. La parte sur de la ciudad.

Me cubrí con la almohada de plumas. Aun así la luz traspasaba la tela.

Forcé los párpados hasta que vi estrellitas. Repetí la operación en  muchas ocasiones. Cansado, vencido. Dormí.

Apenas así logré descansar. Con dolor en los ojos.

Por la mañana, la idea brillante me siguió. Con temor abrí el agua. La idea sonrió. Debe estar constituida por alguna especie de energía que no causa reacción al líquido, como conductor.

Morir electrocutado por una idea naciente no es algo poético, sino patético.

Le pasé el jabón y le hizo cosquillas. El estropajo le resultó incómodo. Le descamó pequeñas costras de idea.

Me sugirió usar shampoo de bebé con manzanilla, para no perder lo rubio y los rizos.

Una idea limpia. Es de buenos hábitos.

Nos secamos con la misma toalla. La colgamos al sol.

Rumbo a la oficina, la idea me pidió los lentes oscuros. Le gusta pasar desapercibida.

Estacioné el carro en mi sitio, gerente creativo.

Durante la primera junta del día con los correctores de estilo, pidió si era posible le sirvieran leche, no le gusta comenzar a pensar con el estómago vacío.

Le pasé una nota a mi asistente. Siga todos los caprichos. Que se sienta cómoda. A la hora de comida, sugirió ir al mejor restaurante vegetariano.

Avise a la oficina que tomaría la tarde libre, tengo muchas cosas por pensar.

Comencé a impacientarme. Las ideas pueden mostrar síntomas de deshidratación, leí en el internet.

Supongo que se refería a las recién nacidas.

Las ideas suelen ser fluctuantes y caprichosas. Debe alimentarlas con el ego. Sacarlas a pasear con partículas de amor suspendidas en el ambiente.

En sólo un día me he convertido en esclavo de una idea.

Una idea jamás es huérfana de padre y madre, siempre tiene hermanas y hasta primas, que aparecen a la vuelta de la esquina.

Exigen reconocimiento. Salarios caídos. Prima vacacional y se les reconozca su antigüedad.

Comencé a verla sospechosa. ¿Cómo descubrir lo que está en mente de esa idea?

Tal vez esta idea vino infiltrada por la competencia. Para sacarnos del negocio. Tendría oportunidad de comprobar su lealtad.

Del armario extraje el juego del memorama. La idea emocionada brincó por todas las paredes.

Un desafió, es mi juego favorito.

Jugamos algunas partidas. Resultó una excelente competidora. Hasta que viendo cómo atestaba el golpe final, se enfado y lanzó el tablero contra el piso.

Le propuse ir a la sala de estar a ver la televisión. ¿Puedes hacer palomitas?, preguntó. Con doble mantequilla, de preferencia.

La idea resultó una pésima compañera. Cada uno de los casos que presentaron, apenas en los primeros cinco minutos había resuelto quién era el culpable o el asesino.

¿Puedes mejor poner el playboy channel? Estos programas ya me aburren.

Le dije que sí. Sólo que no se quedara hasta muy tarde.

No te preocupes, dijo, mientras se llenaba la boca con palomitas y viendo girl next door.

Por la mañana, la idea me sugirió el trayecto más corto al trabajo.

Mi asistente ya le tenía su vaso de leche. Los empleados de diseño presentaron varias propuestas para las campañas electorales.

Todo marchando sospechosamente bien. Hasta el sonido de la música ambiental fluye con naturalidad. Pocos timbrazos en el conmutador. Huele a paz.

Mi asistente hizo llegar un recorte de periódico.

¿Tiene usted una idea nueva, asombrosa, que nadie jamás ha pensado, que pueda ser desarrollada?

Yo se la compro. Pago el mejor precio. De contado. No averiguaciones, no es necesario presentar factura.

La incubadora de ideas de la Universidad Estatal, es el sitio donde usted puede venir y deshacerse de esa compañía.

Cómplices, la asistente y yo, sonreímos.

La idea altanera pasea entre los cubículos, derrochando energía y optimismo.

 

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pq94

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