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1098 10 Julio 2012

 

EN LAS NUBES
Dejar vivir a AMLO
Carlos Ravelo Galindo

Ciudad de México.- Por supuesto que es injusta la persecución, a base de adjetivos y acusaciones, al candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador.

Con hombría de bien, aun cuando en política se mal interprete su acción, reclama  por la vía legal, dentro de las leyes que le permite esgrimir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, un reclamo como a cualquier mexicano que considere violentados sus derechos.

Demanda y lo hace con decoro, sin violencia, valientemente, el triunfo electoral que él cree le pertenece, pero que no ganó, según la autoridad competente, como es el Instituto Federal Electoral, habilitado para ello, precisamente por todos los partidos políticos.

Tiene la razón para que como representante de la izquierda utilice todos los recursos a  su alcance para impugnar un proceso que a todas luces estuvo plagado de irregularidades, mismas que reconocen sus adversarios, que no enemigos. Hace bien el tabasqueño en lidiar, como forma imprescindible para depurar futuros comicios. Advierte de lo hecho por el partido del candidato al que casi veinte millones de ciudadanos dieron el triunfo, y que lo confirma el IFE, con el conteo de voto por voto, casilla por casilla.

Sabe, sin embargo, que aun al ponerse en claro la trampa, el candidato del PRI y Verde es ya el presidente virtual, al que declarará electo el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal en breve. Andrés Manuel obtuvo tres millones de votos menos, pero consolido a la izquierda como la segunda fuerza política de la Nación. Deja en claro su inconformidad porque en México siga la corrupción, la falta de equidad y  de oportunidades. Seguramente sabe que sus denuncias caerán en el desierto.

Pero no es justo que se le ataque inmisericordemente. Sabemos que no ganó la contienda, pero es poco honesto llenarlo de improperios, soezmente escribir de él, sobre todos los  “intelectuales que viven del fondo de las serpientes”, como llamaban el estipendio en España a principios del Siglo veinte a quienes ponían su “moral literaria” en manos del vencedor.

Hoy ocurre lo mismo cuando la democracia está en un proceso dinámico, en constante evolución y su meta es perfeccionar nuestras leyes e instituciones  para generar elecciones  cada vez más confiables sin sombra de sospechas. Se incurre en decir mentiras, engañarnos, ocultarnos las cosas y cometer fraude que nos convierte en seres desconfiados y crea la erosión de las instituciones. Se ataca al candidato presidencial de la izquierda para agrandar temores, desconfianza, miedo a lo que en creencia de quienes lastiman su honorabilidad permanecen indiferentes, temerosos;  prefieren  guardar silencio y aceptarlo.

Una y otra vez, incluido el  dirigente nacional del PRD, el candidato de las izquierdas, ha enarbolado la bandera de la legalidad, nunca de la violencia, pero quieren denostarlo y hacerlo aparecer, no como un hombre valiente, digno, honesto que lucha por un México, sino por quien se empecina en llamar la atención. 

Los otros candidatos aceptaron su derrota ante el vencedor, menos Andrés Manuel, a quien injustamente le endilgan toda clase de ofensas sin que nadie en ningún medio se acomida para enmendarlas. Es injusta, volvemos a afirmar, la persecución de alguien que perdió la elección, pero que reclama por, eso sí, la injusticia que se perpetró en su contra.

Déjenlo vivir ya en paz, y vean en él a un hombre.

carlosravelogalindo@yahoo.com.mx

 

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