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1098 10 Julio 2012

 

Universidad, éxito y rebeldía
Cordelia Rizzo

Monterrey.- Las marchas del sábado no se lograron por un arrebato, pero vaya que de pronto imbuyen a este cementerio social de renovados deseos de democracia. 

La elaboración de las demandas del movimiento estudiantil tiene su historia. 

Vi nacer el #YoSoy132, desde que la educación universitaria se volvió un contrasentido en México: los chicos/as más talentosos/as dejaron de ser a los que las universidades premiaban, los que las empresas contrataban, a los que sus amigos admiraban. Abarca desde mis últimos años como estudiante hacia estos últimos cinco años, como profesora de educación media y superior.

Poco a poco se valoró mejor a las personas astutas, acomedidas y aduladoras. Aspiraron, los profesionistas, a vivir lo más cercano a un video del rapero P. Diddy (en aquel entonces, Puff Daddy) a finales de los 90’s (todavía aspiran). Como dice el filósofo William Van Orvan Quine, “nothing succeeds like success” (nada es más exitoso que el éxito) y la embestida del modelo de éxito onda rapero millonario llegó para quedarse y mutar. Inclusive como una respuesta al “girl power” de incios de los 90's, hubo un revival del machismo y los ideales viriles. (Yo empecé mi vida universitaria en 1998 y a dar clases en el 2002.)

Lo recuerdo tan agudamente quizás porque, entre la amargura del empleo (o desempleo) y la creatividad indispensable para seguir, las promesas que me hizo la experiencia universitaria no se cumplieron. Este modelo de evaluar la vida profesional opera desde hace tiempo, y en simultáneo el movimiento estudiantil ha estado teniendo ganas de nacer como una fuerza social.  

Tuvo intentos de articulación, quizás el más significativo de la historia reciente fue la solidaridad con la caravana zapatista a principio de los 2000's. Nació, y sin balbuceos, el día que el viejo priismo quiso actuar como si no hubiera pasado el tiempo, con la acusación a los jóvenes de ser porros y emisarios manipulados de AMLO, de Pedro Joaquín Coldwell, tras la visita de Enrique Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana.

Hacer como si no pasara el tiempo es pecado. Un capricho de que la temporalidad sea de una manera idiosincrática frente a la necesidad humana de que el tiempo pase. El tiempo transcurre porque necesitamos aprender, sopesar, renovar, tasar nuestras vidas y darle sentido al presente, más aún cuando es duro. Reitero, para los universitarios hay una contradicción de inicio, que se agrava con las vulneraciones de las aulas por la presencia del ejército y la intromisión de los criminales. Pues al entrar ellos indirectamente se les destierra de su propio espacio a los alumnos. Aunque no todas las universidades han sido trocadas, parece que las intrusiones han tenido un nivel de contagio simbólico que le pasó de largo a la clase política.

Me queda claro, que de donde vino esa falta de respeto del líder del PRI persiste un profundo soslayamiento de la realidad por el simple hecho de ser confrontados verdades que no dejan de ser incómodas para el partido (y para la clase política en general).

Alcanzaremos a ver pronto qué tan manipulados estuvieron estos jóvenes cuando se empezaron a manifestar. 

La esperanza del futuro parece que se postra entre la fuerza del #YoSoy132 y la decadencia de los políticos profesionales.

 

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