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1114 1 Agosto 2012

 

FRONTERA CRÓNICA
Triste trato al magisterio
J. R. M. Ávila

Monterrey.- Es triste ver cómo trata el gobierno, vía Secretaría de Educación Pública (SEP), al magisterio en México, desde que un docente intenta conseguir una plaza hasta que termina jubilándose.

En primer lugar,  al profesorado se le aplica un examen, haciéndole creer que tiene oportunidad de obtener una plaza y resulta que sólo uno de cada diez aspirantes acceden a ella. No se subraya que no hay plazas suficientes por repartir y, después, claro está, se dice que nueve de cada diez, reprobaron.

Como para librarse de toda culpa, la SEP ofrece estadísticas con “información general de los resultados e información relacionada con el criterio de desempate, método de calificación y proceso de asignación de la plaza”. A falta de plazas, números. Gratificante, ¿no?

No se ventila mucho el hecho de que aprueba un 90 % pero obtiene plaza sólo un 10 % de quienes presentan. No se dice, por ejemplo, que para Nuevo León había 520 plazas y presentaron 5,254 docentes. Ni se dice que de esta última cantidad, sólo 111 docentes no aprobaron el examen.

Claro que hay un premio de consolación: los dichosos contratos, que aparecieron desde la primera administración panista en el Estado. Un sistema que mantiene en el subempleo a miles de docentes.
El tendencioso manejo de la información por los medios, continúa a través de la carrera de un docente. Sobre todo cuando el gremio magisterial lucha para “reivindicar su imagen y por la defensa de la educación gratuita y pública”.

Al magisterio se le recrimina que, entre paros y manifestaciones de protesta, deje a miles de niños sin clases aunque se terminen reponiendo en contraturno o en sábado.

Al magisterio se le acusa de no aceptar que se le evalúe, cuando exige “una evaluación que considere todos los aspectos pluriculturales, demográficos y económicos que intervienen en el proceso educativo”.

Al magisterio se le sataniza cuando pide prima de antigüedad para profesores jubilados (¿Algún día se satanizará la tajada económica que se lleva de por vida el presidente de la República?).

Si se habla de aumentos al salario, se subrayan los miles de millones que se destinan a infraestructura y programas socioeducativos como si fueran a parar en los bolsillos de los profesores, cuando los verdaderos aumentos se dan a cuentagotas.

Pero las tribulaciones de un docente no terminan al jubilarse. En estas últimas quincenas, para no ir más lejos, los maestros estatales jubilados en Nuevo León, han enfrentado dificultades para recibir su pago quincenal, por un supuesto problema administrativo. Se imagina usted, después de gastar su vida en pro de la educación, ¿salirles con esto?

Quien por casualidad llegue a leer este texto, no se crea que estoy santificando al gremio, ni que estoy pidiendo que se haga una telenovela para enaltecer al magisterio, como se hace ahora con la marina (usted dirá si merecidamente o no).

No nos confundamos. Los profesores y las profesoras de México jamás dirán: “Todos somos Elba Esther”. Puede usted jurar que más del 90 por ciento del gremio se dedica realmente a educar, y es injusto que la sociedad le salga con una batea de lo peor que se le ocurra.

Estoy convencido de que una sociedad debe evaluarse de acuerdo al trato que le da a su magisterio. ¿Qué piensa usted?

 

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