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1164 10 Octubre 2012

 

CRÓNICAS PERDIDAS
Súbete a la banqueta
Gerson Gómez

Monterrey.- A las pocas semanas de fingir con ella, la búsqueda laboral, rigurosamente a media tarde, cuando ya el sol no lastima el rostro, comenzaron las indirectas.

No resulta molesto, dura más el vuelo de un zancudo. Sólo la atroz insistencia. Entonces con el matamoscas disponible, para sacudir el aburrimiento: el sexo, bueno, tibio, limpio, cariñoso, puedo decir, hasta amor, le hago deponer las armas.

Ganar salvoconducto por otra temporada. Liberar del yugo, la dependencia, sólo en las caricias.

La disposición de efectivo para la cerveza dormilona. Esa es la visión de método. La receta secreta lógica y estructurada. Adecuar la realidad a la verdad.

La verdad construida es verdad forzada. El procedimiento lógico, convencer a los amigos.

Lanzó un SOS electrónico. Náufrago en tierra adentro. Requiere subvención inmediata, antes de seguir
viviendo debajo del puente, en el camarote de un tráiler desvencijado.

El chantaje siempre funciona. La moral y formación cristiana. Socorrer al desvalido. Auxiliar al menesteroso. Sanar al enfermo. Soy todo de ello. Pero en la revelación, es por voluntad propia.

Aun mi fan club internacional mantiene la feligresía. Lo más interesante es la confluencia de género. Vivo con mujeres, pero me mantienen los camaradas.

Tres de ellos manifestaron su preocupación. Hicieron la transferencia electrónica. Desinteresados: te tomas una caguama a nuestra salud.

En segundos la disposición de efectivo fresco. Billetes. Olorosos a libertad. Nada de morralla. Cascajo.
Esa noche no llegué a dormir. En el expendio, agencié suficiente alcohol para adormilar la conciencia. Sin percibir el sereno. O el rostro de ella.

Me introduje en un terreno baldío a mediación de la nada. Ya le había echado el ojo. Para no ser molestado por los policías o los animales callejeros, proyectos de la misma especie.

La maleza cubre lo suficiente, como telón, dando privacidad al parroquiano exprés. Bebí contemplando la bóveda nocturna. Construyendo hipótesis sobre la diversidad de la creación del universo y su influencia en los ciclos de las mujeres. La vía láctea es un pecho de bailarina de taibol dance derramando el líquido sobre las estrellas.

Calcé la mitad de un block de cemento como almohada. La tarea científica. Hablar consigo mismo, sin perder la compostura. O utilizar malas palabras. O gritarme. Resulta completamente intolerable. Soy hombre instruido y educado. Poco inculto en los modales. Son hábitos despertados, con argumentos precarios, al ir envejeciendo.

Los primeros rayos del sol, por la mañana, los evite cruzando el brazo. Hasta el asfixio. La evaporación del rocío. Puesto en marcha. Dando tumbos. Los niños melindrosos ocultos en la sombra de sus madres. Rumbo a la escuela.

Cual inconverso, la cruda, en busca del milagro del acto redentor de la fe. Despojar la sed.

Un par de ciclistas estuvieron a punto de impactar su vehículo contra mi maltrecho cuerpo ondulatorio.

Me sacaron la vuelta, sin olvidar gritar: ora pendejo, súbete a la banqueta.

Más o menos, caminé 15 minutos, hasta encontrar la calle de nuestra guarida. El sentido natural de la orientación, norteado.

Al hallar la casa me sentí en paz. Toqué leve, con los nudillos, la puerta. A los pocos segundos abrieron, como si hubieran visto un fantasma. Hueles a campo, me dijo. ¿Cómo quieres que huela?, contesté, con desconocimiento de culpa.

Le di los buenos días. Los prejuicios del indispuesto.

Me dejó pasar refunfuñando algo incomprensible. Entré al sanitario. Levanté la tapa. Oriné mitad dentro, mitad en los azulejos del piso. Luego me prendí de la llave del agua. Maravilloso sabor. Escuetamente. Debí tomar más de tres litros.

Voy a la cama, sopesé su tolerancia. Descansaré un buen rato hasta alivianarme.

Por la tarde te busco en la oficina.

 

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