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1206 7 Diciembre 2012

 

Rabia, confusión y reacomodo
Luis Lauro Garza

Monterrey.- La rabia de los inconformes, la confusión por la trifulca el 1 de diciembre y el reacomodo producto de la tómbola política, son las manifestaciones más evidentes en este nuevo ciclo sexenal.

Uno puede pensar que la indignación y el descontento provienen sólo de quienes se sintieron estafados por el proceso electoral reciente –en especial los #132 y/o los lopezobradoristas–; o por el surgimiento, tras el clima de desencanto, de grupos “anarquistas”; o por los inconformes vecinos y afectados del desagradable, anticipado y excesivo blindaje en torno al palacio legislativo, punto clave en la ceremonia de unción.

Pero también podemos detectar una rabia más cercana a la venganza, al ajuste de cuentas, a la demostración de fuerza de quienes arriban al poder federal, que han preferido inaugurar su idea de nuevo régimen pintando raya con tolete, valla, aprehensión y reclusión. El mensaje parece ser el de la implantación de un modelo distorsionado de “cero tolerancia”, o del reiterado “aplicaremos todo el rigor de la ley”. En ambos casos, lo preocupante es que el coraje, venganza o rabia es un signo inequívoco de debilidad de los actores involucrados.

No se sabe a ciencia cierta quién ordenó el operativo en San Lázaro, el de Bellas Artes, el de las otras zonas del Centro Histórico donde hubo destrozos inéditos en la vida de la capital de los últimos 20 o 30 años, pero tal parece que fue una acción premeditada. Y si fue tal, eso indica un vacío enorme de poder. Si como suponemos, además actuaron provocadores y buena parte de los detenidos son inocentes, estamos ante una situación de riesgo inminente. La confusión en torno al papel jugado por el secretario de gobernación, el jefe de gobierno del DF, o el de la policía federal, deja muchas dudas en el aire. Del esclarecimiento expedito de estos hechos dependería la salud inaugural del nuevo gobierno federal.

En el reacomodo del nuevo gabinete, se advierten personajes ligados a Peña Nieto, sí; pero también son evidentes quienes se desempeñaron a las órdenes directas de Salinas de Gortari, lo que de suyo podríamos interpretar como el cobro de factura por servicios prestados en el pasado proceso. Lo que está por verse es si estos actores serán capaces de operar políticamente bajo un mando unificado, o que al menos puedan sostener un bloque hegemónico en torno al presidente, suficiente como para zarpar en el navío llamado “Pacto por México”, y cursar las olas seguramente encrespadas de altamar, si como se ha afirmado, estarán excluidos los “poderes fácticos”, AMLO, y los seguidores de ambos. Pronto sabremos si el barco sexenal resiste lo suficiente, y la cohabitación de las “fuerzas pactantes” entusiasman a la tripulación como para arribar a buen puerto.

 

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