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1240 25 Enero 2013

 

ANÁLISIS A FONDO
¿Dónde está García Luna?
Francisco Gómez Maza

Caso Cassez, Advertencia Miranda
El autor criminal: el superpolicía
 
Ciudad de México.- Ni la Procuraduría General, ni el juez que condenó a la acusada, ni la Suprema Corte, ni Calderón, ni Peña Nieto, y menos Cassez son ahora importantes. El depredador de la ley tiene un nombre y dos apellidos: Genaro García Luna. Este individuo debería de estar ya detenido, procesado, condenado y encarcelado.

Genaro García Luna, a la sazón secretario de seguridad pública de Felipe Calderón Hinojosa, es el autor del "desaguisado" de la corte. Del más horrendo e impune acto en contra de la justicia.

Después del fallo de la corte de otorgar el amparo que abrió las puertas del reclusorio a Florence Marie y la trasportó derechito a la libertad parisina, lo único que queda muy claro es que no sabemos, no tenemos ninguna certeza, de si la señora es un buitre o una estúpida.

Pero de lo que sí podemos estar totalmente ciertos es de que García Luna debería estar ya en la cárcel. Si Cassez es culpable, el policía de Calderón es el responsable de la impunidad de la “secuestradora”. Él ordenó y llevó al cabo todas las violaciones procesales del caso. Si Cassez es inocente, igualmente García Luna tendría que estar ya en la cárcel, porque mandó encarcelar a una inocente.

Los ministros de la suprema corte sólo hicieron su trabajo, votar totalmente a su arbitrio, porque la interpretación de la ley es arbitraria, en la sesión del miércoles pasado. Obviamente, la mejor decisión de los magistrados habría sido fallar por la reposición del juicio contra Florence Marie. Pero la interpretación de la ley es arbitrariamente a su arbitrio.

La motivación de los ministros para anular totalmente el juicio contra Cassez es muy obvia. Por la violación a una garanta procesal sumamente importante: García Luna no dio aviso al consulado francés, como era su obligación legal, para que el consulado le otorgara a la detenida asistencia consular en el proceso; el jefe policiaco la mantuvo secuestrada durante equis cantidad de horas, y además montó un espectáculo televisivo de la detención, muchas horas después de que Cassez había sido detenida, para impresionar a quién.

En función de esto, la suprema no ordenó un nuevo juicio, como lo planteó el ministro José Ramón Cosío, sino la libertad tal como lo planteó su par Arturo Saldívar. Pero todo fue al arbitrio de los magistrados. La ley no dice nada o si lo dice lo dice tan nebulosamente como nebulosa es la constitución política.

El caso Cassez se parece al caso Miranda. El 2 de marzo de 1973, una joven en Phoenix, Arizona, fue subida por la fuerza a un automóvil Packard; llevada al desierto, y violada. Once días después, la policía arrestó a Ernest Miranda, un mexicoamericano de siete suelas. Luego de dos horas de interrogatorio, Miranda confeso el rapto y la violación. Pero la policía no le ofreció la oportunidad de consultar a un abogado. El fiscal sólo presentó en el juicio la confesión de Miranda. Éste fue sentenciado a 20 años. Y el caso fue llevado a la corte. Esta confirmó que el violador no tuvo la asistencia de un abogado. Y le otorgó un nuevo juicio. Irónicamente, sin su confesión como prueba. La misma corte ordenó que no se tomara como prueba la confesión. Y Miranda fue nuevamente convicto y se le dieron 30 años de cárcel.

Pero el caso volvió a llegar a la corte por nuevos yerros procesales, porque el juez no cumplió exactamente con desentenderse de la confesión. Y la corte puso en libertad a Miranda, argumentando que la prueba fue obtenida ilícitamente y no tenía valor alguno. El caso fue bautizado como “la Advertencia Miranda”.

Esta “Advertencia” tuvo un impacto muy significativo en la práctica de la ley en Estados Unidos, convirtiéndose en una parte rutinaria de los procedimientos policiales, para asegurar que los sospechosos, al ser detenidos, fueran informados de sus derechos.

Miranda era un monstruo violador y asesino. Además de violar a la muchacha, regresó al lugar donde la había abandonado a pedirle que, por favor, le diera la bendición para que dios lo perdonara. Años después a Miranda, dedicado entonces a extorsionar a mexicanos legales en Arizona, una de las gentes a las que había estafado lo mató a puñaladas. Como cosa curiosa, al que lo mató, que era también mexicano, la policía le leyó que tenía derecho a no declarar sin presencia de un abogado.

Similar el caso Miranda al caso Cassez. Pero… pero dónde está Genaro García Luna.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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