Suscribete
 
1258 20 Febrero 2013

 

FRONTERA CRÓNICA
Escuela de Escritores Sogemnl
J. R. M. Ávila

Monterrey.- En esta semana se cumplen 20 años de haberse inaugurado la Escuela de Escritores Sogemnl. A continuación transcribo el texto que leí dos años después, en la clausura del primer y único diplomado que se llevó a cabo en aquella malograda institución.

Hace dos años se inició una aventura inusitada para un estado como el nuestro: la Escuela de Escritores Sogemnl. Casi 200 aspirantes fueron entrevistados y sólo 54 elegidos. A lo largo del diplomado, muchos se retiraron. Sus razones muy válidas habrán tenido. De aquellos 54, quedamos 17. Seguro los más tercos, a quienes no arredró cursar un diplomado que por momentos más pareció carrera de letras, pero que la mayor parte del tiempo nos incitó a escribir textos que antes ni siquiera imaginábamos.

Cuando ingresamos, unos nos creíamos narradores; otros, poetas; algunos, ensayistas; unos más, dramaturgos. Pero nadie tenía idea de lo que era escribir guiones para cine, radio o televisión. Es cierto que el diplomado no nos especializó en campo alguno, pero consiguió mostrarnos el camino de la escritura en toda su amplitud. Nos descubrió, además, el potencial que teníamos para escribir diferentes géneros. Nos hizo sentir no sólo narradores, poetas, ensayistas, dramaturgos o guionistas, sino escritores en toda la extensión de la palabra.

Si alguien pregunta de qué nos sirvió cursar este diplomado, no espere respuestas simplistas ni únicas. Cada uno de nosotros tendrá una respuesta diferente. Pero hay algo que sin esta escuela tal vez no hubiéramos conseguido: aprendimos a asumirnos como escritores. Yo diría que éste es el principal logro del curso que acaba de cerrarse.

Sin embargo, el oficio de escritor no termina de aprenderse con un diplomado. Estamos conscientes de que debemos escribir y reescribir a diario; leer y releer, para no repetir lo que otros han escrito con mayor eficacia.

Es cierto que algunos de nosotros ya publicamos en periódicos y revistas. También es cierto que hemos obtenido becas y menciones en concursos literarios. Pero no debemos conformarnos con lo obtenido hasta hoy. Hay gente que espera más de nosotros todavía. Nuestra escritura ya no se limita a lo individual. Tenemos que pensar que ya es algo social. Por lo tanto, debemos poner nuestros ojos en metas más altas aún.

Vaya, desde aquí, un reconocimiento a tantos y tantos maestros locales y foráneos que no escatimaron esfuerzos para compartirnos sus visiones personales acerca de la escritura. Su presencia en nuestra escuela fue una verdadera delicia. Estamos convencidos de que nunca les agradeceremos lo suficiente.

Hace dos años ingresó a la escuela de escritores sólo una cuarta parte del total de aspirantes. Pensando en las tres cuartas partes que se quedaron fuera, hacemos votos porque el diplomado se reanude con una nueva generación. Es tiempo de acabar con el mito de la falta de presupuesto para continuar con la tarea de esta escuela. Que no sea nuestra generación la última, sino la primera en el intento de profesionalizar la escritura en Nuevo León. Las autoridades tienen la palabra.

Hasta aquí el texto.

A continuación menciono maestros que formaron parte de aquel lejano diplomado: Emmanuel Carballo, José Antonio Alcaraz, Ethel Krauze, Eduardo Cassar, Jaime Augusto Shelley, Oscar de la Borbolla, Julián Herbert, Eligio Coronado, Mario Anteo, Azael Sepúlveda, Guillermo Alanís, Rosaura Barahona, Miguel Covarrubias, Roberto Escamilla. Si algunos se quedan en la desmemoria, una disculpa.

En cuanto a que las autoridades tenían la palabra, la tuvieron. La Escuela de Escritores Sogemnl no volvió a ofrecer diplomados. Y hasta la fecha estamos en las mismas.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

15diario.com