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1702 4 Noviembre 2014

 

 

Ayotzinapa y la sucesión presidencial
Samuel Schmidt

 

Ciudad de México.- Todo parecía caminar con calma dentro de los manejos del PRI hacia la sucesión presidencial en 2018. Los actores políticos movían sus piezas como estaban acostumbrados a hacerlo. Algunos se daban el lujo de ser audaces.

Osorio Chong, uno de los punteros, salió a la calle en mangas de camisa a dialogar con estudiantes, daba muestras de tolerancia, algo que no se le da al gobierno mexicano.

El procurador Murillo, otro de los punteros, desmiente los rumores de precaria salud y logra anotarse puntos por la detención de criminales, tiene en marcha la conversión de la procuraduría en fiscalía, con lo que se desharía de la pésima reputación de la institución, solamente se atora frente a los abusos criminales del ejército, pero esos son materia de atención presidencial.

Pero se apareció el crimen autorizado en Iguala. Ahí se demostró que la impunidad imperante en el país, hizo pensar a alguien que podía desaparecer 43 personas sin que pasara nada, finalmente en México no pasa nada ni cuando pasa.

La bola envenenada que lanzó Bejarano logró su cometido: descalificó a los dos hidalguenses; ambos sabían de los nexos del alcalde de Iguala con el narco y dejaron hacer, dejaron pasar. ¿Sabía el presidente? La lógica dice que debía estar enterado, por lo menos en los reportes de inteligencia que le entregan (¿los habrá leído?). Aunque en su descargo podríamos decir que no siempre la lógica funciona y posiblemente sus sabuesos no pudieron o quisieron oler el estercolero de Iguala.

El tercer puntero, Videgaray, ha articulado una política fiscal que ha pasmado a la economía y golpeado a sectores sensibles. Los estudiantes que fueron a Iguala pedían mejoría en su escuela. Junto con los politécnicos, reclaman a los tres punteros en la mesa de negociación, saben que separados no se puede confiar en ellos, aunque juntos no hay garantía, por eso piden hablar con Peña, algunos para quedarse con el gusto de insultarlo.

Los políticos se quejan de que solamente se les reclaman los errores, olvidan que se les paga para que hagan aciertos, por eso, con frecuencia una falla descarrila ambiciones, y 43 desaparecidos no son una falla menor, es un crimen de lesa humanidad y no prescribe; es el detonante que descompuso los cálculos de los políticos y el país ya será siempre antes y después de esa infamia.

Arranca un nuevo juego sucesorio, dañados los punteros, los miembros del gabinete lucharán con todo por avanzar y pondrán a prueba la habilidad de Peña, cuya debilidad lo limita.

Hay hartazgo social, la economía en pésima condición, una sociedad cansada de malos políticos y del pésimo gobierno. Peña tiene retos de adentro del gobierno y demandas severas de la sociedad.

El próximo episodio será la designación de candidatos a diputados y gobernadores en el 2015; ahí se medirán las nuevas fuerzas, incluyendo a aquellos que se sentían sin posibilidades.

Los grupos políticos necesitan posicionarse para la gran batalla en 2018, Peña tiene que mostrar que controla la política y al partido, o se volverá pato cojo, condición de la que no está muy lejano. Esto creará tensión en un país que está al borde de la explosión. Por lo pronto se anunció un paro nacional universitario, y la torpeza del equipo en Educación despierta preocupación, porque se están mezclando conflictos.

  1. Jugando al oráculo podemos especular con el siguiente escenario.        
  2. En principio el tema puede eliminar a Osorio y Murillo, subirá Miranda en Gobernación, que es muy cercano a Peña, con lo que se generaran roces de los políticos, aunque los otros miembros del gabinete no dan color. Se posicionarán algunos gobernadores que ven aumentar sus posibilidades.
  3. Por el PAN va Madero, ganará una diputación plurinominal para de ahí brincar al gobierno de Chihuahua y usar los recursos públicos para lanzar su campaña presidencial. El problema del PAN es que su desprestigio es tan elevado que no podrá beneficiarse de la caída de Peña (figurada o literal).
  4. Por el PRD no se ve nadie con tamaños, aunque no tendrán oportunidad porque han construido un desprestigio brutal, justamente por haberle hecho el juego a Peña.

 

Por Morena va el Peje, quien no ganará porque no puede quitarse de encima la campaña del peligro para México. Debe entender que su futuro político es convertirse en encumbrador de reyes o reinas, ya no paladear las mieles del poder.

Lo grave de este escenario es que para el 2018 nos tocará el peor, parece no haber candidato malo.

Queda pendiente el escenario de la caída de Peña y sus consecuencias, eso será materia de otro artículo.

 

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