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1853 3 Junio 2015

 

 

Candidatos y tráfico virtual de drogas
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Navegando por la web profunda (a veces incluso en la superficial) es posible toparse con bazares de venta de drogas duras como la cocaína, el éxtasis y el crack.

Ya no se diga la marihuana, el producto más socorrido por los ciber-adictos. Lo más curioso de este comercio del vicio on line estriba en que la oferta está al alcance de cualquier hijo de vecina con los mínimos conocimientos de programación hacker, con la única condición de que viva, o finja que viva en EUA.

El más popular de estos sitios web fue Silk Road (Ruta de la Seda) mercado negro en línea, nacido en febrero de 2011 y regenteado como garito clandestino por Ross Ulbricht, quien hace días fue sentenciado a cadena perpetua. Por años, Ross se desplazó por las redes sociales sin dejar la mínima pista. Se autonombraba “El Pirata Robert” y hay sospechas de que detrás de su persona, se ocultó un grupo clandestino de hackers.

Para acceder a Silk Road bastaba con ejecutar el software libre Tor, acrónimo de The Onion Router, una red de comunicación superpuesta sobre Internet, creada en 2003, donde los mensajes intercambiados por usuarios no revelan su dirección IP, es decir, guardan su anonimato y viajan a través de routers clandestinos. Como si fuera el gobierno de un país virtual, Tor ha acuñado su propia moneda (Bitcoin), con la que puede comprarse entre otros productos y servicios ilegales, cualquier droga al gusto del cliente, que la recibirá empaquetada al vacío a través del Servicio Postal, o sea, con el envío subsidiado irónicamente por el propio gobierno federal que dice combatir estos ilícitos. Aclaro además que Tor es un proyecto académico patrocinado por la Electronic Frontier Foundation (EFF), ONG defensora de las libertades civiles en el mundo digital.

No es casualidad el origen libertario de la EFF y de Silk Road. Ambos sostenían principios capitalistas, de libre mercado y proclamaban su fe en la máxima de Henry David Thoreau: “Nadie está obligado a obedecer una ley que considere injusta”. Y en ese cúmulo de leyes injustas contra la autonomía individual y la propiedad privada, gravitan en primer lugar las que restringen el derecho de hacer con nuestro cuerpo lo que nos venga en gana, en tanto no afectemos a terceros.

Silk Road vendió más de 200 millones de dólares, principalmente con la venta de drogas y cigarrillos no regulados. Y como en cualquier territorio donde se practica el libre mercado, vivía asediado por competidores comerciales como Atlantis, un sitio web aún sin desmantelar, dirigido por traficantes tan libertarios como “El Pirata Robert”, al margen de cualquier régimen fiscal y regulatorio y bajo una agresiva campaña de marketing viral que se sintetiza en una frase: “somos el mejor mercado global de drogas en línea”.

¿Cuál es el futuro para este comercio de estupefacientes en línea? Un primer escenario es que la estructura de poder mundial cambiará de paradigma: se suplantará a mediano plazo el arquetipo de gobierno por la figura de la mano invisible del mercado, en todos los órdenes de las transacciones comerciales, incluyendo la venta legal de drogas. Un segundo escenario consistirá en que los gobiernos del mundo meterán tarde que temprano orden en la web, y con el pretexto de combatir el mercado libre de drogas en Internet, frenarán de pasada los avances de los derechos civiles en esta última frontera humana.

¿Están capacitados los candidatos a gobernador de Nuevo León para enfrentar esta modalidad de crimen organizado que rebasa las fronteras de México? ¿Están cuando menos enterados sus principales asesores en materia de seguridad pública? La respuesta es simple y lamentable: no.

 

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