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1952 20 Octubre 2015

 

 

Periodista por toda la vida
Alfonso Reyes Martínez

 

Monterrey.- Hugo Leonel del Río nació en Monterrey hace 79 años. A los 22 se inició, profesionalmente, en el periodismo. Su escuela fue El Porvenir,donde Francisco Cerda le enseñó el oficio.

Trabajó también en Tribuna de Monterrey, El Tiempo, Vida Universitaria y en las estaciones de radio XEFB, XEMR y Radio Alameda. Asociado con su hermano de alma Romeo Ortiz Morales, fundó varios periódicos de corta pero divertida vida. Ha publicado en diversos medios de Tamaulipas, Coahuila, San Luis Potosí, Veracruz, ciudad de México y Chiapas. Durante cuatro años trabajó con don Julio Scherer en Excélsior, de donde en 1976 salió con él para participar en la fundación de la revista Proceso. Posteriormente fue cofundador de UnomásUno. Viajó por África del Norte, el Asia Central, los Estados Unidos, Canadá, Cuba, Europa Occidental y la Unión Soviética. Ha publicado cinco libros.
    

 Estamos ante la presencia de un periodista por toda la vida que ha buscado la noticia y la verdad lo mismo entre los osuros escondrijos de una oficina burocrática, que en las palabras de la declaración rimbombante de algún político mendaz. Ha cruzado por diversas mesas de redacción y descubrió muy pronto, desde sus años mozos, que el oficio emociona y conlleva muchas satisfacciones. De charla siempre interminable, ante la taza de café y el cigarrillo en las horas anteriores al cierre de la edición del diario. La formación tipográfica, la impresión en la modesta imprenta, de la casi siempre incierta revista de cultura, o del semanario nacido con la idea, nada fácil, de cambiar las cosas en la sociedad, muchas veces han pasado por sus ojos atentos y por su espíritu abierto.
Observador incansable de la vida, ha puesto en sus textos mucho de su pensar yde su sentir. Viajero impenitente por el mundo, ha visto devastaciones y miserias, alegrías y bondades en los sitios por él visitados. Su voz se atempera con el tiempo y ha ganado en hondura y en riqueza expresiva. “Ante todo, soy periodista, –dice con singular franqueza–, aún no me siento escritor.”
    

 La casa del enemigo malo es un pequeño libro de relatos que nos atrapa desde las primeras líneas. El humor recorre sus páginas junto a personajes nacidos de la miseria, en el amor, en el abandono, en la soledad o en lo desconocido. Los desvela frente al lector para conducirlo a situaciones singulares, a los terrenos de una comicidad las más de las veces esplendente:
   ––No tiene usted idea del lío en que me metió.
   ––Disculpe, ingeniero. No lo hice de mala fe.
   ––Pero, ¿cómo se pudo usted equivocar de esa manera?
   ––Es que, señor…
   ––Lo que yo le dije es que estamos estudiando la posibilidad de
   exportar nopales, no de importarlos. (“Reclamación”, p.55).

Una de las breves historias surge a la vera del encuentro inusitado con alguien urgido de vender su alma al Señor de las Tinieblas, cuyo siervo, alcohólico perdido, crudo, lenguaraz, malandrín, lo entrevista en una cantina de lujo en donde –aprovechado– pide chilaquiles y caldo de camarón, amén de cervezas, tequila, ron: “No te conviene, –le dice tras escucharlo–, te van a pagar en pesos. Y tampoco te creas que es la gran cosa. Además, tardan entre seis y nueve meses en soltar la marmaja. No te creas, jinetean la lana.” Y le da un consejo:
     “Vete al otro lado, te naturalizas gringo y haces la invocación en inglés. Te van a dar más y en dólares.
     “Pidió un ron campechaneado, ya había cambiado de rubro, y puso fin a la negociación para empezar la etapa del regateo:
           ––A’i te encargo lo mío.” (“Hasta en eso se nota la crisis”, p.44).

Entre los relatos, agrupados en dos partes, destaca en forma medular el que       lleva por nombre “La casa mala”, historia que corre por veinte años en una casa abandonada de Coyoacán, en la ciudad de México, narrada en el diario del personaje Armando Leal. Desapariciones de policías en un misterio diabólico que atraviesa la desventura y que nunca se aclara, nos mantienen en el suspenso y nos obligan a seguir hasta su fin. Es el más extenso del libro.

La casa del enemigo malo se nutre con biografías alimentadas por el río del tiempo, de la vida. La clara visión del autor persiste en un mundo mexicano que hoy se destruye por la corrupción política, y al que enfrenta, sin dar ni pedir tregua. Erige en la brevedad de sus textos una pródiga arquitectura de síntesis, que se nos ofrece con sus certeros recursos verbales.

Bello libro éste, cuya clase editorial está fuera de toda duda. Su autor, pícaro implacable, irredimible, vive sus días cabalgando siempre entre una amistad, que cultiva con singular bonhomía, una pasión encendida a los vientos del amor y un apego fiel al periodismo, a la escritura y a los libros. La casa del enemigo malo, tan bien ilustrado y diseñado, enriquecerá el acervo de la Dirección de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de La Quincena, que participó en su edición.
                                                                           

* Texto leído por su autor en la presentación realizada en la XXV Feria del Libro, Cintermex, 17 de octubre de 2015.

 

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