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1993 16 Diciembre 2015

 

 

DE TODOS Y DE NADIE
La plaza pública ya no es sólo virtual, II
Alfonso Teja-Cunningham

 

Monterrey.- En el año 2001, la UNESCO dio a conocer un documento histórico: “La radio y la televisión pública ¿por qué? ¿cómo”, en el que estableció con claridad las líneas de acción y valores que deben promoverse a través de estos medios “públicos” que, a diferencia de los comerciales, no atienden a una audiencia de consumidores, sino de ¡ciudadanos!

Naturalmente, la radio y la televisión comerciales, así como sus cómplices de la prensa escrita, directos o indirectos, rehúyen difundir más ampliamente estas noticias. Todos ellos como engranes del poderoso sistema informativo dominante han logrado hacernos creer a más de medio mundo que este tipo de información “aburre a la gente porque no le interesa”. Con la repetición goebbeliana (constante) de esta mentira,  el conformismo y la falta de memoria colectivas hacen el resto del trabajo.

¿Pensar? ¡Aich!... ¡Qué flojera!...

¿Pero qué dice la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura? Sostiene en forma destacada que los medios públicos fomentan el acceso a la vida pública y la participación en ella. Ya únicamente este valor, bien ponderado, sería más que  suficiente para reconocer la valía de unos medios de comunicación social dirigidos a eso: a comunicar (poner en común) los intereses colectivos, y acercar a los participantes de los procesos sociales hacia una mejor integración en todos los niveles.

No obstante, las posibilidades que plantean estos medios de comunicación son variadas y llegan mucho más lejos al facilitar la adquisición de conocimientos, al ampliar los horizontes culturales y permitir que los individuos se comprendan mejor al comprender el mundo y a los demás. Específicamente, se reconoce la aportación de la radio y de la TV como herramientas de información y educación, en conjunto.

En contraste, es verdad que en sociedades como la nuestra se ha sobrevalorado y sobreexplotado la vertiente de la televisión como simple vehículo de “entretenimiento”, ese conjunto de actividades que permite a las mayorías dedicar su tiempo libre a la diversión y a evadir las preocupaciones.

El ocio es un gran negocio. El cine, la música, los parques temáticos y de atracciones, el deporte y los videojuegos entre otros forman un conglomerado de ofertas de entretenimiento, en donde la industria de la radio y la televisión es junto con la prensa, al mismo tiempo y con notable éxito económico, estructura orgánica y lubricante catalizador.

Pero además, para algunos sociólogos, antropólogos y críticos de la cultura –igualmente poco conocidos por el escaso interés mediático para difundir sus hallazgos y aportaciones- queda claro que la cultura planetaria atraviesa un–tenso momento de transformación, en donde los intereses de la minoría dominante se hacen cada vez más evidentes a través de las industrias culturales que se han adueñado de la comunicación, de la información  y del entretenimiento a nivel mundial.

Y así, mientras la UNESCO recomienda a los medios públicos promover el empoderamiento ciudadano, la diversidad cultural, y dar más importancia a los temas que interesan en la dimensión local y regional por medio del propio talento ahí avecindado, en derredor nuestro seguimos observando acciones absurdas, planteadas en sentido totalmente opuesto a este ideal.

La Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi) dio a conocer el 10 de diciembre pasado un boletín en el que expresa su rechazo a la incorporación de contenidos comerciales en la programación radiofónica del Sistema Jaliciense de Radio y Televisión (SJRTV). Sin anuncio previo y sin dar a conocer los términos del acuerdo firmado con el Grupo Radio Fórmula, de ahora en adelante el SJRTV transmitirá los programas informativos y otros de la cadena comercial, lo que ha motivado las protestas de sectores sociales y académicos.

En el texto de Amedi puede leerse: “La decisión de retransmitir contenidos elaborados por una radiodifusora comercial contraviene la razón elemental de ser de este y cualquier otro medio público, pues de acuerdo con la Unesco los medios públicos tienen una vocación ciudadana al producir contenidos locales con talento local y regional

El presidente del Capítulo Jalisco de la Amedi, doctor José Bernardo Masini Aguilera, destacó el sinsentido de retransmitir contenidos noticiosos que ya están disponibles en el cuadrante local y darle eco a periodistas como López Dóriga, Carlos Loret de Mola y Christian Martinoli, que ya “tienen presencia nacional y que carecen de prestigio ético”.

La radical indignación de los jaliscienses se refleja en el texto que lamenta que “las autoridades estatales renuncien a resolver creativamente el reto de dotar de mejores contenidos a la sociedad jalisciense”, reitera la forma apresurada, poco transparente, como se manejó ese acuerdo bilateral y la pésima manera en que se informó a la sociedad.

La conclusión del texto oficial de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información es contundente: “Estimamos que lejos de informar, promover valores y difundir la pluralidad de la sociedad jalisciense, en el SJRTV se ha optado por seguir un modelo comunicativo de evidente afán lucrativo que insulta la inteligencia de la ciudadanía”, y firma el doctor Masini Aguilera, Presidente del Capítulo Jalisco de Amedi, con el respaldo formal del Presidente del Consejo Directivo (Nacional) de Amedi, licenciado Jorge Fernando Negrete P. y del Presidente del Consejo Consultivo, doctor Raúl Trejo Delarbre.

Todo esto refiere hechos sucedidos en la última semana en Jalisco con su sistema estatal de radio y televisión. Podría ser buen momento para preguntar: ¿y nuestra radio y tevé públicas de NL cómo andarán? ¿Tendrán más claro el panorama, o también estará vigente la excusa del raquítico presupuesto, y andaremos como nuestros bomberos siempre heroicos: casi limosneando en la calle con los boletos para su sorteo, y luego realizando la chamba con equipo que ya debería tirarse a la basura?

Lo que es muy visible es que aquí prácticamente nadie se atreve a denunciar ningún afán lucrativo “evidente” o no, y menos a señalar esos actos absurdos que insultan a la inteligencia de la ciudadanía. Conclusión provisional: nuestro conocimiento e involucramiento en el desarrollo democrático de nuestra radio y televisión pública anda muy atrasado.

Mucha gente todavía supone que el canal 28 “es del gobernador”. Y muchos más ya mordieron el anzuelo de que el modelo de televisión y radio cultural “es para unos cuantos”. No han descubierto que es al revés. Y por eso sufrimos tantos programas y contenidos indeseables en nuestros medios electrónicos. Necesitamos productores y guionistas de calidad que no caigan seducidos por el vellocino de oro del rating. Locutores y locutoras que honren la palabra y que no se sirvan de ella para alburear u ofender al público.

En este tiempo de cambio profundo no podemos perder de vista los valores permanentes. Y la discusión en torno a los medios públicos está inacabada. Cada país y cada entidad tiene sus esquemas, sus valores y sus propias posibilidades... Debemos hacer todo lo posible para convertir en demanda social que al menos parte de la televisión (la televisión pública) sea contemplada dentro de un modelo cuya esencia ha de ser el servicio, con estructuras, formas de participación social y esquemas de financiamiento abiertos, eficientes y transparentes.

Los únicos que insisten en que la combinación de televisión y cultura es antifuncional y aburrida son los ignorantes y perezosos por un lado, y los privilegiados y explotadores por el otro. Estos son los padrinos del statu quo, los que no desean el cambio. Según ellos, así están bien.

[Continuará...]

 

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