Suscribete

 
2043 24 Febrero 2016

 

 

Carta Abierta a Susana Valdés Levy
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- La crisis o, mejor dicho, las crisis que agobian a México debilitan o corrompen por igual a las personas y a las instituciones. Naturalmente que la Facultad donde das clases también resulta lastimada.

No te conozco. Los profesionales sólo reconocemos como periodista a la mujer o el hombre que vive, precisamente, de ejercer el oficio, sea corrector de estilo o director general de un gran medio; se desempeñe como maestro en una escuela de Periodismo o desempeñe una función íntimamente vinculada a la tarea gremial.

Ignoro cuál sea tu estatus. Lo que sé es que a nosotros se nos prohíbe la rendición. Tenemos derecho a orar y hasta a llorar en el Muro de las Lamentaciones –entiendo tu frustración y respeto tu malestar– pero no a capitular.

Nos dices que en tu cátedra hay “contadas excepciones” de estudiantes que quieren aprender. Trabaja con ellos, expulsa del aula a los muchachos que desatienden tu discurso para embrutecerse con la ferretería electrónica, repruébalos y concéntrate en las “contadas excepciones”.

Lo que escribes de la pereza mental y la patética ambición de ocupar un espacio estelar en la TV es una especie de deformación de la mente y el espíritu que se viene manifestando desde hace ya muchos años en todos los niveles de la sociedad mexicana.

La Licenciatura en Ciencias de la Comunicación es la que menos esfuerzo requiere: no se puede comparar con Ciencias Físico-Matemáticas, Medicina o tantas otras carreras. Y ni por esas se ponen los muchachos ya no digo que a estudiar sino que, apuesto doble contra sencillo, hasta leer el periódico les resulta molesto: perturba su indolencia.

Sí, esta cerrazón al aprendizaje de lo que sea es una situación “triste y desesperanzadora”. Pero, Susana, así es, casi siempre, la realidad. Por lo menos en México. La juventud ve a Peña Nieto y su esposa, por echar mano del ejemplo más próximo, y se pregunta: ¿para qué me voy a quemar las pestañas si ellos, tan ignorantes como yo tienen el Poder y el dinero.

Yo he visto a una maestra universitaria arrojar al cubo de la basura una veintena de libros clásicos –los heredó, por supuesto– porque necesitaba espacio para instalar una pantalla gigante de TV. Hace años platiqué con un hombre quien no sabía que es mexicano e ignoraba que vive en un país llamado México. De ese tamaño son nuestros problemas.

En mi oficio, tenemos que caminar sobre un campo minado: vivimos aquella película titulada “El Salario del Miedo”. Nuestros peores enemigos no son los narcos, el gobierno o la policía, con todo y que son temibles: no, el peor de todos es el dueño del periódico, por lo general empresario multimillonario, político o monstruo bifronte servil ante el becerro de oro y el palacio asiento del Poder público. A ello hay que agregar la tentación de estirar la mano para tomar el sobre con dinero sucio.

Más que oficio, el Periodismo es vocación. ¿Les has comentado estas cosas a tus discípulos? ¿Les has impuesto como asignatura las tareas de campo? El periodismo es ejercicio de calle. Conocí a licenciados en CdeC que nunca habían entrado a una Redacción e ignoraban que hay que redactar la nota. El conocimiento teórico es aprovechable, pero lo nuestro es labor práctica: aguantar pisotones, codazos, gases lacrimógenos o balazos, insultos, amenazas, esperas largas bajo todas las condiciones atmosféricas. Y claro, se descuida a la familia y surge la grita. Es la belleza de la profesión.

Pero quizás pocos lo entendemos porque somos cada vez menos quienes desplegamos con orgullo la bandera de este, el oficio más hermoso del mundo. Hacéte duro, muchacho, recomendaba don Segundo Sombra.

Tú eres la capitana de la nave, Susana, y en los barcos de papel que navegan en mares de tinta no hay espacio para la democracia. Desahógate para no reventar, pero no te des por vencida. Si logras despertar la inquietud en uno solo de los muchachos, con eso habrás logrado tu día.

Pie de página
¿Podrá el bronco gobernar a un estado tan complicado como Nuevo León con su gobernanza envenenada ya por la corrupción; un equipo de trabajo no solo dividido sino en abierta guerra civil; con el universo mediático local en contra, al igual que el Congreso y los partidos políticos? A esta formidable falange de enemigos hay que agregar dos elementos más: Enrique Peña Nieto no le facilitará los recursos económicos para construir el penal de Mina y poner en marcha la Línea Tres del Metro. Y están, last but not least, las limitaciones intelectuales del galeanense. El Presidente de México no es un hombre inteligente, pero conviene a los globalizadores el fracaso del primer gobierno apartidista como ejemplo de que la nueva escuela no funciona. Y sí, es cierto: no funciona para la élite del Poder, lo cual significa que puede ser la solución que buscamos los mexicanos. El fracaso de Rodríguez Calderón no provocará una reacción tipo dominó: aquí falló la administración apartidista pero puede dar buenos resultados en otras entidades.

hugo1857@outlook.com

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com