MALDITOS HÍPSTERS
De mujeres y Lamborghinis
Luis Valdez

Monterrey.– Cada mañana paso al lado de un local de la marca Lamborghini. Los dos autos en el aparador brillan mientras en la siguiente calle un par de maestras bostezan su desmañanada y el intendente les echa el ojo. Toda su vida soñarán despiertos.

Hace un par de años que tomo esta vía rumbo a mi trabajo matutino. Me llamaba la atención la manera en que un kindergarden sampetrino parece más un pequeño parque de diversiones que una escuela de preescolar. Puede que toda la vida sea así para los que viven por estos lares. A final de cuentas, la mayoría de los niños que hoy corren en esos juegos, sabrán del trabajo porque tendrán una docena o más de empleados que les hagan la chamba, el dinero y la vida. Porque para eso se contrata a contadores, administradores y técnicos.

Alguien debe meter las manos en la máquina. Ensuciarse las manos para aceitar los fierros.

Alguna vez me tocó ver a estas maestras con sus alumnos en un recorrido de la Feria del Libro. Cuando pasaron frente al stand de la editorial para la que trabajo, hicieron muecas y dijeron: “Mejor vamos a donde haya talleres para los niños, dejamos a las maestras nuevas y nos vamos a almorzar”.

Así es: en las ferias de libro el área de comidas se atiborra de maestras en el chisme.

Me pregunto cómo se sienten las maestras (que ahora esperan en la puerta del plantel para recibir a los niños) cuando piensan en los autos que venden a media calle de distancia. ¿Conocen a algún tipo que sea dueño de autos así? ¿Algún padre de familia (divorciado o no) de la Del Valle se fijará en ellas?

Al menos tengo en claro lo que pasa por la cabeza del intendente cuando las observa, mientras barre las hojas secas bajo los columpios…

Él sólo imagina las nalgas de esas dos mujeres.