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2118 8 Junio 2016

 

 

Saldos de la votación
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Las elecciones intermedias se prestan a confusión. Sobran los sabihondos. Quienes suponen que fueron un laboratorio para el proceso electoral del 2018, pecan de ingenuos. Un candidato presidencial fuerte, sea de extracción partidista o independiente, que sepa unir los puntos de la esperanza ciudadana, barrerá con todo lo logrado por los partidos políticos este pasado domingo.

Es verdad: a más gubernaturas afines, más dinero para el gallo presidencial. Pero eso no impidió que el PRI, que derrochó tanto recurso público para estas elecciones, le salieran las cuentas mochas: las candidaturas vencedoras se le redujeron casi a la mitad. Tampoco dice nada que el PAN ganara en estados donde no se le auguraban victorias. En realidad, el candidato presidencial del PAN tendrá más enemigos adentro que afuera de su partido (cada vez más una olla de grillos).

El PRI, contra lo que pudiera pensarse, no salió tan menguado. Enrique Peña Nieto, en cambio, sí lo está; es un pato cojo, como se dice en la política norteamericana; un estadista sin capital político suficiente como para transmitírselo a su favorito. Pero, por lo pronto, pensemos en otro que no sea Aurelio Nuño: versión acartonada de Peña (que ya es mucho decir). Tampoco consideren a Luis Videgaray, cuyas aspiraciones caen proporcionalmente a como cae el peso. Otro damnificado es Manlio Fabio Beltrones. Simplemente, no dio el ancho.

¿Quién pinta entonces para presidente del 2018? Hasta ahora ni siquiera quien lo será, lo sabe. Podrá ser uno de los gobernadores recién electos. Podrá ser un candidato independiente. Podrá ser un empresario, o un psiquiatra, o un ranchero, o un académico sangrón como casi todos los de su gremio, o incluso (Dios no lo quiera) hasta un político.


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