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2118 8 Junio 2016

 

 

La lucha estudiantil del 71
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- El 10 de junio se cumplen 45 años de impunidad por la masacre de Los Halcones, grupo paramilitar que reprimió violentamente una manifestación estudiantil que pretendía llegar al Zócalo para apoyar la lucha por la autonomía de la Universidad de Nuevo León.

La matanza del 10 de junio de 1971 se agrega a otros crímenes de Estado de dimensiones históricas como el 2 de octubre de 1968, cuando los cuerpos policíacos mataron hombres, mujeres, niños y ancianos, pero sobre todo jóvenes por exigir sus derechos políticos.

El entonces presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, se declaró “horrorizado” por la masacre y le bastó la renuncia del regente del Distrito Federal, Alfonso Martínez Domínguez (más tarde gobernador de Nuevo León), para calmar los ánimos, al grado que los grupos intelectuales le dieron la razón al autor de la cruel matanza estudiantil.

A los muertos y heridos hay que sumar la intimidación a periodistas y fotógrafos, despojados de grabadoras y cámaras para ocultar la información, pues en los crímenes de Estado lo que prevalece es la censura en prensa, radio y televisión.

Hasta la fecha nadie ha podido establecer con claridad el balance de la represión de Estado, tal y como ha sucedido con las represiones recientes de Acteal, Aguas Blancas, Apatzingan, Tlatlaya y Ayotzinapa.

Nos referimos a la represión en contra de luchas sociales y movimientos por las libertades políticas y democráticas, así como por los derechos agrarios, sindicales, magisteriales y urbano-populares que a través de los años han enlutado al país, no al combate en contra el narcotráfico o bandas criminales.

Avergüenza que se haya utilizado -y se siga utilizando- el arma del autoritarismo y de la dictadura en lugar del arma de la paz y del diálogo, cuando la solución de los conflictos solo demanda inteligencia. Violencia genera violencia. Esa es la raíz después del 2 de octubre de 1968, parteaguas histórico de la democracia mexicana y reflujo de la lucha estudiantil de 1971, después de un breve lapso de desmovilización.

Los años setenta y ochenta fueron décadas donde la represión y la persecución nunca acabo. Políticos, policías, judiciales y militares ahogaron y asfixiaron las luchas democráticas de obreros, campesinos, mineros, médicos, telefonistas, etc., con la política de balas, cárcel, tortura y desapariciones.

Así es como se han controlado las luchas sociales en nuestro país. Aun así no se ha logrado acallar el espíritu de lucha que se levantó a favor de los universitarios de Nuevo León. Por ello, la lucha por la autonomía universitaria es ejemplo de un movimiento estudiantil que tuvo eco y apoyo en la Ciudad de México por parte de los estudiantes de la UNAM y del Politécnico Nacional, cuyo sangriento desenlace sería la marcha del jueves 10 de junio.

Hoy, a punto de transcurrir 45 años de aquellos hechos, la situación social es completamente distinta, pero más preocupante. Los estudiantes apenas si levantan la voz y el sector obrero, campesino y popular ya poco se moviliza en la lucha para transformar el país.

La inseguridad pública generada por la pobreza y la desigualdad social, así como las extorsiones, secuestros y desapariciones forzadas a causa de los cárteles de las drogas y de la delincuencia organizada, hacen que México se encuentre en permanente estado de sitio.

Lo grave es que por iniciativa presidencial se aprueben en el Congreso de la Unión leyes que refuerzan el estado de sitio, como la reciente ley para permitir a militares catear casas y escuchar conversaciones que pudieran afectar los “intereses del país”.

Las matanzas del 2 de octubre y del 10 de junio son crímenes de lesa humanidad que no prescriben hasta que haya culpables, a pesar de que el movimiento por la autonomía universitaria fue masacrado por Los Halcones, grupo paramilitar que arremetió con varas de bambú contra los estudiantes en el Casco de Santo Tomás, donde también murieron niños, mujeres y pueblo.

Como cada año, el Frente Popular Tierra y Libertad y el Partido del Trabajo rinden tributo a los mártires caídos con una Gran Marcha Luctuosa, por lo que invitamos a la ciudadanía a participar este viernes 10 de Junio por las principales calles del centro de Monterrey, a partir de las 18:00 horas.


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