Google
 
15diario

 

 

portada55
     

chava


Alfonso Teja


Abel Garza


Cris Villarreal


Claudio Tapia


Tomás Corona


Ismael Vidales


Lídice Ramos


Rogelio Ojeda


Liliana Flores Benavides


Andrés Mendoza


Asael Sepúlveda


HEMEROTECAS

15diario

quincena

videoteca

 

 

 

 

 

 

 

MEDIO APLAUSO PARA LA PEREZA / Abel Garza
 

Dos de mayo «Día Internacional del Ocio»

Hace algunos meses pensé en escribir algo sobre la pereza; pero hasta hoy me decidí. En un arranque de optimismo puse en práctica ese viejo adagio: “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. La pereza es uno de los pecados capitales, es lasitud, desgano, pasividad, falta de acción. No hay que confundirla con el ocio, que se genera alternando a la actividad el descanso para recuperar fuerza y despejar la mente. Una defensa apasionada de la pereza sería un reto para un virtuoso de la retórica. La inactividad tiene su costo económico: estar vivo cuesta, implica un gasto termodinámico, ya no digamos monetario.
A principios de los años noventa compré un lote de libros por una bicoca en el Puente del Papa. De entre la colección de casi cien libros, un título llamó poderosamente mi atención, como filósofo y abogado no podía pasarme inadvertido: El derecho a la pereza. Hoy me doy cuenta de que me he abstenido de hablar de él en mis clases en las facultades de Derecho y Filosofía. Mis alumnos seguramente se entusiasmarían. El tema da para mucho, por lo menos para una conferencia, incluso para un seminario sobre el tiempo libre en la vida moderna. El libro de marras no es otro que el que escribiera Paul Laforgue en 1896, publicado en México por Editorial Grijalbo, en la legendaria Colección 70. Mi ejemplar se imprimió en 1971.
Me ha impresionado saber que Paul Laforgue y su esposa se suicidaron para evitar las penurias de la vejez. Sí, el mismo hombre que presentó su opúsculo sobre la pereza al parlamento francés, proponiendo instituir el dos de mayo como el “Día Internacional del Ocio”, en honor a la muerte de varios mineros huelguistas. La iniciativa no prosperó, pero, como dice Daniel Batllosera, influyó en movimientos como el de Burdeos, Francia, cuando en 1989, en el intento de formar la “Internacional Ociosa” se produjo el documento llamado Prolegómenos para una sociedad del ocio. Y seguramente influyó también en la creación de la “Fundación de Alergia al Trabajo”, con sede en Lisboa, Portugal, y en función desde 1992.
En la vida hay momentos para el trabajo y momentos para el descanso. El gran problema es saber equilibrarlos. En un libro de los años sesenta, Herbert Marcuse profetizaba que en la sociedad futura, gracias a la tecnología, el hombre dispondría de mucho tiempo libre, lo que implicaría un gran crecimiento de la industria del entretenimiento. Entretén y miento. Efectivamente, hoy disponemos de más tiempo libre, pero no está distribuido equitativamente.
Espíritus ingeniosos y combativos, por no decir cínicos, suelen gustar de la reflexión sesuda sobre la evasión. A otros no les interesa justificar teóricamente una actitud que realizan en la práctica. ¡Ah, ese estilo de vida! ¡La despreocupación y la ociosidad! Eso que los italianos llaman dolce far niente. O aquello que los médicos y psicólogos llaman astenia de primavera, una especie de enfermedad menor, perturbación física y mental debida al cambio climático, que incluso puede despertar ideas suicidas.
Se dice que la ociosidad es la madre de todos los vicios; entonces Nietzsche se pregunta: ¿será la filosofía un vicio? Pero recordemos que ocio no es sinónimo de vagancia. En Monterrey, tal parece, se vive para trabajar (más que trabajar para vivir). Y recordemos que ya Hannah Arendt ha señalado la etimología del vocablo trabajo, derivado del latín tripalium: los tres palos de tortura. Y es la misma Arendt quien nos habla de las diversas taxonomías del humano: hommo faber et hommo oeconomicus, proponiendo un término más adecuado, que sortee las diferencias entre el trabajo físico y el intelectual: hommo laborans.
La Sultana del Norte –también llamada Ciudad del Conocimiento– debería, en la medida de lo posible, promover el ocio creador, también el turismo y la vagancia. En pocas palabras: la sociedad del ocio y no solamente de la negación del ocio, el negocio: time is money.Business are business. Lo ideal sería equilibrar el trabajo y la pereza, pues ya lo ha señalado Platón: el más alto de los bienes es la medida. Aristóteles encuentra la virtud en el justo medio, un punto de equilibrio entre el exceso y la deficiencia. Busquemos ese elusivo equilibrio, como hacían los antiguos romanos, y consagremos el tiempo necesario a nuestro bienestar: otio et negotio.

luzbelfenix@hotmail.com

 

¿Desea dar su opinión?

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

l