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1054 9 Mayo 2012

 

El futuro es nuestro, si queremos
Hugo L. del Río

Monterrey.- La educación y Pemex representan el futuro de México, a corto y mediano plazo. Hoy por hoy, una enorme roca bloquea el camino: la corrupción. ¿Podremos vencer ese cáncer que está matando a México? O, dicho con más precisión: ¿queremos, realmente, vivir en un país libre de prevaricaciones?

En la instrucción pública, Gordillo ha destacado tanto en el pantano de la putrefacción moral que se convirtió en el símbolo de la perversión. Pero, desde luego, sólo es una amazona entre numerosas legiones.

Pemex está peor.

Sin embargo, y toda vez que sobrevivimos al mal llamado debate, siento que tenemos derecho a ser optimistas.

Para empezar, hay que tener presente que la corrupción, endémica, centenaria y todo, no es invencible ni es monopolio de México. Podemos, tenemos que cortarle todas las cabezas a esta hidra.

Ya sabemos lo que nos pasará si la instrucción pública no cumple su cometido.

Ahora, hay que aplicar aquí, al igual que en Pemex, una política de Estado. Esto de cambiar cada seis años los programas educativos nos jeringa.

Podemos, por ejemplo, crear un bloque único con Secundaria y Preparatoria. Lo que en Estados Unidos es la High School y en Europa el Liceo o Gimnasio.

Y aprovechar que ya se ampliaron los horarios de clase para enseñar a niños y jóvenes un oficio que les permita ganarse la vida con decoro: no todos entrarán a la Universidad.

El maestro Humberto Ramos Lozano siempre insistió en este punto. Claro, no le hicieron caso. Pero los tiempos cambian.

Petróleos Mexicanos también debe entrar a la modernidad. En principio, no entiendo por qué la inversión privada, si la controlamos como Dios manda, pone en peligro al gigante propiedad del pueblo de México.

Se entiende que los accionistas ipecos jamás tendrían la mayoría de los papeles accionarios.

Estamos en un laberinto que nos construimos solos: carecemos de suficientes refinerías por falta de dinero y nos falta billete porque debemos importar los aceites refinados en el extranjero.

Por si fuera poco, Hacienda se lanza sobre Pemex con la furia y voracidad de un tiburón blanco de Australia.

Pemex es México: conviven los héroes que sacrificaron en no pocos casos la vida para garantizar el patrimonio nacional con los entes despreciables que saquearon el oro negro.

Pemex sigue vivo: muy golpeado, muy débil, se tambalea, parece a punto de caer. Como dicen en el box, está “punch drunk”.

Pero, al igual que México, se mantiene en pie. Queremos vivir, ser, trascender.

“México”, apuntó un escritor, “es un país por el que vale la pena morir o, todavía mejor, vivir”.

En todas las naciones hay desechos humanoides como Santa Anna, Petáin y Quisling, pero son más los hombres como Juárez, Bolívar y Martí.

 

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pq94

La Quincena N?92


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