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1054 9 Mayo 2012

 

Luchando contra Frankestein

Héctor Franco Sáenz

Monterrey.- En plena concordancia con esta criatura de la literatura inglesa, el pasado 6 de mayo, contra viento y marea, se llevó a cabo el primer debate programado por el Instituto Federal Electoral, entre los aspirantes a la presidencia de la república.

En un régimen de gobierno, donde el fomento al civismo no pasa de ser una materia más de los planes de estudios escolares, quienes ejercen realmente el poder en México (como si fuera de ellos), o sea en este caso el duopolio de las televisoras: Televisa y TV Azteca, desafiaron la recomendación de la autoridad electoral de transmitir el primer encuentro entre los candidatos, al programar en el mismo horario de sus principales canales, otro tipo de eventos.

Algunos críticos justificaron la actitud de las televisoras arguyendo que en un estado de libertad, cada individuo puede sintonizar la programación que quiera y como siempre sucede, no faltaron quienes señalaran que tal actitud del duopolio, en el fondo correspondía a brindar cierta protección a su candidato favorito, pensando que entre menos lo conozca la gente, más posibilidades tiene de salir avante.

Fue así como en pleno acto edípico “el monstruo” devoró a su progenitor: el estado, se rebeló contra quien le ha dado su razón de ser a través de las concesiones recibidas o ventas a modo, como fue en el caso de Imevision; desacato que se finca además en el control que ejercen en el sistema político, al contar con personeros en ambas cámaras del poder legislativo.

Es precisamente ese estado de indefensión y vulnerabilidad en el que cae el propio órgano electoral y la ciudadanía en general, en el que resulta plausible destacar los avances del evento realizado contra viento y marea, acción en la que todos ganamos, y en particular los seguidores de determinado candidato o militantes de algunos de los partidos en la contienda.

Entre las cosas rescatables, en primer lugar se encuentra el hecho de que el debate fue real y la moderación por parte de Guadalupe Juárez resultó impecable, poniendo cierto sabor a lo solemne del acto la participación de la edecán, quien con pocos segundos se llevó el evento en las redes y en los medios; esta actuación pudiera pensarse que fuera un distractor para “rebajar” la altura del evento o una manera subliminal de relajar la tensión propia en estos asuntos, como se alcanzó a registrar sucedió con la actitud del cuarto participante.

Por más descalificaciones que se hagan a este primer evento, el resultado fue positivo para todos los candidatos, al grado que, salvo en uno de los casos, de inmediato se declararon ganadores y se dieron a la tarea de celebrar su triunfo, mientras para los ciudadanos representó una vía más para conocer la personalidad, valores e intereses prioritarios de quienes aspiran a representarnos, labor sumamente difícil dadas las condiciones por las que pasa el país, por más que se celebren las acciones de una lucha que no termina y que día a día provoca el dolor para miles de familias mexicanas.

 

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