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1097 9 Julio 2012

 

MUROS Y PUENTES
Peña, Valdés y otros decepcionantes
Raúl Caballero García

Mi solidaridad con la periodista Sanjuana Martínez

Dallas, Texas.- Hace unas semanas, en los momentos más intensos de las campañas, cuando Reforma publicó la encuesta en que Peña repuntaba en el norte del país, yo pregunté en Facebook —con ganas de ironizar— si esos encuestados son masoquistas o padecen del síndrome de Estocolmo (sugiriendo obviamente el marcado daño que el priismo ha producido en la nación).

Y uno de mis amigos en esa red, Guillermo Calderón Martínez, me respondió que la cosa no es tan complicada, “más bien son telenoveleros…”, ironía y razón tanto en la pregunta como en la respuesta.

Pero ahora que inicio estas líneas, más acá del ánimo comunitario que priva en Facebook, aquí en lo individual ante la hoja que comienza a dejar de ser blanca siento que si desarrollo esa premisa en estos apuntes se volvería un despropósito, pues la mayor parte del pueblo mexicano que votó por el PRI fue manipulado o coaccionado dada su necesidad; la mayoría tuvo que hacerlo presionado, innoblemente, por su pobreza.

Lo que sí quiero y me siento obligado a exponer es esa actitud del cínico que humilla y maltrata, la del priismo representado por el pobre tipo llamado Enrique Peña Nieto, que ha usado de nuevo sus artimañas, el engaño y el secuestro de la buena voluntad y la confianza no sólo de los que creen ciegamente en él, ni de quienes se ven obligados a ser borregos por creer que pertenecer a uno de los sindicatos charros —que lideran priistas prototipos de la corrupción— están obligados a votar por ese partido, sino de la población hundida en las carencias. Sin duda supieron reorganizarse, pasado el pasmo del voto útil del 2000 que los sacó de la Administración del país, y ciertamente también usaron la fórmula para crear añoranza de su autoritarismo, al combinar la ineptitud del PAN, la soberbia política de los gobernadores priistas, la rapacidad panista sin ton ni son, su ingobernabilidad que también en mucho propiciaron desde el Congreso y el caos violento que mantienen Felipe Calderón y los narcos.

En la antesala del actual escenario también lograron un IFE a modo, su presidente Leonardo Valdés sale a cuadro en la televisión magnificando “un proceso ejemplar y limpio”, exaltando con su actitud modosita (que me hace pensar en un muñeco de ventrílocuo y acaso quepa la imagen) lo que la gente efectivamente hizo: salió a votar masivamente, eso es lo ejemplar, la participación ciudadana, pero que se dio no por otra cosa que la búsqueda de cambiar las cosas con su voto. Valdés no dice y esconde que estamos ante una elección desaseada, tremendamente sucia, plagada ciertamente de múltiples irregularidades que en estos días siguen documentándose no sólo por sus impugnadores sino por tanta y tanta gente lo mismo en persona que con testimonios en las redes y encima qué mejor testimonio que la inconformidad de las ya varias marchas multitudinarias, marchas lo mismo de universitarios que del pueblo. Valdés dice lo contrario pero la realidad se impone, fue una elección sin equidad, sin legalidad y sin transparencia.

El regreso del PRI se vuelve más patético porque sabemos ilusorio incluso pensar que si emplearan la sabiduría o experiencia que poseen para sus mañas trocándola para gobernar sin autoritarismos ni corporativismos, sin más corrupción ni más impunidad, podrían proponer el país que deseamos y requerimos los progresistas, los jóvenes del #YoSoy 132, los lopezobradoristas, los pobres, la izquierda, etc. sin embargo conocemos tan bien la fábula del escorpión que se monta en la rana… “pero en México el alacrán no se hunde con la rana, se hace millonario”, me diría un priista desde el mismo cinismo con que Peña Nieto niega, con cara de estar cumpliendo la tarea, que su partido no compra votos, no usa toneladas de dinero ilegalmente.

Con todo, ya no somos los mismos que en las viejas circunstancias nos resignaríamos, aceptando eso del “más vale malo conocido”, etc. A mí me parece que mucho les debemos a los jóvenes que nos han demostrado a todos que las cosas ya no son iguales, es cierto que un nuevo México emerge, tal vez con AMLO esto hubiera sido más terso, pero aún sin él en la alternancia del poder, otro México emerge, sin duda. Las televisoras,  anticipo, no sólo serán la relación incómoda de Peña, apuesto que el pueblo y sus jóvenes encontrarán los medios para volverlas al sitio que deben, concesionarias de un bien público, ni más ni menos. Lo mismo los medios impresos que descaradamente se mostraron sumisos, dadivosos y mentirosos (algunos de sus directivos y articulistas hasta se desgarraron la camisa para defender a Peña), éstos no llevarán su farsa muy lejos, ya se quemaron, la gente común ya los identifica, ya no sólo el gremio saben quiénes son, en las redes son exhibidos cotidianamente; lo curioso es que una vez público el contubernio de Televisa y Peña, y una vez repudiado éste por los chavos de la Ibero, ellos mismos se desvivieron por salir en esa foto, en fin, supongo que su nefasto “periodismo” no se acaba pero imagino que los lectores vendrán a ser más selectivos.

Es divertido ver cómo en estos días se muestran, también, otros decepcionantes que quieren alcanzar el estribo del deleznable gobierno que viene, se apresuran a decir que para qué la impugnación, que AMLO hace berrinches, que si la elección fue sucia no hay remedio, que… ¡así es la vida!, y dicen esperar que Peña ¡se porte a la altura!: las peras del olmo.

En fin, en fin, asumo que los que terminaron votando por el PRI no son víctimas identificándose con sus opresores, ni están complementando el sadismo —aunque sí, muchos son telenoveleros, como señaló mi amigo Guillermo—; pero votaron desde el desaliento, la desesperación, la pasividad. Y pese a todo, el movimiento juvenil persiste, y la movilización social no se ha detenido.

El retorno del PRI no sucede a sus anchas, el parque jurásico está delimitado; la crítica social, la conciencia social, lo acotan.

Está por verse lo que esperamos que la resistencia de los mexicanos logre: la democratización de los cuestionados medios de comunicación, así como la justicia, la dignidad y la paz que México demanda en la voz de los inconformes, no en la voz absurda que sale de la boca de Leonardo Valdés, de Peña Nieto y demás decepcionantes.

 

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